Andrés Ramírez Pulido: “La jauría”, un viaje atmosférico y emocional
“La jauría”, película dirigida por el colombiano Andrés Ramírez Pulido, figuró en la Semana de la Crítica en Cannes, en la Berlinale, El Cairo y Viña del Mar. Su director habla sobre el rodaje y la selección de actores.
Comencemos por usted y su carrera: sus producciones se preguntan y reflexionan sobre la importancia de la figura paterna en la niñez y la adolescencia, ¿por qué ha insistido con este tema?
Esta reflexión sobre cómo nos marca la figura paterna en los primeros años de vida, ya sea por su amor, abandono o ausencia es una inquietud más subterránea e inconsciente que ha ido saliendo a flote a través del camino. Al comienzo solo era una pulsión, mezclada con experiencias borrosas de mi infancia. Luego empecé a escuchar las historias de amigos y adolescentes que conocí durante la realización de los cortometrajes que hablaban de esa relación profunda, entrañable y, de otros, tormentosa con sus padres (hombres) y esto hizo resonancia dentro de mí.
Hablemos de la Semana de la Crítica en Cannes y la importancia de estrenar su película allí…
Es una sección que pone el foco en directores noveles. Es un espacio para que primeras o segundas películas brillen entre tantas producciones que se muestran en Cannes. Para mí, es una felicidad estar en este espacio donde han estado otros directores que admiro y también de películas que me gustan. La selección en la Semana de la Crítica de Cannes hará que la película viaje más fácil por las múltiples pantallas que nos invaden ahora.
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Hablemos de la historia de su película y la culpa que padece su protagonista, un asunto que lo humaniza y lo acerca al espectador…
La historia es de un chico que lucha con el odio y la culpa mientras paga una condena en un centro experimental para menores. La llegada de su viejo amigo y cómplice trae consigo un pasado al cual él no quiere volver. Tiene un deseo de cambio. Pero el círculo de hostilidad en el cual están inmerso él y los demás personajes parece invencible. Es una historia fuerte, pero llena de aristas que creo conectarán al espectador. Me gusta el cine que tenga una búsqueda formal, que confíe en el poder de la imagen y el sonido, y al mismo tiempo me gusta el cine que te proponga un viaje atmosférico y emocional. Esto es lo que he intentado explorar en La jauría confiando en la presencia de los chicos, en sus miradas y silencios.
¿Por qué eligió el Tolima para rodar?
No elegí el Tolima... o en cierta parte sí. Decidí vivir junto a mi novia, ahora mi esposa, en Ibagué. Luego, de manera orgánica, nacieron los cortometrajes y el largometraje. Hay personas que piensan que la génesis o pulsión inicial de mis películas se trata de historias de chicos en la periferia de Ibagué y su condición social, económica y demás. Pero realmente no es así. Es el lugar donde me puso la vida y yo he decidido vivir, observar, habitar y trabajar allí. Ha sido una experiencia profunda.
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Y de su experiencia trabajando con adolescentes de catorce años que, además, están en la cárcel: ¿por qué decidió que ellos fueran sus actores? ¿Cómo le fue trabajando con ellos?
La dirección de actores y el trabajo con adolescentes es algo que me encanta, se ha convertido en una búsqueda. Me gusta estar comprometido desde el inicio, en la búsqueda de los mismos, en la estrategia para buscarlos. En La jauría he intentado dejarme sorprender e ir por perfiles inesperados. El chico que interpreta el personaje principal fue una apuesta apasionante, un lugar no seguro, una decisión arriesgada aun para gente del equipo. Pero yo creo que hay gente con una luz especial para la cámara, tienen algo que nos atrae y queremos acompañarlo y descubrirlo en el filme. En este proyecto he trabajado la preparación de actores mano a mano con Carlos Medina, Fagua, de quien he aprendido bastante. En el rodaje me lancé con mi intuición (que ha sido mi herramienta principal como director) al ruedo. Creo que fue trabajo rudo para el equipo y para los chicos y eso se siente en la película. Se transpiró bastante.
Esta es su segunda vez en Cannes, también estuvo en la Berlinale, El Cairo y Viña del Mar. ¿Cómo ha sido su experiencia en estos festivales y el paso de sus producciones? Qué resalta de su participación allí…
Me siento privilegiado de que mis trabajos hayan sido seleccionados en estos festivales. Yo he intentado concentrarme en seguir trabajando y realmente estas selecciones lo que te permiten es eso: visibilizar tu trabajo y así hacerte el camino un poco más fácil para el próximo proyecto. Lo más lindo es poder conocer personas de varias partes del mundo que vean tu película y se conecten con ella. Esa es la experiencia realmente invaluable y que queda dentro de ti.
