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“De que se olvida se olvida, se lo juro por la vida”, afirma Ana Veydó, cantante de Cimarrón, en uno de sus joropos. Sin embargo, esta villavicense, quien llegó a la agrupación en 2002, no olvida la noche que estuvo acompañando al director del grupo Carlos “Cuco” Rojas a la entrega de los premios Grammy anglo en Los Ángeles, como uno de los nominados a mejor álbum de música tradicional del mundo. Aunque no ganaron, para ellos la nominación ya era un premio.
Sin embargo, su presencia en esta competencia no fue casualidad y mucho menos suerte. Desde su nacimiento en 1995, el grupo se ha presentado en escenarios internacionales como Ámsterdam, Washington, Eslovenia y en lo que sería una de sus apariciones más representativas, en Londres, donde compartieron escenario con Catrin Finch —La Reina de las Arpas—, quien hizo parte de los invitados al Festival de Música de Cartagena. “Nosotros pensábamos que seríamos los teloneros de ella, pero resultó al revés. Es más, quería tocar nuestras canciones”.
Se suma a lo anterior que el primer álbum, Sí soy llanero, lo lanzaron con el Smithsonian Folkways Recordings, el sello discográfico del Instituto Smithsonian, centro de investigaciones de ciencia y cultura. Actualmente se encuentran finalizando su segunda composición, que saldrá también con una disquera extranjera.
Esta proyección internacional que ha mantenido el grupo se debe a que ellos apuntan a inscribirse en lo que los norteamericanos han denominado “world music” (género donde cabe todo tipo de ritmos folclóricos del mundo) y también a que en Colombia no hay muchos espacios para exhibir su música, aunque admiten que hoy hay más festivales y encuentros para ritmos tradicionales gracias a la acogida de la música del Pacífico y otra menos comercial.
“En países como Canadá, Inglaterra, Suiza o Japón sí compran este tipo de música, acá no. Allá hay festivales y ferias específicamente para promocionar géneros de folclor, y lo mejor es que no sólo se interesan por comprar los discos, sino por ver el espectáculo musical en vivo, por eso hemos viajado tanto. Sinceramente, para empezar a sonar en Colombia tendríamos que desarrollar otro tipo de repertorios”, afirma Veydó.
El 20 de julio de 2007, Cimarrón se presentó frente a los estudiantes de la Universidad Nacional en Bogotá. Para el grupo fue una sorpresa encontrar una gran acogida entre un público tan joven.
“Los universitarios se emocionaron mucho con lo nuestro, eso se debe a que nuestra música tiene mucha fuerza, nos han dicho incluso que tiene similitudes con el metal y el rock. En cierta ocasión estábamos en Europa y nos dijeron que si lo que nosotros tocábamos era una especie de rock latino”, comenta el director de la agrupación.
Y aunque los jóvenes colombianos no están acostumbrados a tararear letras de canciones acerca de vacas en el ordeño, de la valentía y la libertad del hombre llanero, lo que llama la atención de su producción musical es la fuerza de la interpretación. Los siete músicos que conforman este grupo esperan que después de sus presentaciones esta semana en la Sala Muskverein de Viena, como parte del programa Colombia Exporta Cultura, su música empiece a sonar en las estaciones de radio nacionales, y lograr que, así como los europeos y los norteamericanos, los colombianos conozcan y se apropien de la tradición musical llanera.