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Pienso que, como se mira la realidad y se asume, no es un problema exclusivo de la política sino también de la estética. Por eso, grandes dirigentes políticos a través de la historia, como: Marco Aurelio, la emperatriz Teodora I, Juana de Arco, Isabel I - reina de Castilla, Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia, el emperador Kangxi, Benjamin Franklin y San Juan Pablo II, entre muchos otros, se destacaron por apoyarse en la cultura, además de incentivarla.
En la actualidad el líder político Volodímir Zelenski moviliza a su nación con sus declaraciones de indignación e invita a sus ciudadanos a la resistencia para que no se dejen vencer por la barbarie y la mezquindad. El mandatario estableció que el 16 de febrero, día en que se inició la invasión rusa, se convirtiera en una fecha nacional para que permanezca en la historia y en la memoria de su pueblo ucraniano.
La decadencia social evidencia confusión por la carencia del compromiso ético y estético en sus máximas y por la falta de honorabilidad en la libertad humana. Recordemos una frase célebre de George Washington: “Trabaja para mantener viva en tu pecho esa pequeña chispa de fuego celeste, la conciencia”. Es necesario reiterar y fomentar la importancia de la conducta ética para recuperar la crisis moral que enfrenta la sociedad actual.
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Uno de los fines artísticos consiste en promover el resurgimiento a las sociedades y ofrecer elementos que consolidan al humanismo como sostén moral a partir del marco axiológico que favorece a la cultura para que continúe con su desarrollo e inventiva.
Las ideologías políticas se sostienen por la construcción del hombre en su deber ser en la sociedad y las diferentes identidades fundamentan los progresos al permitir que los malestares se disipen, con el fin de otorgar bienestar a los pueblos.
La continua reflexión sobre la realidad permite que la expresión varíe como concepto formal y estético en su contenido y fondo, siendo una característica propia de la compresión humana, con el fin de esclarecer los hechos mediante la intervención de la colectividad, al enfrentar su creación.
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Entre más sublime sea la elocuencia del discurso, más se logra unir, guiar, dirigir y convencer la elección por el cambio o por la continuidad, porque ayuda a esclarecer el panorama político, según las luces, frente a las condiciones designadas, en relación con la necesidad. Platón, en el libro III de La República o el Estado, dice: “La belleza, la armonía, la gracia y la medida del discurso son la expresión de la bondad del alma”. Por lo tanto las nociones de la conciencia son las representaciones del alma y del bien, origen del conocimiento, de la reflexión, de la concepción, del sentimiento y de la emoción, en fin, de la persona.
La oposición implica alteridad y, entre más elevada sea su razón y su forma, el efecto de su causa será mayor, posibilitando una manifestación como medio de transformación social a través del símbolo, la afirmación, la negación, el contenido y la diversidad. Aristóteles en su libro Política, al inicio del capítulo VII, afirma: “hay que buscar el origen de las diferencias y de las divisiones entre los gobiernos. Cada pueblo, al buscar la felicidad y la virtud por diversos caminos, organiza también a su modo la vida y el estado sobre bases asimismo diferentes”. El valor patriótico se fundamenta conforme a su preferencia ante la conveniencia, según sus posibilidades. Además, la correcta voluntad de su ejecución es fundamental para la determinación de la responsabilidad por la elección, según el modelo de proyección ante la carencia y miseria para mejorar las condiciones y la calidad de vida de sus ciudadanos.
La virtud es propia del hombre por su razón y su naturaleza moral que representa el esfuerzo por la excelencia y por su capacidad de ampliar el horizonte para la evolución de los actos y del pensamiento. Sartre en su libro El ser y la nada, notó la perfecta arbitrariedad de la elección e identificó la íntima relación que existe entre elección y conciencia, con la premisa de que el acto de elección está dirigido por todo un acto de conciencia.
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Quisiera poner en relieve mis criterios:
La política anima a luchar, la estética brinda el valor;
la política anuncia el bien, la estética precede a la realidad;
la política impulsa la justicia, la estética induce a la verdad;
la política construye ideales, la estética adhiere principios;
la política convoca la igualdad, la estética permite la diferencia;
la política simboliza la soberanía, la estética crea su alegoría.
Algunos consideran que la política queda en las antípodas de la estética. Sin embargo, ambas forman parte de la honda y profunda construcción humana, complementándose en una retroalimentación que marca el ritmo por el contrapunto de los intervalos, conforme a la vacuidad de cada tiempo y en cada espacio.