Andrés Orozco-Estrada será el primer director colombiano en La Scala de Milán
El aclamado músico paisa, actual director de la Orquesta de la RAI, dirige en el Teatro Metropolitano de Medellín ‘Las Bodas de Fígaro’, con la que posee una conexión personal. Será su primera vez dirigiendo esta obra en su totalidad, previo a su debut en La Scala de Milán, el escenario más importante de la ópera en el mundo.
José David Escobar Franco
La primera vez que vio en vivo ‘Las Bodas de Fígaro’, Andrés Orozco-Estrada lloró. Era 1997, tenía 20 años y estaba en Viena, formándose como director de orquesta. Con el dinero que en ese entonces tenía, debía comer atún enlatado tres veces a la semana, compartir apartamento con otras cuatro personas, vivir bajo una “disciplina espartana”, y pagar uno de los balcones más lejanos del escenario de la ópera estatal de Viena, donde debía ver la función de pie. Pero no importaba. “¿Será cierto que están tocando en vivo?”, se preguntaba, porque incluso desde los palcos baratos la acústica era perfecta y también lo era la interpretación y la dirección. Cada movimiento tenía la precisión de un reloj y la fluidez de una película grabada. Para Orozco-Estrada no parece haber palabras suficientes para describir lo que siente cuando escucha ese clásico de Mozart: “salí sorprendido… emocionado… entusiasmado… ilusionado…”, dice sobre lo que sintió ese día y, aún así, esas palabras no terminan de describir lo que en su corazón le generó esta obra de valor histórico que le gusta “de principio a fin” y que alcanza una “perfección absoluta”. Lo que era claro para él era que un día tendría que interpretarla.
El 30 de septiembre de 2023, Andrés Orozco-Estrada debutará en el teatro La Scala de Milán –la meca de la ópera–, con ‘Las bodas de Fígaro’. Será el primer colombiano en llegar a dirigir en ese escenario. Pero antes de presentar esa obra en el escenario más importante del mundo, cumplirá por primera vez su sueño en el Teatro Metropolitano de Medellín, la ciudad donde nació, el próximo 21 y 23 de julio.
¿Cómo se reflejará su sello personal en ‘Las Bodas de Fígaro’?
“Si alguien desea diferenciar mi sello como director de orquesta, deberá concentrarse, cerrar los ojos y escuchar la música, pues la ópera conjuga también actuación y escenografía. Mi sello, aunque tenga mis propias ideas, siempre dependerá de lo que suceda en el escenario, de los conceptos escénicos, de los cantantes y no solo de su canto, sino también de su actuación. Incluso la acústica del teatro juega un papel importante. Presenciar incluso los posibles errores que surgen en vivo es la vida real en su máxima expresión, lo cual le da un sello único de vivacidad y originalidad absolutas”.
El 30 de septiembre de 2023, Andrés Orozco-Estrada debutará en el teatro La Scala de Milán –la meca de la ópera–, con ‘Las bodas de Fígaro’. Será el primer colombiano en llegar a dirigir en ese escenario.
La dirección musical que se verá en Medellín representa décadas de preparación de Andrés Orozco-Estrada y también su momento de mayor madurez. La obra es una producción escénica del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo y La Compañía Estable. Contará con la actuación del barítono Jacobo Ochoa, miembro de la ópera de Stuttgart y ganador del Concurso Nacional de Canto de Colombia, en el papel de Fígaro, y de Julieth Lozano en el papel de Susanna, quien obtuvo en 2023 el premio del público en el BBC Cardiff Singer of the World Competition, por el cual se le ha acuñado el título de “la mejor soprano del mundo”. La dirección escénica estará a cargo de Pedro Salazar y la dirección coral será de Cecilia Espinosa Arango, quien fundó la carrera de música en EAFIT, es directora titular de la orquesta sinfónica de esa universidad y fue profesora de música de Orozco-Estrada en su colegio.
