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Whose expression? busca “poner en tela de juicio y cuestionar de dónde procede el estilo del expresionismo alemán, así como apelar a la tensión entre la fascinación que estos artistas tenían por el arte no occidental y la apropiación de las obras”, cuenta la española Sol Izquierdo, una de las comisarias de la muestra.
El Brücke - puente, en español- fue un colectivo de artistas expresionistas alemanes fundado en Dresde en 1905 por Erich Heckel, Ernst Ludwig Kirchner, Fritz Bleyl y Karl Schmidt-Rottluff, a los que después se añadirían Max Pechstein y Emil Nolde, que retaban a las normas y convenciones artísticas de la Academia con nuevas fórmulas de vanguardia.
La trayectoria de este grupo, que se disolvió en 1913, coincide con el apogeo del imperio colonial alemán, que se extendía por continentes como África, Oceanía y Asia, y con el auge del orientalismo y el interés de los europeos por estos lugares exóticos.
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A excepción de Nolde y Pechstein, que viajaron a las colonias de Papúa Nueva Guinea y Palaos respectivamente, el resto de artistas del grupo nunca tuvieron un conocimiento directo de las realidades no europeas, por lo que su fascinación artística por estas culturas se basaba en una visión idealizada y estereotipada que conocieron gracias a museos etnológicos, fotografías y espectáculos como los zológicos humanos que recreaban la vida en estas regiones para los visitantes.
“Por un lado, el arte de las culturas no occidentales les sirvió para romper con las normas formales de la academia y para experimentar con un nuevo lenguaje formal”, explica Izquierdo.
“Y, por otro lado, los artistas se identificaron con estas personas que vivían en ese mundo colonial idealizado, cargado de erotismo y sensualidad y en conexión con la naturaleza, que les servía de vía de escape, porque ellos mismos querían romper con las convenciones sociales de la burguesía de su tiempo”, añade.
A través de un recorrido por más de 80 piezas que incluyen obras de arte, fotografías, libros y otros documentos, esta exposición aspira a escarbar en la procedencia y contexto original de las obras y objetos coloniales que inspiraron a los artistas y a recuperar las biografías de los modelos no occidentales que posaron para sus cuadros y fotografías.
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La exhibición se completa con estaciones de audio con entrevistas a artistas y estudiosos contemporáneos de diferentes orígenes étnicos y culturales que ofrecen una visión actual sobre el tema.
“Los textos de la exposición de alguna manera contextualizan históricamente y examinan desde un punto de vista las obras, mientras que los vídeos tratan de dar polifonía al discurso a través de diferentes perspectivas, nuevas voces y experiencias personales, porque son artistas, pero también activistas, que de alguna manera tienen una vinculación con estas culturas”, detalla Izquierdo.
Confrontar el pasado
Whose Expression? pone a la sociedad y al mundo del arte frente a algunos dilemas incómodos sobre su pasado, conectando con debates como la apropiación cultural, la responsabilidad histórica o la devolución del arte expoliado durante la época colonial a sus países de origen.
“Nuestra intención no es dar respuestas, sino más bien hacernos preguntas y situar en un contexto de la historia colonial la obra de estos artistas, porque hasta ahora no se había hecho”, apunta Izquierdo.
En este sentido, Lisa Marei Schmidt, directora del Museo del Brücke, lamenta en declaraciones a Efe la controversia que esta exhibición ha generado entre algunos sectores de la sociedad alemana, poco acostumbrada a lidiar con su historia colonial.
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Pese a las diferentes actitudes que los artistas del Brücke tomaron respecto al nazismo, la influencia que las culturas no europeas tuvieron en su obra hizo que los nazis la repudiasen como un “arte degenerado”.
“Eso hace que muchas veces se los haya descrito como los héroes del arte alemán”, explica Schmidt, quien asegura que no se trata en absoluto de “cultura de la cancelación”, sino de plantear preguntas para reflexionar sobre el arte y el pasado del país.
Schmidt se sorprende además de que este debate surja precisamente con los artistas del Brücke, que desafiaron las convenciones sociales y artísticas de su época con sus planteamientos vanguardistas. “Es como si la historia les hubiera robado su radicalismo”, concluye.