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Hace tres años usted fundó Asia Recovery con el fin de generar conciencia sobre el síndrome de Asia, una enfermedad antiinflamatoria que padeció y se relaciona con los implantes mamarios…
Sí, ya vamos a cumplir tres años con este proyecto que, en realidad, busca ser un puente entre las personas que transitan esta enfermedad y brindar la información correcta o los profesionales idóneos. Sin embargo, a medida que Asia Recovery ha venido creciendo, me han llegado nuevas ideas, así que hoy quiero que se convierta en una empresa muy grande, alimentada de muchas formas y no solo para tratar el tema de la enfermedad de los implantes mamarios y lo relacionado con el síndrome de Asia.
¿De qué formas? ¿Qué otras temáticas contempla Asia Recovery?
Tenemos algo que me parece igual de importante: un enfoque hacia las nuevas generaciones. ¿Qué vamos a hacer desde nuestro núcleo familiar, las instituciones educativas, los gobiernos y los programas de ayuda para tratar temas como la autoestima?
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¿En su caso, problemas de autoestima la llevaron a ponerse implantes mamarios?
Totalmente. Asia Recovery tiene relación con lo que viví. Debía empezar con mi propio testimonio y cómo llego a tomar esa decisión debido a la aprobación, a esa necesidad de aceptación, a esa cantidad de mensajes que nos atiborran desde que estamos niñas y nos dictan cómo debe ser nuestro cuerpo, qué estándares debemos seguir o cómo debemos lucir para poder pertenecer, porque si no lo haces te quedas por fuera y, además, estar por fuera es “malo”. Yo crecí pensado que estaba mal no tener pechos grandes.
¿Cómo está su autoestima ahora?
En trabajo. He sido una curiosa del ser y en algún punto, con todo este tema, necesité empezar a ir a terapia para blindarme un poco y tener herramientas para ayudar a la comunidad de mujeres. Hoy es más fácil pararme frente a la gente y decirle: “Esto es lo que hay. Esto es lo que soy”. No me interesa vender ni física ni personalmente otra idea.
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¿Cuál es su opinión actual sobre los implantes mamarios?
He aprendido que nada te pasa en la vida porque sí, que nada es casualidad. Entonces, siempre pienso en la gran cantidad de personas que estarían en este momento en cama e incluso habrían perdido la vida si no hubiéramos levantado la voz. Estoy agradecida con la enfermedad por quien soy hoy, por lo que he podido hacer y por haber encontrado mi propósito de vida; hay gente que vive y se va de este plano sin haberlo encontrado.
¿Cuál es su propósito de vida?
Mi propósito de vida es ayudar. Considero que hemos perdido no solo el interés por nosotros mismos y nuestra evolución, sino por los demás. Si uno quiere evolucionar, por consecuencia le debe interesar la gente que está a su lado.
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