Anna Karenina es alzada por su amante durante una de las escenas iniciales de la obra coreográfica y teatral del Ballet Györ.
Foto: GUSTAVO TORRIJOS
La gradería retráctil está casi vacía. Casi, porque hay algunos espectadores esa tarde en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo. Confluyen dos culturas en el mismo espacio: la húngara y la colombiana o, en un sentido más amplio, la europea y la latinoamericana. Las barreras idiomáticas no son un problema para presenciar lo que ocurre en el escenario: hay pocas palabras; son el cuerpo y las expresiones faciales los encargados de transmitir el desarrollo de la obra. La Anna Karenina, de León Tolstói, ha vuelto. En esta ocasión, lo ha...
Por Danelys Vega Cardozo
Comunicadora social y periodista de la Universidad de La Sabana con énfasis en periodismo internacional y comunicación política, y un diplomado en comunicación y periodismo de moda. Perteneció al semillero de investigación Acción social y Comunidades, bajo el proyecto Educaré.danelys_vegadvega@elespectador.com
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