Andrés Castañeda se adorna con amuletos. Tiene piel morena, un corte de pelo muy bajo en los extremos y arriba le sobresalen unos crespos castaños. Ilustración: Paula Sánchez
Foto: Gustavo Torrijos Zuluaga
Varios de sus amigos han muerto en sus brazos después de una ráfaga de disparos o de caerse graviteando (descolgarse en una bicicleta sin frenos por alguna carretera). Ha tenido que correr a parar carros para que los auxilien y ha tenido que ver cómo nadie para. Ha visto cómo la vida se desprende de unos ojos que tendrá que recordar a través de otro anillo u otro dije que se colgará en el cuerpo. Ha cerrado muchos de esos ojos.
Por Laura Camila Arévalo Domínguez
Periodista en el Magazín Cultural de El Espectador desde 2018 y editora de la sección desde 2023. Autora de "El refugio de los tocados", el pódcast de literatura de este periódico.@lauracamilaadlarevalo@elespectador.com
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