Arthur Brand, tras las huellas de un detective de arte
El holandés recientemente recuperó una obra de Van Gogh robada hace tres años. Su campo de trabajo como detective de arte lo ha llevado a recobrar más de 200 piezas que han sido hurtadas o se consideraban perdidas.
Andrea Jaramillo Caro
Mientras por las angostas escaleras de un edificio en Ámsterdam, flanqueadas por paredes blancas, subía un hombre alto y con gafas que sostenía en su mano derecha una icónica bolsa azul de la marca Ikea, pudieron sonar las trompetas de la banda sonora de Indiana Jones. El rostro del hombre, quien se notaba con afán de revelar los contenidos de su paquete, denotaba alegría y, a la vez, alivio. En una habitación con los muros rebozados de libros, Arthur Brand finalmente depositó la bolsa sobre un sillón azul y de ella sacó lo que parecía una almohada. Envuelta en diferentes materiales que aseguraban su cuidado, se encontraba un pequeño retablo: Jardín de la casa parroquial de Nuenen en primavera, una obra de Van Gogh robada hace tres años, la cual Brand, uno de los detectives de arte más conocidos del mundo, recuperó hace unas semanas. A lo largo de su carrera le han otorgado el título de Indiana Jones del arte, pues esta no ha sido la primera pieza en recuperar.
Cuando la noticia del regreso de esa pintura, realizada en 1884, le dio la vuelta al mundo, ya habían pasado tres años y medio desde su desaparición el 30 de marzo de 2020. La noche del robo, un hombre entró al museo Singer Laren, que permanecía cerrado por las restricciones impuestas durante las primeras etapas de la pandemia, y las cámaras de seguridad captaron cómo se llevaba la obra. “Sabíamos que el cuadro pasaría de una mano a otra en el mundo criminal, pero que nadie quería tocarlo realmente porque no valía nada”, dijo el detective a The Guardian.
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La más reciente hazaña que el Indiana Jones del arte añadió a su carrera se sumó a otros descubrimientos como la obra de Tamara de Lempicka, La musicienne, un mosaico que data del siglo XVII; la pintura de Picasso Buste de femme, avaluada en US$86 millones y los tesoros artísticos que coleccionó Adolf Hitler. Brand estima que ha recuperado más de 200 obras y piezas, que en total tendrían un valor de más de US$300 millones.
Aunque el detective nacido en Deventer, Países Bajos, demostró interés por el arte y la historia desde niño, fueron otras tierras las que lo sumergieron de lleno en el mundo que se convertiría en su carrera y legado. Durante un intercambio en España conoció a un grupo de personas que se dedicaban a las excavaciones en busca de objetos arqueológicos, una actividad que en su página describe como “ilegal, pero muy lucrativa”. Se unió a ellos en una de sus excavaciones y encontraron tres monedas romanas de plata. Este fue su punto de origen. Desde ese momento, y como dijo en una charla TED en 2015, decidió que su futuro debería estar marcado por la investigación del pasado. Desde entonces se interesó por el mercado del arte y las antigüedades que mueve millones anualmente.
El trabajo de Brand requiere su atención las 24 horas del día, los siete días de la semana. No se puede dar el lujo de no contestar el teléfono: podrían ser pistas para resolver un nuevo caso. Según él, “si les das demasiado tiempo para reconsiderarlo, nunca volverán a llamar”, le dijo a la BBC en 2020.
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“No es un trabajo real, no puedes ir a la universidad y elegir ser un detective de arte”, señaló Brand para el pódcast Detectives don’t sleep. Efectivamente, en la universidad estudió historia, un oficio que repartió entre España y Argentina, países en los que aprendió a hablar español casi como un local.