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Orozco-Estrada tiene una vena de familia afín a la música: un tío guitarrista, un primo violinista y una mamá que canta, pero de niño la música no era lo único en su vida. Jugaba fútbol, “como era portero, le ponía mucha pasión y hacía unas voladoras de miedo”, le dijo en 2013 a El País, de Cali. Sin embargo, tuvo la influencia de la maestra Espinosa en el Instituto Musical Diego Echavarría. Orozco recuerda de esas clases que, cuando los niños se ponían necios, la maestra tiraba al aire la batuta para llamar la atención. Un día, la batuta cayó al piso y se rompió, entonces Cecilia Espinosa se la regaló al pequeño Andrés. Ese se volvió un objeto preciosísimo que guardó con recelo. Fue ese día que supo que quería ser director de orquesta.
¿Cómo es trabajar horizontalmente con la maestra Espinosa luego de todos estos años?
“Yo la escucho, atiendo a sus comentarios e indicaciones. Reencontrarme con ella y con todos los recuerdos y experiencias que hemos compartido en la ciudad es realmente especial. Trabajar con la maestra Cecilia siempre es muy bonito, porque hay un vínculo que ha pasado por muchos momentos y se mantiene lleno de aprecio real. Casi diría que tenemos una conexión familiar en cierto sentido. Me enseñó a leer música, a entender cómo tocar el violín, a cantar en el coro y me introdujo a las bases de la dirección. Incluso me brindó las primeras oportunidades de dirigir. No es común tener este tipo de oportunidades en la vida, por lo que lo valoro enormemente. En el colegio, ella nos enseñó la esencia de entender la música como ella la entendía y la transmitía, de una forma absolutamente natural y orgánica”.
Orozco-Estrada, hoy también profesor, intenta transmitir a sus alumnos esa misma forma de relacionarse con la música. En marzo de este año revivió ese pasado. Fue invitado al programa ‘Inspiración Comfama’, a dar una pequeña clase y compartirle a niños de colegios oficiales de Medellín su testimonio de vida en el Teatro Metropolitano.
¿Qué se lleva de esa experiencia?
“Hablar de ópera con jóvenes es algo hermoso y valioso, especialmente en una ciudad como Medellín, donde la ópera no es muy común y la oferta es limitada. El encuentro me permitió conectarme con un grupo de jóvenes que están en una realidad de la que, para mí, que estoy lejos de Colombia, es fácil perder noción después de tantos años. Fue como redescubrir no solo a esos jóvenes, sino también redescubrirme a mí mismo. Estar frente a todos ellos e intentar encontrar formas de comunicación y conexión más allá de las palabras fue algo muy hermoso. Como director de orquesta, estoy acostumbrado a dirigir y relacionarme con profesionales en el campo de la música. Pero cuando me encontré frente a este grupo de jóvenes, el enfoque fue diferente. Tuve que adaptar mi lenguaje y mi forma de comunicarme para conectar con ellos de manera directa y humana”.
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Orozco-Estrada vivió su infancia en el barrio Manrique, de una Medellín que era capital del narcotráfico. Para ese entonces, era común que cada fin de semana hubiera muertos y balaceras. En Viena, donde vive hoy, el crimen es, en comparación, una rareza.
Usted ha estado yendo y viniendo de Colombia a Europa. ¿Cómo siente que ha cambiado la escena de la ópera en Colombia?
“Cuando salí de Colombia en 1997, había algunas facultades de arte y algunas orquestas juveniles, pero el panorama estaba en sus primeras etapas de crecimiento. Hoy, prácticamente todas las universidades tienen departamentos de música o facultades de artes. Además, ha habido un crecimiento notable en las orquestas juveniles y en todo el movimiento de la música sinfónica, especialmente entre los jóvenes. Este crecimiento ha sido increíble. Esto significa que la música sinfónica clásica está cada vez más cerca de la sociedad, con un mayor número de conciertos en diferentes partes de cada ciudad. En mi opinión, las orquestas del país, desde las juveniles hasta las profesionales, están tocando cada vez mejor. En segundo lugar, en cuanto al teatro, he notado un crecimiento impresionante en los últimos años. Aunque mi experiencia se limita a momentos puntuales, puedo percibir el crecimiento en las actividades regulares del teatro y en su deseo constante de mejorar y ofrecer más. El proyecto de expansión del Teatro Metropolitano es absolutamente espectacular y será un regalo para la ciudad. Lo veo más despierto, más vivo, lleno de energía como nunca antes”.
Veo al Teatro Metropolitano de Medellín más despierto, más vivo, lleno de energía como nunca antes.