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Comencemos por usted y su carrera: sus producciones se preguntan y reflexionan sobre la importancia de la figura paterna en la niñez y la adolescencia, ¿por qué ha insistido con este tema?
Esta reflexión sobre cómo nos marca la figura paterna en los primeros años de vida, ya sea por su amor, abandono o ausencia es una inquietud más subterránea e inconsciente que ha ido saliendo a flote a través del camino. Al comienzo solo era una pulsión, mezclada con experiencias borrosas de mi infancia. Luego empecé a escuchar las historias de amigos y adolescentes que conocí durante la realización de los cortometrajes que hablaban de esa relación profunda, entrañable y, de otros, tormentosa con sus padres (hombres) y esto hizo resonancia dentro de mí.
Hablemos de la Semana de la Crítica en Cannes y la importancia de estrenar su película allí…
Es una sección que pone el foco en directores noveles. Es un espacio para que primeras o segundas películas brillen entre tantas producciones que se muestran en Cannes. Para mí, es una felicidad estar en este espacio donde han estado otros directores que admiro y también de películas que me gustan. La selección en la Semana de la Crítica de Cannes hará que la película viaje más fácil por las múltiples pantallas que nos invaden ahora.
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Hablemos de la historia de su película y la culpa que padece su protagonista, un asunto que lo humaniza y lo acerca al espectador…
La historia es de un chico que lucha con el odio y la culpa mientras paga una condena en un centro experimental para menores. La llegada de su viejo amigo y cómplice trae consigo un pasado al cual él no quiere volver. Tiene un deseo de cambio. Pero el círculo de hostilidad en el cual están inmerso él y los demás personajes parece invencible. Es una historia fuerte, pero llena de aristas que creo conectarán al espectador. Me gusta el cine que tenga una búsqueda formal, que confíe en el poder de la imagen y el sonido, y al mismo tiempo me gusta el cine que te proponga un viaje atmosférico y emocional. Esto es lo que he intentado explorar en La jauría confiando en la presencia de los chicos, en sus miradas y silencios.
¿Por qué eligió el Tolima para rodar?
No elegí el Tolima... o en cierta parte sí. Decidí vivir junto a mi novia, ahora mi esposa, en Ibagué. Luego, de manera orgánica, nacieron los cortometrajes y el largometraje. Hay personas que piensan que la génesis o pulsión inicial de mis películas se trata de historias de chicos en la periferia de Ibagué y su condición social, económica y demás. Pero realmente no es así. Es el lugar donde me puso la vida y yo he decidido vivir, observar, habitar y trabajar allí. Ha sido una experiencia profunda.
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Y de su experiencia trabajando con adolescentes de catorce años que, además, están en la cárcel: ¿por qué decidió que ellos fueran sus actores? ¿Cómo le fue trabajando con ellos?
La dirección de actores y el trabajo con adolescentes es algo que me encanta, se ha convertido en una búsqueda. Me gusta estar comprometido desde el inicio, en la búsqueda de los mismos, en la estrategia para buscarlos. En La jauría he intentado dejarme sorprender e ir por perfiles inesperados. El chico que interpreta el personaje principal fue una apuesta apasionante, un lugar no seguro, una decisión arriesgada aun para gente del equipo. Pero yo creo que hay gente con una luz especial para la cámara, tienen algo que nos atrae y queremos acompañarlo y descubrirlo en el filme. En este proyecto he trabajado la preparación de actores mano a mano con Carlos Medina, Fagua, de quien he aprendido bastante. En el rodaje me lancé con mi intuición (que ha sido mi herramienta principal como director) al ruedo. Creo que fue trabajo rudo para el equipo y para los chicos y eso se siente en la película. Se transpiró bastante.
Esta es su segunda vez en Cannes, también estuvo en la Berlinale, El Cairo y Viña del Mar. ¿Cómo ha sido su experiencia en estos festivales y el paso de sus producciones? Qué resalta de su participación allí…
Me siento privilegiado de que mis trabajos hayan sido seleccionados en estos festivales. Yo he intentado concentrarme en seguir trabajando y realmente estas selecciones lo que te permiten es eso: visibilizar tu trabajo y así hacerte el camino un poco más fácil para el próximo proyecto. Lo más lindo es poder conocer personas de varias partes del mundo que vean tu película y se conecten con ella. Esa es la experiencia realmente invaluable y que queda dentro de ti.
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