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Usted ha participado en algunas versiones del Festival Internacional de Música Sacra de Bogotá, ¿cuál ha sido su relación con este tipo de música?
Participé en el primer festival que se hizo, en donde estuve haciendo música antigua, que es en la que me especialicé en Europa. Me dedico mucho a este repertorio, lo que comprende desde el Romanticismo hasta el Renacimiento. Luego, cuando el festival cumplió 10 años, me invitaron de nuevo. Esa edición fue muy especial, porque el maestro David Manzur hizo el diseño del festival y fue la primera vez que el evento salió a las regiones. También estuve participando el año pasado, en Santa Marta, en la segunda edición de “Colombia es música sacra”.
¿Por qué decidió realizar una especialización en música antigua?
Por gusto. Estudié mi pregrado en la Universidad Javeriana y, desde esa época o un poco antes, vi en la casa de una amiga la Pasión según San Mateo, de Johann Sebastian Bach, y me enamoré de ese repertorio. Después ingresé a la Coral Santa Cecilia y ahí se hacía mucha música antigua. Cuando era estudiante participé con varias orquestas, como la Filarmónica y la Sinfónica, en donde cantaba repertorio coral. Luego empecé a cantar música antigua y mi voz también se prestaba mucho para eso.
¿Esta anécdota fue lo que lo llevó a enfocarse en el canto lírico?
Sí, está relacionado. Para hacer música antigua, previamente realicé todos los estudios en canto lírico durante mi pregrado en la Universidad Javeriana. Sin embargo, no siento que fue una decisión que tomé desde que era muy niño, sino que la vida me fue llevando un poco por ese camino, porque siempre me gustó cantar, pero lo hacía de manera empírica. De hecho, antes de estudiar canto aprendí a tocar guitarra solo. Siempre canté, desde muy niño, música popular: boleros, rock en español e inglés, etc.
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¿Y por qué al final centró su carrera hacia la música lírica?
Es un repertorio que comencé a descubrir como quien descubre la nueva literatura. Uno al estudiar música va subiendo el nivel de conocimiento, entonces empecé a encontrar más interesante este repertorio, a apreciarlo mejor, a darme cuenta el nivel alto de composición que tiene, a disfrutar mucho su estructura musical. Además, me gustan mucho los idiomas, y eso es algo que acompaña mucho a esta carrera.
¿Qué retos ha enfrentado para ejercer su carrera en un país como Colombia, que no tiene una tradición lírica?
El reto más importante es vivir de la música en Colombia. Es difícil, porque como dices, no hay una tradición grande, no tenemos tantos teatros ni tanta programación como en Europa, en donde existe una programación habitual de más de 10 títulos al año y una casa de ópera. Acá los cantantes no tienen esa estabilidad que pueden tener en Europa. Aunque ha mejorado la situación en Colombia, creo que aún falta. Pero no vivo del canto, soy docente y dirijo el área de canto del Departamento de Música de la Universidad de los Andes. Eso ha permitido que el obstáculo de vivir de la música en Colombia sea más accesible para mí.
¿Por qué decidió ejercer su carrera en Colombia y no en Europa?
Es cierto que el campo en que me especialicé, el de música antigua, tiene más prevalencia, vida y existencia en Europa. De hecho, estuve viviendo un tiempo allá, pero por cuestiones personales me regresé a Colombia. Acá empecé a tener mi familia, entonces eso me llevó a instalarme de nuevo en el país. Pero sí es verdad que Europa es un lugar que puede tener más constancia a nivel económico para un cantante.
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¿Qué diferencias diría que existen entre el público europeo y colombiano?
En Europa, Estados Unidos y en Suramérica he tenido públicos muy diversos, pero siempre muy interesados en el repertorio. Hay gente que, incluso, se interesa mucho por los instrumentos antiguos o el tipo de canto. Entonces, se acercan después y hacen preguntas muy interesantes sobre obras que les parecieron muy curiosas y que escucharon por primera vez, y eso es algo que sucede en todos lados del mundo. Ahora, en Europa, por la tradición que mencionabas antes, el público puede ser más conocedor, tener más conocimiento de las obras del programa que uno va a interpretar en comparación con Suramérica.
Volviendo a la docencia, ¿por qué eligió ese camino?
Empecé a enseñar desde que estaba en el pregrado en una academia para niños. Luego, cuando me gradué, di clases en la Universidad Javeriana. Me comenzó a gustar mucho porque cuando uno es profesor es cuando más aprende. Así que me apasiona mucho la docencia, porque trae varias enseñanzas a nivel personal y profesional.
¿Qué enseñanzas le ha dejado la docencia?
Una de las más importantes ha sido estar todo el tiempo actualizado, porque enseñar es aprender. En el canto lírico las clases son individuales, entonces cada vez que cambio de estudiante, se transforma también la psicología de la enseñanza. En ese sentido, uno aprende mucho, porque con cada persona debes saber cómo cambiar la metodología, cuál es su personalidad y tratar de aprovechar los conocimientos que uno tiene como docente, para llegarle a cada estudiante de una manera diferente, porque cada uno es un mundo distinto y algunos tienen otras facultades y dificultades.
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