Andrés Orozco-Estrada, director
¿Entonces siente que la audiencia también ha cambiado?
“Sí, y ha crecido. Tiene más conocimiento y cuando hablo de conocimiento no me refiero solo al conocimiento intelectual, sino también a esa conexión emocional. Querer ir a un concierto implica tener ese deseo de saber, de experimentar la música en vivo. Y creo que cada vez más personas tienen ese interés y disfrutan de los conciertos. El hecho de que haya cada vez más conciertos y que todos ellos tengan su público demuestra que el interés del público está creciendo”.
En 2004, Orozco-Estrada, de 26 años, fue llamado a última hora a reemplazar en una orquesta de Viena al reconocido director Heinz Wallberg. Tras el concierto, la crítica local lo denominó “el milagro de Viena”. Desde 2022, es director titular de la orquesta nacional sinfónica de la RAI (Radiotelevisione Italiana).
¿Por qué ir a ver ‘Las Bodas de Fígaro’?
“Es una obra maestra que trasciende el tiempo y sigue siendo relevante en la actualidad. Las grandes obras maestras tienen la capacidad de emocionarnos y cautivarnos sin importar la época en la que se presenten. Aunque la historia ya ha sido contada y representada en innumerables ocasiones, esta producción en particular ofrece una combinación única de elementos. Desde la puesta en escena hasta la escenografía y el colorido, se percibe un enfoque más latino, lo cual le brinda un carácter especial y distintivo. Además, el elenco está conformado en su mayoría por artistas colombianos que creo que son, no solo los mejores de Colombia, sino que están entre lo mejor del mundo en este momento.
El elenco está conformado en su mayoría por artistas colombianos que creo que son, no solo los mejores de Colombia, sino que están entre lo mejor del mundo en este momento.
Andrés Orozco-Estrada, director
Ir a ver Las Bodas de Fígaro es sumergirse en el encanto del arte escénico y dejarse llevar por la magia de una actuación excepcional. Es disfrutar de momentos cómicos, llenos de color y belleza escenográfica. Es experimentar la profundidad emocional y el poder del alma que la música nos transmite. En el teatro, a lo largo de más o menos dos horas, podemos dejarnos llevar por una historia, reírnos, conmovernos, enfadarnos y disfrutar de cada momento. Mi invitación es ir al teatro, con una actitud de inocencia y asombro y dejarse llevar por la historia que se despliega”.
La primera vez que vio en vivo ‘Las Bodas de Fígaro’, Andrés Orozco-Estrada lloró. Era 1997, tenía 20 años y estaba en Viena, formándose como director de orquesta. Con el dinero que en ese entonces tenía, debía comer atún enlatado tres veces a la semana, compartir apartamento con otras cuatro personas, vivir bajo una “disciplina espartana”, y pagar uno de los balcones más lejanos del escenario de la ópera estatal de Viena, donde debía ver la función de pie. Pero no importaba. “¿Será cierto que están tocando en vivo?”, se preguntaba, porque incluso desde los palcos baratos la acústica era perfecta y también lo era la interpretación y la dirección. Cada movimiento tenía la precisión de un reloj y la fluidez de una película grabada. Para Orozco-Estrada no parece haber palabras suficientes para describir lo que siente cuando escucha ese clásico de Mozart: “salí sorprendido… emocionado… entusiasmado… ilusionado…”, dice sobre lo que sintió ese día y, aún así, esas palabras no terminan de describir lo que en su corazón le generó esta obra de valor histórico que le gusta “de principio a fin” y que alcanza una “perfección absoluta”. Lo que era claro para él era que un día tendría que interpretarla.
El 30 de septiembre de 2023, Andrés Orozco-Estrada debutará en el teatro La Scala de Milán –la meca de la ópera–, con ‘Las bodas de Fígaro’. Será el primer colombiano en llegar a dirigir en ese escenario. Pero antes de presentar esa obra en el escenario más importante del mundo, cumplirá por primera vez su sueño en el Teatro Metropolitano de Medellín, la ciudad donde nació, el próximo 21 y 23 de julio.
¿Cómo se reflejará su sello personal en ‘Las Bodas de Fígaro’?
