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El consorcio público Casa de América, en Madrid, España, anunció hoy 28 de octubre como ganadora del premio homónimo a la poeta colombiana Andrea Cote. Un galardón que se entrega anualmente gracias al apoyo del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, Unión Europea y Cooperación, la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Madrid para, según ellos, fortalecer los lazos del país ibérico con Latinoamérica y el Caribe.
Con este reconocimiento, Andrea Cote se convirtió en la quinta colombiana en ser acreedora de 5.000 euros como anticipo de derechos de autor y está a la espera de que su poemario “Querida Beth” sea publicado por la Editorial Visor Libros.
Andrea Cote es poeta y docente del Departamento de Escritura creativa de la Universidad de Texas en El Paso. Nació en Barrancabermeja en 1981 y ha desarrollado una poesía que la ha hecho acreedora de otros reconocimientos como el Premio Nacional de Poesía en 2002, el Premio Mundial de Poesía Joven Puentes de Struga en 2005 y el Premio al Mejor Libro Editado por Citta di Castrovillari en 2010.
Sus poemas expresan una preocupación por la relación entre el sujeto y el territorio, la maternidad, la identidad y en el caso de “Querida Beth”, según el jurado del Premio Casa de América de poesía: “evoca la historia de una migrante contada por otra, definida por su autora como una ‘autobiografía por encargo’” en el que toca temas como “los avatares de la inmigración, los retos del feminismo contemporáneo y las dificultades de quien tiene que abrirse paso en un país ajeno”.
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Durante una entrevista que la poeta concedió para El Magazín Cultural de El Espectador en el marco de la pasada Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo 2024), la autora afirmó sobre el quehacer de escribir poesía: “Cioran decía: ‘Filosofar es aprender a morir’. Y sí, la poesía también nos enseña a morir, pero sobre todo siento que escribir poesía es querer conmoverse. Es permitirse no ser y no desear estar intacto. Y quizá, como aquel verso sugiere, derrumbarse. Es pedirle a la vida que sea plena, que se involucre contigo, y al asombro que no te abandone”.
Según Cote, la literatura tiene el poder de reconciliar a las personas con el espectáculo de lo vivo, especialmente a través de los detalles particulares. Para la escritora, a diferencia de las grandes decepciones que suelen surgir de la lógica racional o de las narrativas grandiosas del éxito, la poesía invita constantemente a conmoverse con la vida tal como se presenta.
Entre sus influencias literarias, Andrea Cote mencionó autores como Blanca Varela, Allen Ginsberg, Olga Orozco, Piedad Bonnett y Giovanni Quessep.
A continuación, presentamos una selección de poemas de “Querida Beth”:
Cuando a la casa del lenguaje se le vuela el tejado
y las palabras no guarecen, yo hablo
-Alejandra Pizarnik
Hablo del retorno, pienso por un momento que existe.
Estoy rodeada de gente repleta de lo mismo que le hace falta: lengua, país, bienes raíces, número de identificación. Cuándo me preguntan de dónde vengo, sonrío, el lugar del que vengo no existe más.
Pero allá, sin embargo, estoy volviendo.
Me pregunto
“Nuestra lengua materna no es para nada una madre,
sino una huérfana”
-Ocean Voung
Si es verdad que hace treinta años,
como dices,
el paisaje era otro:
la nieve más alta
la casa más baja,
más fuertes las ganas de llegar.
Me gustaría saber si ya lo conseguiste
TODO.
Ya sabes:
la casa,
el abrigo de piel,
las botas de cuero
la nacionalidad,
la tabla de esquiar.
¿Y dime, Beth
qué trajiste de casa?
¿qué de todo lo que fue arrasado perduró?
¿Estas fotos,
la estatuilla de José Gregorio
la botella de anís?
¿Es ésta cruz
igual
a la del pueblo?
Verás,
a veces siento
que la casa se repite,
como la guerra misma.
Azul
Como todo ciudadano modelo de este país,
Don lo adeuda prácticamente todo:
la camioneta,
la casa, la última subscripción,
los palos de golf,
la podadora,
el equipo de esquiar.
En su fortín suburbano
bajo un enjambre de neumáticos y clavos
atesora el ajuar
de todos sus futuros posibles
-uno de ellos muy negro-
Como todo ciudadano modelo,
se pasa el día esperando
el periódico
y una revelación sobrecogedora.
Cree en los espías,
en el microbio asesino
en las conspiraciones,
en Dios
y en ese acontecimiento telúrico al que llaman amor.
Cuando miro a América
en la cara de Don,
la inesperada transparencia de sus ojos
tan azules,
me desarma.
Cuando miro a América
en la cara de Don
deseo para ella
un milagro más noble que sí misma.
Cuando miro a América
en la cara de Don
la veo triste.
La multitud
Nos dijeron que más allá del monte
del plano
del barranco
anda la vida que soñamos.
Donde empieza el dolor
a entumecernos las piernas
nos vamos desprendiendo
de antiguos recursos de viaje,
más que nada
palabras.
Por no hablar de la sed
señalamos
gotas borboteando entre piedras.
No podemos gemir,
para eso hace falta fuerza,
pero aquí todo es para andar:
el chasquido de huesos en la carne
la rama retorciéndose,
el aliento sin aire
todo
es del tránsito.
No se puede pensar en lo que vamos dejando.
Amar es lo opuesto a irse
Amar es hundir la raíz en algo.
Pero la voluntad de cruce
es nuestra estrella
y más allá del cuerpo
ya estamos del otro
lado
sólo nos falta llevarlo.
Hay voraces ráfagas
que me empujan hacia esos corredores,
pero no entera,
sólo en partes,
y por la ruta
voy dejando
trozos de pan
girones de ropa,
papeles rotos
los hijos que me da el camino,
los ramajes en que
se acurrucan
exhaustos.
El cansancio,
un ruego
de cosas extinguiéndose
cuyo vacío
es más amplio
que el mundo.
Algo mío
de todo esto
que avanza
podrá finalmente cruzar.