Arnoldo Palacios, 100 años del escritor que dejó su esencia en el Chocó
A propósito del centenario del escritor y periodista Arnoldo Palacios, recordamos esta entrevista que ofreció en 2010, cuando estuvo en Colombia promocionando su libro “La selva y la lluvia”. El autor chocoano, que nació el 20 de enero de 1924, falleció el 12 de noviembre de 2015.
El escritor, nacido en Cértegui, en las selvas chocoanas, el 20 de enero de 1924, se convirtió en uno de los referentes de la literatura afrocolombiana. Arnoldo Palacios terminó el manuscrito de la novela “Las estrellas son negras”, su obra más reconocida, a los 23 años, que fue luego publicada en 1948. Apenas un año después migró a costas europeas y llegó a París luego de haber ganado una beca para estudiar en la Universidad Sorbona.
Durante su estadía en suelo francés, Palacios se relacionó con otras voces afro en la literatura, mientras que en Colombia su primera novela se convertía en un éxito. “No conocía una novela del afro, sólo existían episodios, como en La María, de Jorge Isaacs, un capítulo muy conmovedor sobre los esclavos, pero el autor era el blanco y la mirada del narrador, la del dueño de las haciendas; yo quería una novela que diera cuenta de lo que éramos nosotros de verdad”, dijo el escritor en 2009.
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Palacios viajó a Varsovia y Moscú en 1957. Durante ese viaje se reunió con los editores de la Editorial Progreso, quienes publicaron su libro “La selva y la lluvia” en 1958. En 2009, en el marco de la Feria del Libro de Cali, presentó su autobiografía titulada “Buscando a mi madre de Dios”, donde recopiló experiencias y anécdotas. En ese momento comentó a El Espectador que: “es mi autobiografía, partí hacia otras tierras, para estabilizarme y escribir sobre mi patria colombiana; en el libro cuento esas experiencias, mezcladas con el sufrimiento más grande de todas las poblaciones afrodescendientes: el racismo”.
Cuando en 2010 estuvo promocionando su libro “La selva y la lluvia” en Colombia, comentó que en ese momento se estaba ocupando de sus obras literarias. “Siempre me he dedicado al trabajo de escribir, ahora estoy buscando publicarlas”, dijo. Con respecto a la publicación de esta novela en Colombia, aseguró que “la escribí en Europa, en Bucarest, en 1957, traté de comunicarme con Colombia, pero en esa época era muy difícil. En este momento ya ni podría decir bien por qué se va a publicar”. Contó también que “en La selva y la lluvia quise escribir sobre el 9 de abril y la vida de los mineros en el Chocó, del pueblo, de los trabajadores. Hoy siento que ese libro fue una especie de profecía; el país está peor, sobre todo en la pobreza y la miseria, aunque tenga mayor desarrollo industrial”.
En homenaje por el centenario de Arnoldo Palacios, recordamos algunas de las respuestas que dio durante esa entrevista que fue publicada en noviembre de 2010.
¿Cuál es el mayor encanto del Chocó para usted?
Es la gente nuestra. Me gustan mucho las tradiciones que se conservan. Cuando volví por primera vez de Francia después de 15 años, pude hablar con los viejos de mi pueblo y encontrarme con filósofos que no tuvieron que ir a La Sorbona.
A la hora de escribir una novela, ¿es más difícil el principio o el final?
Como en la vida misma, es difícil el principio y es difícil el final.
¿A cuál escritor colombiano admira?
Los críticos responden más fácil estas preguntas. Yo admiro, y con el paso del tiempo cada vez más, a los clásicos colombianos. José Eustasio Rivera, Porfirio Barba Jacob, León de Greiff. Ellos retoman lo nuestro.
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Sus obras han sido traducidas a varios idiomas. ¿Influyen estas traducciones en la historia?
Sí. Una traducción al fin y al cabo no es la obra. El espíritu no se puede traducir y ahí es donde está lo fundamental de la literatura.
¿Qué le dejó haber escrito ‘Las estrellas son negras’?
Llenó los deseos de viajar que tuve siempre. Tuve poliomielitis muy niño, en mi primera infancia no pude desplazarme de pie. Con la publicación pude viajar. El libro generó un cambio grande en mi vida. Salí de Bogotá de 24 años. Fue muy importante y sigue siéndolo.
¿Cuándo supo que quería ser escritor?
Una prima había muerto y para el entierro le escribí unas palabras. Creo que desde ese día empecé a ser escritor realmente.
¿Cómo han sido recibidas sus historias en Europa?
Han sido bien recibidas las cosas que escribo. Siempre trato de escribir sobre Colombia y de hacerlo en castellano.
¿Cómo se ha transformado su vida ahora que lleva tantos años en Europa?
Sigo siendo el mismo. A mí no me gusta estar en la vida social intelectual, eso influye tal vez en que se me conozca poco. Les tengo mucho miedo a los lagartos.
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¿Alguna vez se ha quedado sin palabras para describir un paisaje?
Sí, muchas veces. Cuando llegué a Europa me encontré con muchas estaciones, en el Chocó sólo teníamos el verano. Tuve que recurrir a otro lenguaje.
¿Qué les ha aprendido a los europeos?
Muchas cosas, sobre todo el rigor, pero siempre he tenido el cuidado de mantener mi esencia, que sigue en el Chocó.
¿Cuáles son los temas de los que no habla en sus historias?
Soy enemigo a hablar de dinero, de edad y de la muerte.
Lo más grande que le ha dejado la escritura.
