Antonio Skármeta, el escritor detrás de la película “No” de Pablo Larraín
El escritor chileno que creó obras como “Ardiente paciencia”, llevada al cine en 1994 bajo el título “El cartero de Neruda”, o “El plebiscito”, adaptada por Pablo Larraín en “No” de 2012, falleció a sus 83 años.
Pablo Marín J.
En los últimos años de la dictadura de Pinochet en Chile, el dirigente decidió abrir las urnas con un plebiscito que le daría una posibilidad de extender su gobierno ocho años más. Corría el año de 1988 y ambos bandos políticos habían iniciado una campaña para el “sí” y el “no”. Es en este punto de la historia, donde Pablo Larraín desarrolló su filme “No”, de 2012, basado en una obra de teatro del escritor Antonio Skármeta.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
En los últimos años de la dictadura de Pinochet en Chile, el dirigente decidió abrir las urnas con un plebiscito que le daría una posibilidad de extender su gobierno ocho años más. Corría el año de 1988 y ambos bandos políticos habían iniciado una campaña para el “sí” y el “no”. Es en este punto de la historia, donde Pablo Larraín desarrolló su filme “No”, de 2012, basado en una obra de teatro del escritor Antonio Skármeta.
Dieciocho años después, inspirado por los sucesos del plebiscito, Skármeta creó a un publicista, Adrián Aguirre, cuya reputación lo llevó directo a la controversia de la campaña. Por un lado, el ministro del Interior quiso apoyar el “sí” mientras la oposición lo buscó para apoyar el No. “La considero una maravillosa coyuntura entre el arte y la política. El arte prueba que puede influir en la política y en la sociedad”, dijo el autor para el diario La Tercera, refiriéndose a la obra que estaba en proceso de montaje en el año 2006.
Esto mostró una vena política que atravesó la vida del escritor antofagastino, quien estudió filosofía y letras en la Universidad de Chile, además de tener una maestría en la Universidad de Columbia. Este interés intelectual lo hizo parte de la llamada “Generación de los 60″, un conjunto de escritores chilenos como Poli Délano, Eugenia Echeverría, Carlos Olivárez, entre otros, que compartieron un gusto por las obras de autores europeos y lentamente fueron cambiando su foco de inspiración hacia escritores pertenecientes al “boom” latinoamericano y la generación “beat” de Estados Unidos.
Durante esta época, Skármeta ejerció funciones de docente en la Universidad de Chile e hizo parte del Taller de Escritores, un grupo que se alineó con los proyectos de la Unidad Popular, una coalición de partidos de izquierda, y ayudó a la fundación de la revista literaria “La Quinta Rueda” que duró entre 1971 y 1972.
“Todos los que éramos partidarios del gobierno de Allende, simpatizantes de la Unidad Popular, inmediatamente dijimos ‘tiene que haber una revista; una revista literaria’,” dijo Skármeta para la Revista Chilena de Literatura. “La Quinta Rueda” promovió un espacio de debate para los intelectuales de la época, además de impulsar ideales de revolución cultural y protesta ante la desconexión del gobierno de Salvador Allende hacia la cultura nacional.
Skármeta se unió al Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU) y fue muy cercano al movimiento de la Reforma Universitaria durante la segunda mitad de los años 60, en donde se promovió un acercamiento mayor de los estudiantes hacia las estructuras de poder de la institución para así permitir una modernización del país.
“A mí me atraía del MAPU que era un partido muy joven de estudiantes, de intelectuales, y muy libertario; quería cambios profundos en la sociedad, pero renegaba de todo tipo de autoritarismos; entonces me parecía fascinante que entre los dos grandes partidos de izquierda, el socialista y el comunista, estructuras pesadas, surgiera esta visión efusiva, imaginativa, graciosa. Era un fenómeno que recogía la parte con más sensibilidad social de la Democracia Cristiana; recogía un tono hippie que había en el mundo, de fraternidad, de espontaneidad en las relaciones. Era un fenómeno cultural”, se refirió el escritor chileno para la Revista Enfoque al mirar en retrospectiva su época previa al golpe de Estado en 1973.
Tras la toma del poder, Skármeta se exilió en la República Federal Alemana (Alemania Occidental), donde el autor empezó a colaborar con la revista “Araucaria de Chile” que durante once años permitió la difusión de la cultura chilena desde el exilio, en donde se luchó por recuperar la democracia en el país mediante el ejercicio cultural.
“El tiempo que viví en Berlín Occidental, con el mismo carácter de ser una especie de emblema de la democracia dentro de un país que no lo era, fue para mí de mucho conocimiento cultural, de aprendizaje de un idioma y de ponerme al tanto de todas las vanguardias artísticas de la época”, afirmó Skármeta para la Revista Enfoque, ya que allí desarrolló su pasión por el cine, de la mano del director alemán Peter Lilenthal, a quien conoció durante la producción de “La victoria” (1972), una película que mostró el optimismo de las elecciones chilenas de 1973.
Fue también cuando se adentró en la escritura de novelas tales como “Soñé que la nieve ardía” (1975) que narró la historia de un joven en Santiago de Chile que anheló alcanzar el éxito como futbolista durante el golpe de Estado de Pinochet, en un ambiente tenso entre las pulsiones de la revolución y el golpismo; “La insurrección” (1982) en donde contó la revolución de Nicaragua mediante las voces de guerrilleros, estudiantes, empleados del gobierno, entre otros, en los días previos de la caída de Somoza; y quizá su obra más reconocida “Ardiente paciencia” (1985) que el mismo Skármeta escribió inicialmente como guion a petición de un dramaturgo de la cadena televisiva ZDF en la República Federal Alemana, quien tras oír una anécdota del autor sobre su amistad con el poeta Pablo Neruda, le ofreció la posibilidad de dirigirla en 1983.
Posterior a la publicación de la novela, el director Michael Radford la adaptó al cine en 1994, trasladándola a la costa italiana, con tanto éxito que el mismo Skármeta mencionó para la Revista Enfoque: “‘Ardiente Paciencia’ es una obra extremadamente popular, pero ‘El cartero de Neruda’ es mi obra más popular”.
Regresó a Chile tras el plebiscito de 1988, en donde colaboró con la revista “Caras” y el diario “La Época” con artículos que iban desde eventos culturales y críticas teatrales hasta columnas deportivas. Mantuvo una estrecha relación con Alemania, fundando con el Instituto Goethe el taller de escritores “Heinrich Böll” y fue designado como embajador de Chile en el periodo del 2000 al 2006 durante el gobierno de Ricardo Lagos.
Recibió varias distinciones literarias, entre las que destacaron el Premio Casa de las Américas por su colección de cuentos “Desnudo en el tejado” en 1969, el Premio Planeta por “El baile de la victoria” en 2003 y el Premio Nacional de Literatura de Chile en 2014.
Skármeta dejó un legado artístico con el que reflexionó sobre las coyunturas sociales y políticas que atravesaron su vida. Fue un autor polifacético que no se describió a sí mismo con otra palabra más que “escritor” y afirmó para la Revista Enfoque que “A la vida del escritor pertenece escribir guiones de cine, escribir obras para la radio, escribir artículos, escribir ensayos, dar charlas y conversar con la prensa, y todo eso es parte de la literatura. Es decir, sosteniendo alguna conversación con alguna sustancia”.