Durante su tiempo como estudiante se convirtió en un joven coleccionista interesado en las monedas que encontró en esa primera excavación en España. “Un día me di cuenta de que estas monedas podían ser falsificadas. Eso me interesó: nadie querría comprar monedas que no fuesen reales. Fue por esto que empecé a leer sobre este tema. En algún artículo mencionaban que el 30 % del mercado de arte es falso. Eso despertó mi curiosidad, porque no solo se trata de un tema económico: es interrumpir la historia. Si todas las obras y artefactos que observas en museos son falsos, vas a tener una perspectiva errónea de la historia”, afirmó en el pódcast. Según cuenta en su página web, su abuelo solía contarle historias sobre su compañero de escuela, Han van Meegeren, quien se hizo famoso por ser el falsificador de arte más conocido del mundo: algunas de sus piezas terminaron en manos de personajes como Herman Goering. Con el tiempo, Brand descubrió que el mercado criminal del arte movía cerca de ocho billones de euros y se le reveló su misión: “Regresar el arte robado a donde pertenecía”, afirmó a The Gentlemans Journal.
Sin embargo, hablando con The Guardian aclaró: “Hablamos de robo de arte, pero se trata principalmente de secuestro de arte: en realidad nunca quieren conservarlo. El siniestro coleccionista que lo guarda en un sótano no existe. Quienes cometen estos crímenes quieren dinero del seguro o quieren una sentencia mejor en el tribunal”.
Para convertirse en detective de arte y crear su propio campo de trabajo Brand tuvo que esperar hasta 2005, cuando junto con el excontrabandista de arte Michel van Rijn recuperó el Evangelio de Judas, un texto que se consideró perdido durante 1.700 años. A pesar de la magnitud de este hallazgo, la fama llegó hasta 2015: Van Rijn lo alertó de la posible venta de dos estatuas de caballos al paso, las cuales Brand identificó como las favoritas de Hitler: estas obras adornaron su cancillería y se consideraron destruidas luego del asalto a Berlín en 1945.
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Arthur Brand, Indiana Jones o el Sherlock Holmes del arte trabaja solo y con un celular que hoy es considerado una reliquia. Para asegurar el éxito en su trabajo, afirmó a la Gaceta Holandesa que para recuperar obras robadas es esencial saber entenderse con los traficantes de arte, razón por la que cuenta con informantes y lleva a cabo negociaciones, como la que lo condujo a recuperar la obra de Van Gogh. “A veces me comparan con Indiana Jones y me hacen sentir idiota: no tengo ni carné de conducir ni sé cambiar una bombilla. Mi trabajo consiste en entablar amistad con gente para sacarle secretos. Y a partir de ahí empiezo a trabajar”.
Mientras por las angostas escaleras de un edificio en Ámsterdam, flanqueadas por paredes blancas, subía un hombre alto y con gafas que sostenía en su mano derecha una icónica bolsa azul de la marca Ikea, pudieron sonar las trompetas de la banda sonora de Indiana Jones. El rostro del hombre, quien se notaba con afán de revelar los contenidos de su paquete, denotaba alegría y, a la vez, alivio. En una habitación con los muros rebozados de libros, Arthur Brand finalmente depositó la bolsa sobre un sillón azul y de ella sacó lo que parecía una almohada. Envuelta en diferentes materiales que aseguraban su cuidado, se encontraba un pequeño retablo: Jardín de la casa parroquial de Nuenen en primavera, una obra de Van Gogh robada hace tres años, la cual Brand, uno de los detectives de arte más conocidos del mundo, recuperó hace unas semanas. A lo largo de su carrera le han otorgado el título de Indiana Jones del arte, pues esta no ha sido la primera pieza en recuperar.
Cuando la noticia del regreso de esa pintura, realizada en 1884, le dio la vuelta al mundo, ya habían pasado tres años y medio desde su desaparición el 30 de marzo de 2020. La noche del robo, un hombre entró al museo Singer Laren, que permanecía cerrado por las restricciones impuestas durante las primeras etapas de la pandemia, y las cámaras de seguridad captaron cómo se llevaba la obra. “Sabíamos que el cuadro pasaría de una mano a otra en el mundo criminal, pero que nadie quería tocarlo realmente porque no valía nada”, dijo el detective a The Guardian.