Que hay que vivir en función de lo que uno tiene y sacarle a eso la fuerza. Cuando hablan de estrés yo digo, ¿qué es eso? El estrés es para los ricos. He aprendido que lo importante es tener muchos amigos.
El escritor, nacido en Cértegui, en las selvas chocoanas, el 20 de enero de 1924, se convirtió en uno de los referentes de la literatura afrocolombiana. Arnoldo Palacios terminó el manuscrito de la novela “Las estrellas son negras”, su obra más reconocida, a los 23 años, que fue luego publicada en 1948. Apenas un año después migró a costas europeas y llegó a París luego de haber ganado una beca para estudiar en la Universidad Sorbona.
Durante su estadía en suelo francés, Palacios se relacionó con otras voces afro en la literatura, mientras que en Colombia su primera novela se convertía en un éxito. “No conocía una novela del afro, sólo existían episodios, como en La María, de Jorge Isaacs, un capítulo muy conmovedor sobre los esclavos, pero el autor era el blanco y la mirada del narrador, la del dueño de las haciendas; yo quería una novela que diera cuenta de lo que éramos nosotros de verdad”, dijo el escritor en 2009.
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Palacios viajó a Varsovia y Moscú en 1957. Durante ese viaje se reunió con los editores de la Editorial Progreso, quienes publicaron su libro “La selva y la lluvia” en 1958. En 2009, en el marco de la Feria del Libro de Cali, presentó su autobiografía titulada “Buscando a mi madre de Dios”, donde recopiló experiencias y anécdotas. En ese momento comentó a El Espectador que: “es mi autobiografía, partí hacia otras tierras, para estabilizarme y escribir sobre mi patria colombiana; en el libro cuento esas experiencias, mezcladas con el sufrimiento más grande de todas las poblaciones afrodescendientes: el racismo”.
Cuando en 2010 estuvo promocionando su libro “La selva y la lluvia” en Colombia, comentó que en ese momento se estaba ocupando de sus obras literarias. “Siempre me he dedicado al trabajo de escribir, ahora estoy buscando publicarlas”, dijo. Con respecto a la publicación de esta novela en Colombia, aseguró que “la escribí en Europa, en Bucarest, en 1957, traté de comunicarme con Colombia, pero en esa época era muy difícil. En este momento ya ni podría decir bien por qué se va a publicar”. Contó también que “en La selva y la lluvia quise escribir sobre el 9 de abril y la vida de los mineros en el Chocó, del pueblo, de los trabajadores. Hoy siento que ese libro fue una especie de profecía; el país está peor, sobre todo en la pobreza y la miseria, aunque tenga mayor desarrollo industrial”.
En homenaje por el centenario de Arnoldo Palacios, recordamos algunas de las respuestas que dio durante esa entrevista que fue publicada en noviembre de 2010.
¿Cuál es el mayor encanto del Chocó para usted?
Es la gente nuestra. Me gustan mucho las tradiciones que se conservan. Cuando volví por primera vez de Francia después de 15 años, pude hablar con los viejos de mi pueblo y encontrarme con filósofos que no tuvieron que ir a La Sorbona.
A la hora de escribir una novela, ¿es más difícil el principio o el final?
Como en la vida misma, es difícil el principio y es difícil el final.
¿A cuál escritor colombiano admira?
Los críticos responden más fácil estas preguntas. Yo admiro, y con el paso del tiempo cada vez más, a los clásicos colombianos. José Eustasio Rivera, Porfirio Barba Jacob, León de Greiff. Ellos retoman lo nuestro.
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Sus obras han sido traducidas a varios idiomas. ¿Influyen estas traducciones en la historia?
Sí. Una traducción al fin y al cabo no es la obra. El espíritu no se puede traducir y ahí es donde está lo fundamental de la literatura.
¿Qué le dejó haber escrito ‘Las estrellas son negras’?
Llenó los deseos de viajar que tuve siempre. Tuve poliomielitis muy niño, en mi primera infancia no pude desplazarme de pie. Con la publicación pude viajar. El libro generó un cambio grande en mi vida. Salí de Bogotá de 24 años. Fue muy importante y sigue siéndolo.
¿Cuándo supo que quería ser escritor?
Una prima había muerto y para el entierro le escribí unas palabras. Creo que desde ese día empecé a ser escritor realmente.
¿Cómo han sido recibidas sus historias en Europa?
Han sido bien recibidas las cosas que escribo. Siempre trato de escribir sobre Colombia y de hacerlo en castellano.
¿Cómo se ha transformado su vida ahora que lleva tantos años en Europa?
Sigo siendo el mismo. A mí no me gusta estar en la vida social intelectual, eso influye tal vez en que se me conozca poco. Les tengo mucho miedo a los lagartos.
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¿Alguna vez se ha quedado sin palabras para describir un paisaje?
Sí, muchas veces. Cuando llegué a Europa me encontré con muchas estaciones, en el Chocó sólo teníamos el verano. Tuve que recurrir a otro lenguaje.
¿Qué les ha aprendido a los europeos?
Muchas cosas, sobre todo el rigor, pero siempre he tenido el cuidado de mantener mi esencia, que sigue en el Chocó.
¿Cuáles son los temas de los que no habla en sus historias?
Soy enemigo a hablar de dinero, de edad y de la muerte.
Lo más grande que le ha dejado la escritura.
Que hay que vivir en función de lo que uno tiene y sacarle a eso la fuerza. Cuando hablan de estrés yo digo, ¿qué es eso? El estrés es para los ricos. He aprendido que lo importante es tener muchos amigos.