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Ángeles Somos, esta casa es de agujas donde viven todas las brujas

“Va a encontrar una movilización de niños que están cantando, pidiendo algo muy auténtico y original que no responde a ningún canon ni a ninguna norma de salir y pintarse, ponerse un disfraz, nada eso”.

Pedro Mendoza C
01 de noviembre de 2023 - 08:50 p. m.
La tradición de Ángeles somos se celebra el 1 de noviembre en las calles de Cartagena.
La tradición de Ángeles somos se celebra el 1 de noviembre en las calles de Cartagena.
Foto: Cortesía Raúl Paniagua
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“Ángeles somos, del cielo vinimos pidiendo limosna para nosotros mismos. No te rías, no te rías, que la mochila está vacía”, esto dice Orlando de la Rosa, tiene 8 años y camina por una de las calles de la Boquilla. Al llegar a la casa de la vecina, Nidya, le entregan dos plátanos maduros. Orlando dice: “Esta casa es de arroz donde vive el niño Dios”, camina unos metros más y llega a una casa de color amarillo y dos ventanas. Es temprano y el sonido del mar se escucha.

Allí no les abren. Orlando con el uniforme del colegio, suéter blanco y pantalón azul junto con sus amigos se ríen. Todos en unísono dicen: “Esta casa es de agujas, donde viven todas las brujas”.

Una vez que han terminado el recorrido escogen donde hacer el sancocho para compartir, reír y celebrar que están vivos, sabiendo que su fiesta es también para los niños muertos, los ángeles.

Esta tradición es, desde hace nueve meses, Patrimonio Cultural Inmaterial -LRPCI- de la Nación.

El primero de noviembre, y solo ese día, los niños acompañados por sus madres y hermanos recorren su barrio, llevando un estribillo que cantan cada año. Luego de terminar la jornada, ya sea en la mañana o empezando la tarde, se reúnen acompañados de los mayores que preparan el sancocho para los niños. Es una fiesta de risas y amistad donde todos comparten y aprenden. Lo mejor: no hay disfraces ni máscaras, y menos dulces.

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Al fogón todo lo que les han dado. Plátano, yuca y ñame, hay diferentes “ligas” dependiendo de la casa, a veces hay carne, hueso, patita de pollo y algunos afortunados pescado o cerdo. Al final después de un tiempo de espera viene el compartir y es válido repetir si ya todos comieron.

Esta tradición tiene toda una historia, Raúl Paniagua y Rosita Díaz, su esposa, se propusieron junto con un equipo rescatar lo que se perdía por la modernidad. El pasado 31 de marzo por la mañana tuvieron una de las mejores noticias. El acta No1 CNPC 2023 del Ministerio de Cultura sostenía que la directora de Patrimonio y Memoria puso a consideración de los miembros del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural la inclusión de la manifestación “Ángeles Somos” de Cartagena de Indias en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial -LRPCI- de la Nación.

La inclusión en la lista fue aprobada por unanimidad y seguidamente se hizo presente al equipo de trabajo, para comunicarles el concepto favorable. Era la culminación de un sueño, pero a la vez el inicio del trabajo por fortalecer la tradición.

“Fue muy grato, tuvimos la sustentación de la postulación frente a 19 miembros de Consejo Nacional de Patrimonio, fue una aprobación de unánime, no hubo ninguna objeción, ninguna dificultad y obviamente vinimos, fue a divulgar la información y generar los procesos de masa crítica en la ciudad para que se entendiera lo que significa este reconocimiento”, dice Raúl.

Rosita Díaz de Paniagua es socióloga, como su esposo. Cuando era pequeña recorría las calles de Getsemaní el primer día del mes once. Con el tiempo se fue a estudiar a Medellín, cuando regresó algo pasaba, la tradición se diluía entre disfraces, dulces y una música sin tambores ni el sabor del Caribe.

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Eso y más cosas los motivaron a emprender el rescate de la fiesta. El Espectador se reunió con los Paniagua Díaz. Hablamos de sancochos tradición e inclusive hubo tiempo para la iglesia.

¿Cómo iniciaron ustedes este proceso y que los motivó a traer el pasado al presente con Ángeles Somos?

La tarea de rescatar la tradición de celebrar Ángeles Somos tiene una combinación de factores emocionales. Rosa, cuando niña, disfrutó enormemente de la fiesta cultural en su barrio Getsemaní y cuando regresó encontró que no había la celebración y esa dimensión la llevó a preocuparse por la pérdida.

Como sociólogos que estábamos recién llegados a Cartagena empezamos a observar y analizar y descubrimos que había una cantidad de factores que valía la pena luchar por conservarlos.

Es una celebración que espontáneamente supone que los niños tengan que planear sus actividades, tengan que organizarse. Unos tienen que cargar la olla, otros van cantando, ir golpeando para pedir en los cánticos.

¿Alguien ve a los niños pidiendo y se puede llevar un concepto erróneo de la fiesta?