“Si alguien desea diferenciar mi sello como director de orquesta, deberá concentrarse, cerrar los ojos y escuchar la música, pues la ópera conjuga también actuación y escenografía. Mi sello, aunque tenga mis propias ideas, siempre dependerá de lo que suceda en el escenario, de los conceptos escénicos, de los cantantes y no solo de su canto, sino también de su actuación. Incluso la acústica del teatro juega un papel importante. Presenciar incluso los posibles errores que surgen en vivo es la vida real en su máxima expresión, lo cual le da un sello único de vivacidad y originalidad absolutas”.
El 30 de septiembre de 2023, Andrés Orozco-Estrada debutará en el teatro La Scala de Milán –la meca de la ópera–, con ‘Las bodas de Fígaro’. Será el primer colombiano en llegar a dirigir en ese escenario.
La dirección musical que se verá en Medellín representa décadas de preparación de Andrés Orozco-Estrada y también su momento de mayor madurez. La obra es una producción escénica del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo y La Compañía Estable. Contará con la actuación del barítono Jacobo Ochoa, miembro de la ópera de Stuttgart y ganador del Concurso Nacional de Canto de Colombia, en el papel de Fígaro, y de Julieth Lozano en el papel de Susanna, quien obtuvo en 2023 el premio del público en el BBC Cardiff Singer of the World Competition, por el cual se le ha acuñado el título de “la mejor soprano del mundo”. La dirección escénica estará a cargo de Pedro Salazar y la dirección coral será de Cecilia Espinosa Arango, quien fundó la carrera de música en EAFIT, es directora titular de la orquesta sinfónica de esa universidad y fue profesora de música de Orozco-Estrada en su colegio.
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Orozco-Estrada tiene una vena de familia afín a la música: un tío guitarrista, un primo violinista y una mamá que canta, pero de niño la música no era lo único en su vida. Jugaba fútbol, “como era portero, le ponía mucha pasión y hacía unas voladoras de miedo”, le dijo en 2013 a El País, de Cali. Sin embargo, tuvo la influencia de la maestra Espinosa en el Instituto Musical Diego Echavarría. Orozco recuerda de esas clases que, cuando los niños se ponían necios, la maestra tiraba al aire la batuta para llamar la atención. Un día, la batuta cayó al piso y se rompió, entonces Cecilia Espinosa se la regaló al pequeño Andrés. Ese se volvió un objeto preciosísimo que guardó con recelo. Fue ese día que supo que quería ser director de orquesta.
¿Cómo es trabajar horizontalmente con la maestra Espinosa luego de todos estos años?
“Yo la escucho, atiendo a sus comentarios e indicaciones. Reencontrarme con ella y con todos los recuerdos y experiencias que hemos compartido en la ciudad es realmente especial. Trabajar con la maestra Cecilia siempre es muy bonito, porque hay un vínculo que ha pasado por muchos momentos y se mantiene lleno de aprecio real. Casi diría que tenemos una conexión familiar en cierto sentido. Me enseñó a leer música, a entender cómo tocar el violín, a cantar en el coro y me introdujo a las bases de la dirección. Incluso me brindó las primeras oportunidades de dirigir. No es común tener este tipo de oportunidades en la vida, por lo que lo valoro enormemente. En el colegio, ella nos enseñó la esencia de entender la música como ella la entendía y la transmitía, de una forma absolutamente natural y orgánica”.
Orozco-Estrada, hoy también profesor, intenta transmitir a sus alumnos esa misma forma de relacionarse con la música. En marzo de este año revivió ese pasado. Fue invitado al programa ‘Inspiración Comfama’, a dar una pequeña clase y compartirle a niños de colegios oficiales de Medellín su testimonio de vida en el Teatro Metropolitano.
¿Qué se lleva de esa experiencia?
“Hablar de ópera con jóvenes es algo hermoso y valioso, especialmente en una ciudad como Medellín, donde la ópera no es muy común y la oferta es limitada. El encuentro me permitió conectarme con un grupo de jóvenes que están en una realidad de la que, para mí, que estoy lejos de Colombia, es fácil perder noción después de tantos años. Fue como redescubrir no solo a esos jóvenes, sino también redescubrirme a mí mismo. Estar frente a todos ellos e intentar encontrar formas de comunicación y conexión más allá de las palabras fue algo muy hermoso. Como director de orquesta, estoy acostumbrado a dirigir y relacionarme con profesionales en el campo de la música. Pero cuando me encontré frente a este grupo de jóvenes, el enfoque fue diferente. Tuve que adaptar mi lenguaje y mi forma de comunicarme para conectar con ellos de manera directa y humana”.
