Andrés Obando: “La nostalgia, bien llevada, puede ser una fuente de felicidad”
Presentamos una entrevista con Andrés Obando, a propósito del lanzamiento de su más reciente novela: “El país de la nostalgia”, situada en la Berlín de la Guerra Fría.
Andrés Osorio Guillott
Andrés Obando, que ya ha publicado libros como Tintoretta y Entre lágrimas y cintas, presenta ahora su libro El país de la nostalgia, que nos regresa a la Guerra Fría y la Alemania de esos años en los que Berlín estuvo dividida por un muro. Nuevamente el escritor colombiano refleja en su obra su interés por la historia del siglo XX y por la cultura europea.
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Andrés Obando, que ya ha publicado libros como Tintoretta y Entre lágrimas y cintas, presenta ahora su libro El país de la nostalgia, que nos regresa a la Guerra Fría y la Alemania de esos años en los que Berlín estuvo dividida por un muro. Nuevamente el escritor colombiano refleja en su obra su interés por la historia del siglo XX y por la cultura europea.
“Disfruté mucho escribir este libro. De todos los que he escrito, es el que más he gozado. Las primeras páginas, donde narro esa historia de amor de infancia entre Marcel y Sara, me conmovieron mucho. Tal vez no sea lo mejor que he escrito, pero sí lo que más he disfrutado”, dijo Obando sobre este libro que se centra en el físico Marcel Kremer, quien sale de la cárcel y se encuentra con la reunificación de Alemania.
Vi que la historia nació porque fue a Berlín, y también está su interés por la historia. Pero hablemos de cómo fue ese proceso de creación del libro, del personaje, y de adecuarlo en el contexto del Muro de Berlín y la Guerra Fría.
La historia, de hecho, nació mucho antes de que decidiera hacer algo sobre Berlín. Siempre quise escribir sobre una ciudad que fuera casi imaginaria, algo que no existiera. En 2019 hice un viaje a Berlín y esa idea se conectó con la realidad de una ciudad única y fascinante como lo fue Berlín dividida. Me di cuenta de que esa ciudad, con su contexto histórico, era el mundo perfecto para lo que quería narrar. Así empezó todo: primero la ciudad y luego los personajes que surgieron para habitarla.
Algo que me llamó la atención es el tema del azar en la vida del personaje. ¿Por qué incluir este concepto?
Quería explorar cómo el azar, o la percepción de tener “mala suerte”, afecta psicológicamente a alguien. Mi personaje principal, especialmente en el presente, siente que ha tenido muy mala suerte y eso lo marca profundamente. Esto también me permitió reflejar los cambios en Alemania, desde los juegos en la RDA hasta la cultura más americanizada de la Alemania reunificada. Más que una obsesión mía, el azar fue una herramienta para construir su carácter y su historia.
También señala que el mundo de la novela lo había imaginado antes de ir a Berlín. ¿Por qué ese interés por la capital alemana?
Necesitaba un escenario casi inverosímil, y Berlín, dividida por un muro, era justo eso. Me fascinaba la idea de dos mundos coexistiendo sin mezclarse. Además, siempre he tenido un interés por la cultura alemana y por cómo este país se ha transformado después de la guerra. Quería alejarme de la Segunda Guerra Mundial, que ya se ha explorado tanto, y centrarme en la Alemania dividida, que es un reflejo de las tensiones globales de esa época.
¿Qué referentes tiene de la cultura alemana, no solo literarios, sino en general?
A nivel cultural, he explorado mucho sobre la Segunda Guerra Mundial, pero también disfruto de la música alemana. Por ejemplo, la banda Anne Marie Kateringhoff (el nombre es larguísimo), y artistas más conocidos como Nena, la de 99 Luftballons. También me gusta Alemania a nivel deportivo; siempre he sido hincha de su selección en los mundiales. Creo que mi interés por el país viene de muchas áreas diferentes.
Mencionó la relevancia psicológica en el personaje y su interacción con la doctora Mertens. ¿Cómo se desarrolla ese aspecto en la novela?
Quería mostrar cómo la cárcel puede afectar psicológicamente a alguien completamente cuerdo. Marcel, mi personaje, cambia radicalmente del pasado al presente: de un joven lleno de sueños a un adulto lleno de rabia. La doctora Mertens cumple un papel crucial en ayudarlo a confrontar su pasado y a reencontrarse consigo mismo. Además, quise usarla para mostrar que lo que él vivió no era solo su tragedia, sino algo compartido por muchos en esa ciudad y esa época.
Algo que me llamó mucho la atención es la frase: No es la persona la que elige su tragedia, sino la tragedia la que elige a la persona. ¿Qué opina de eso?
Esa frase encapsula lo que quería transmitir con la historia. Muchas veces las circunstancias están fuera de nuestro control, y eso es lo que ocurre con Marcel. La tragedia lo eligió, no fue algo que buscó, y eso lo define. Creo que esa frase es un resumen del libro.
También exploró la relación entre el arte y la ciencia en el personaje. Él, siendo físico, tiene este dilema sobre crear sus propias ideas. ¿Cómo pensó en trabajar este contraste?
Me interesaba mostrar cómo la escritura llega a las personas en diferentes momentos. Marcel siempre tuvo ese interés por escribir, pero no encontró un motivo suficiente hasta mucho después. Este conflicto entre el rigor de la ciencia y la libertad del arte me permitió darle más profundidad al personaje.
Por último, quería preguntarle sobre la nostalgia. Fernando Vallejo dice que en la nostalgia hay felicidad. ¿Qué opina? ¿Usted es nostálgico?
Sí, soy muy nostálgico, pero disfruto de ese sentimiento. Me gusta recordar tanto los momentos felices como los difíciles, porque eso me permite revivir mi pasado. Creo que la nostalgia, bien llevada, puede ser una fuente de felicidad.
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