Hay un elemento clave y es la solidaridad, no es caridad. Cuando la gente regala un pedazo de yuca, de ñame, de papa a unos niños para hacer un sancocho, no están haciendo una obra de caridad, están compartiendo algo que tienen y creemos que esos valores los fuimos comprendiendo a lo largo del tiempo y valía la pena rescatar.

¿Cuándo se empezó a perder la tradición?

Nosotros creemos que la tradición se empezó a perder y se perdió en muchas partes del país y obviamente en América Latina. Pero en el caso concreto de Cartagena, en la región del Caribe colombiano, creemos que en los años 60 y 70, cuando nos configuramos como una nación, nos empezó a llegar el modelo de sociedad, de culturas del interior del país, de Bogotá.

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Las expresiones locales fueron marginalizadas, fueron invisibilizadas y desconocidas. Yo siento que ese modelo de nación moderna que nos venden desde la capital fue lo que opacó y llevó un poco al traste a muchas expresiones culturales locales que son valiosas y significativas.

¿En sus investigaciones que se sabe de la tradición en América Latina?

En relación con los países en los cuales se celebra “Ángeles Somos” hay varios temas. Lo primero, es que la tradición viene desde una bula del siglo VIII de la Iglesia Católica que retoma una tradición de la Iglesia Siria del siglo IV y, como tal, viene con los españoles en la colonia y viene de México hasta Argentina.

Todavía hay poblaciones en México, El Salvador, Guatemala, Ecuador y Argentina donde se celebra “Ángeles Somos”

Pero, además, hemos encontrado otra cosa muy importante. Los Zenúes celebraban el encuentro de los niños vivos y los muertos. Seguimos investigando para documentar, tenemos la información de que en el mes de agosto ellos hacían esa celebración, disponían de alimentos para que los niños muertos vinieran por ellos y los alimentos que los niños muertos no consumían se los daban a los niños vivos.

¿Hablamos de una celebración religiosa o manifestación cultural?

A diferencia de otras comunidades locales en la Costa Caribe colombiana, en Cartagena los negros le aportaron a “Ángeles Somos” el jolgorio, la fiesta, la alegría, salir cantando y tocando instrumentos, le aportan también el aguapanela al sancocho al mediodía.

Ese componente negro, indígena y español se sintetiza en la utopía franciscana, no es una celebración religiosa, sino una manifestación cultural.

¿Qué se encontrará un turista o un visitante hoy primero de noviembre, incluso algún joven cartagenero?

Va a encontrar una movilización de niños que están cantando, pidiendo algo muy auténtico y original que nos responde a ningún canon ni de ninguna norma de salir y pintarse, ponerse un disfraz, nada eso.

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Lo segundo encuentra es que hay una comunidad de adultos que protegen a los niños que los acompañan y que les hacen el sancocho para garantizar que a ellos no les vaya a pasar nada.

Pero, además, van a encontrar que hay una celebración a la vida, al juego, al encuentro, al canto y a la gastronomía, todo esto en cualquier barrio de la ciudad.

Y que siga la tradición.

En el acta de notificación de Patrimonio Cultural Inmaterial -LRPCI- de la Nación se destaca la importancia de la manifestación cultural “Ángeles Somos”, a partir de su dimensión ética y política “que promueve los valores de la solidaridad, convivencia y construcción de una ciudadanía ética a través del patrimonio cultural inmaterial”.

Agrega que se valora “particularmente el vínculo de la manifestación con el patrimonio cultural inmueble del barrio de Getsemaní́, especialmente por la incidencia de dicha relación en una comprensión orgánica del patrimonio cultural de Cartagena”.

La fiesta no da espera. Delly De la Rosa Tovar es la directora del Plan de Emergencia Social y conoce de la tradición. Ya tienen 68 ollas comunitarias en tres localidades.

“Continuamos promoviendo la preservación de esta celebración con ollas comunitarias, no solo para dar paso a fortalecer la identidad cartagenera y las tradiciones culturales de la ciudad, sino también como una alternativa para contribuir y apoyar con la problemática de hambre e inseguridad alimentaria, brindando a la comunidad una alimentación completa bajo el enfoque del derecho humano a la alimentación” le dice a El Espectador.

Raúl y Rosa deben continuar con el trabajo que harán durante todo el día. Por último, les pregunto por las responsabilidades de todos. Hay un poco de silencio y luego Raúl dice: “Lo primero que esperamos, es que haya una comprensión del valor cultural social comunitario de lo que significa “Ángeles Somos”, no solamente porque es una fiesta que se centra en los niños niñas y adolescentes y ellos puede significar, reconocer, valorar y legitimar sus derechos. Es muy importante propiciar que los niños puedan tener una garantía de la alimentación todos los días del año, no solamente el primero de noviembre, pero además de esa comprensión que tiene que atravesar el sistema educativo, el sistema cultural, también tiene que ver con la institucionalidad”.

Ella debe ser la garante de que “Ángeles Somos” no sea una celebración de un día de unos niños o de algunos de algunos gestores. Es una propuesta cultural que nos da identidad, sentido de pertenencia y autoestima.

Por Pedro Mendoza C

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