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Orozco-Estrada vivió su infancia en el barrio Manrique, de una Medellín que era capital del narcotráfico. Para ese entonces, era común que cada fin de semana hubiera muertos y balaceras. En Viena, donde vive hoy, el crimen es, en comparación, una rareza.
Usted ha estado yendo y viniendo de Colombia a Europa. ¿Cómo siente que ha cambiado la escena de la ópera en Colombia?
“Cuando salí de Colombia en 1997, había algunas facultades de arte y algunas orquestas juveniles, pero el panorama estaba en sus primeras etapas de crecimiento. Hoy, prácticamente todas las universidades tienen departamentos de música o facultades de artes. Además, ha habido un crecimiento notable en las orquestas juveniles y en todo el movimiento de la música sinfónica, especialmente entre los jóvenes. Este crecimiento ha sido increíble. Esto significa que la música sinfónica clásica está cada vez más cerca de la sociedad, con un mayor número de conciertos en diferentes partes de cada ciudad. En mi opinión, las orquestas del país, desde las juveniles hasta las profesionales, están tocando cada vez mejor. En segundo lugar, en cuanto al teatro, he notado un crecimiento impresionante en los últimos años. Aunque mi experiencia se limita a momentos puntuales, puedo percibir el crecimiento en las actividades regulares del teatro y en su deseo constante de mejorar y ofrecer más. El proyecto de expansión del Teatro Metropolitano es absolutamente espectacular y será un regalo para la ciudad. Lo veo más despierto, más vivo, lleno de energía como nunca antes”.
Veo al Teatro Metropolitano de Medellín más despierto, más vivo, lleno de energía como nunca antes.
Andrés Orozco-Estrada, director
¿Entonces siente que la audiencia también ha cambiado?
“Sí, y ha crecido. Tiene más conocimiento y cuando hablo de conocimiento no me refiero solo al conocimiento intelectual, sino también a esa conexión emocional. Querer ir a un concierto implica tener ese deseo de saber, de experimentar la música en vivo. Y creo que cada vez más personas tienen ese interés y disfrutan de los conciertos. El hecho de que haya cada vez más conciertos y que todos ellos tengan su público demuestra que el interés del público está creciendo”.
En 2004, Orozco-Estrada, de 26 años, fue llamado a última hora a reemplazar en una orquesta de Viena al reconocido director Heinz Wallberg. Tras el concierto, la crítica local lo denominó “el milagro de Viena”. Desde 2022, es director titular de la orquesta nacional sinfónica de la RAI (Radiotelevisione Italiana).
¿Por qué ir a ver ‘Las Bodas de Fígaro’?
“Es una obra maestra que trasciende el tiempo y sigue siendo relevante en la actualidad. Las grandes obras maestras tienen la capacidad de emocionarnos y cautivarnos sin importar la época en la que se presenten. Aunque la historia ya ha sido contada y representada en innumerables ocasiones, esta producción en particular ofrece una combinación única de elementos. Desde la puesta en escena hasta la escenografía y el colorido, se percibe un enfoque más latino, lo cual le brinda un carácter especial y distintivo. Además, el elenco está conformado en su mayoría por artistas colombianos que creo que son, no solo los mejores de Colombia, sino que están entre lo mejor del mundo en este momento.
El elenco está conformado en su mayoría por artistas colombianos que creo que son, no solo los mejores de Colombia, sino que están entre lo mejor del mundo en este momento.
Andrés Orozco-Estrada, director
Ir a ver Las Bodas de Fígaro es sumergirse en el encanto del arte escénico y dejarse llevar por la magia de una actuación excepcional. Es disfrutar de momentos cómicos, llenos de color y belleza escenográfica. Es experimentar la profundidad emocional y el poder del alma que la música nos transmite. En el teatro, a lo largo de más o menos dos horas, podemos dejarnos llevar por una historia, reírnos, conmovernos, enfadarnos y disfrutar de cada momento. Mi invitación es ir al teatro, con una actitud de inocencia y asombro y dejarse llevar por la historia que se despliega”.