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La más reciente hazaña que el Indiana Jones del arte añadió a su carrera se sumó a otros descubrimientos como la obra de Tamara de Lempicka, La musicienne, un mosaico que data del siglo XVII; la pintura de Picasso Buste de femme, avaluada en US$86 millones y los tesoros artísticos que coleccionó Adolf Hitler. Brand estima que ha recuperado más de 200 obras y piezas, que en total tendrían un valor de más de US$300 millones.
Aunque el detective nacido en Deventer, Países Bajos, demostró interés por el arte y la historia desde niño, fueron otras tierras las que lo sumergieron de lleno en el mundo que se convertiría en su carrera y legado. Durante un intercambio en España conoció a un grupo de personas que se dedicaban a las excavaciones en busca de objetos arqueológicos, una actividad que en su página describe como “ilegal, pero muy lucrativa”. Se unió a ellos en una de sus excavaciones y encontraron tres monedas romanas de plata. Este fue su punto de origen. Desde ese momento, y como dijo en una charla TED en 2015, decidió que su futuro debería estar marcado por la investigación del pasado. Desde entonces se interesó por el mercado del arte y las antigüedades que mueve millones anualmente.
El trabajo de Brand requiere su atención las 24 horas del día, los siete días de la semana. No se puede dar el lujo de no contestar el teléfono: podrían ser pistas para resolver un nuevo caso. Según él, “si les das demasiado tiempo para reconsiderarlo, nunca volverán a llamar”, le dijo a la BBC en 2020.
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“No es un trabajo real, no puedes ir a la universidad y elegir ser un detective de arte”, señaló Brand para el pódcast Detectives don’t sleep. Efectivamente, en la universidad estudió historia, un oficio que repartió entre España y Argentina, países en los que aprendió a hablar español casi como un local.
Durante su tiempo como estudiante se convirtió en un joven coleccionista interesado en las monedas que encontró en esa primera excavación en España. “Un día me di cuenta de que estas monedas podían ser falsificadas. Eso me interesó: nadie querría comprar monedas que no fuesen reales. Fue por esto que empecé a leer sobre este tema. En algún artículo mencionaban que el 30 % del mercado de arte es falso. Eso despertó mi curiosidad, porque no solo se trata de un tema económico: es interrumpir la historia. Si todas las obras y artefactos que observas en museos son falsos, vas a tener una perspectiva errónea de la historia”, afirmó en el pódcast. Según cuenta en su página web, su abuelo solía contarle historias sobre su compañero de escuela, Han van Meegeren, quien se hizo famoso por ser el falsificador de arte más conocido del mundo: algunas de sus piezas terminaron en manos de personajes como Herman Goering. Con el tiempo, Brand descubrió que el mercado criminal del arte movía cerca de ocho billones de euros y se le reveló su misión: “Regresar el arte robado a donde pertenecía”, afirmó a The Gentlemans Journal.
Sin embargo, hablando con The Guardian aclaró: “Hablamos de robo de arte, pero se trata principalmente de secuestro de arte: en realidad nunca quieren conservarlo. El siniestro coleccionista que lo guarda en un sótano no existe. Quienes cometen estos crímenes quieren dinero del seguro o quieren una sentencia mejor en el tribunal”.
Para convertirse en detective de arte y crear su propio campo de trabajo Brand tuvo que esperar hasta 2005, cuando junto con el excontrabandista de arte Michel van Rijn recuperó el Evangelio de Judas, un texto que se consideró perdido durante 1.700 años. A pesar de la magnitud de este hallazgo, la fama llegó hasta 2015: Van Rijn lo alertó de la posible venta de dos estatuas de caballos al paso, las cuales Brand identificó como las favoritas de Hitler: estas obras adornaron su cancillería y se consideraron destruidas luego del asalto a Berlín en 1945.
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