Entre la creación y la urgencia: una reunión de artistas por Arauca
Organizar a un grupo ávido de participación y repleto de ideas, es difícil. Los tiempos para hablar, la concreción de ideas y las ganas de hacer, pero los pocos recursos disponibles, fueron algunos de los retos para este encuentro de artistas y araucanos, que logró fijar una fecha para la primera manifestación.
Laura Camila Arévalo Domínguez
De repente, todos comenzaron a hablar. A pesar de que el barullo no fue intenso porque su ansiedad para decir algo no fue mayor que el respeto (o la falta de confianza) que se tenían unos a otros, hubo un instante en el que la discusión se estancó: la elección del nombre del evento. Patricia Ariza propuso “Un canto por Arauca”, pero alguien le dijo que no porque ya existía “Un canto por Colombia”. Se escucharon voces de aprobación. Martha Paralela, cantante araucana, dijo que debía ser algo con la palabra paz, y otra voz le respondió: la palabra más prostituida de este país. “Y está más criminalizada que cualquier cosa, pero, además, el gobierno no la usa. Cuando se les ocurre, hablan de ‘paz con legalidad’”, replicó Ariza.
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De repente, todos comenzaron a hablar. A pesar de que el barullo no fue intenso porque su ansiedad para decir algo no fue mayor que el respeto (o la falta de confianza) que se tenían unos a otros, hubo un instante en el que la discusión se estancó: la elección del nombre del evento. Patricia Ariza propuso “Un canto por Arauca”, pero alguien le dijo que no porque ya existía “Un canto por Colombia”. Se escucharon voces de aprobación. Martha Paralela, cantante araucana, dijo que debía ser algo con la palabra paz, y otra voz le respondió: la palabra más prostituida de este país. “Y está más criminalizada que cualquier cosa, pero, además, el gobierno no la usa. Cuando se les ocurre, hablan de ‘paz con legalidad’”, replicó Ariza.
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Mayerly Briceño, trabajadora social araucana, agradece insistentemente la atención que, desde Bogotá, le prestan a su departamento, que desde el pasado 2 de enero ha ocupado titulares nacionales por un tema que, en teoría, había quedado en el pasado: la guerra.
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Al parecer, lo único que quedó atrás fue la sensación de que habíamos nacido, vivido y esperado morir en medio de un conflicto que comentábamos en medio de nuestros tintos diarios. ¿Quién podía pasar sus días entre un lamento constante por los muertos de una guerra que ni con diálogo, lágrimas ni balas cesaba? Como si hubiésemos hecho un pacto por vivir a pesar de todo, salíamos a buscar sostener la vida a pesar de las amenazas de que, en cualquier momento, esa guerra se apareciera en la puerta de nuestras casas.
Eso que creímos que habíamos superado, no paró. A pesar de que se redujo, de que se calmó, de que salvó la vida de mucha gente y pintó un horizonte más luminoso para muchos de los que solo veían combates, jamás se fue del todo.
El pasado 2 de enero aparecieron 27 cuerpos sin vida producto de, supuestamente, enfrentamientos entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y una disidencia de las FARC, el Frente 10, pero la Fiscalía aseguró que los disparos que tenían fueron hechos a corta distancia, por lo que se trataría de ajusticiamientos, muy probablemente obra del ELN. “No hubo combates”, aseguró el fiscal general, Francisco Barbosa.
“Se trataba de supuestos miembros de las disidencias o de las redes logísticas del Frente 10, dirigido por un antiguo mando medio de las FARC, Jorge Eliécer Jiménez Martínez, alias “Jerónimo” o “Arturo”, y que se cree que está coordinado por las disidencias nacionales de alias “Gentil Duarte”, o incluso familiares o vecinos. También hay dos menores”, registró este diario sobre el hecho.
Y entonces hay una desesperación a penas lógica entre los araucanos o, mejor dicho, una angustia nacional.
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Briceño pide insistentemente que se creen corredores humanitarios para que las personas que están en Arauca puedan salir. Pide que organizaciones de derechos humanos se manifiesten y faciliten un contacto directo con la población civil. Pide no los ignoren. Para eso, se comunicó con César López, un músico colombiano que organizó una reunión en su casa para pensar en ideas que alerten sobre lo que pase en Arauca a través del arte. Invitó a Patricia Ariza, directora del Teatro La Candelaria y a Gina Jaimes, actriz y asesora en temas de reparación simbólica.
Con los contactos que tenían y sus experiencias en manifestaciones artísticas por la paz en las que habían participado antes, propusieron una segunda reunión en la que hubiese más gente. Ya tenían un panorama más claro de lo que estaba pasando en el departamento. Todo lo describió Briceño, que con detalles explicó que su angustia más grande era que su gente quedara sin techo o sin vida por “los daños colaterales” de esos enfrentamientos. Así es como, sobre todo, el ELN llama a los desplazamientos o las muertes de civiles producidas en medio de esos ataques.
Desde el día en el que salieron de la casa de López, comenzó la convocatoria: a la segunda reunión, que se citó para ayer, 25 de enero, en la Corporación Colombiana de Teatro, asistieron López, Ariza y Jaimes. Nadie más. De Arauca, llegaron cinco personas, Martina Romero, líder Araucana; Martha Paralela, cantante araucana; Fabio Cardozo, profesor; Edgar Muñoz, líder artístico y Jhosimar Limas.
La charla se inició a partir del gran problema universal: no había plata. Briceño puso al tanto a los presentes sobre las novedades: ayer mataron a tantas personas en la vereda tal, explotaron dos cilindros de gas en la carretera hacia tal sitio y ya están comenzando las reuniones de los armados para decirnos que lo mejor es que nos vayamos, que esto va ‘pa largo’.
Después, Paralela, cantante araucana, se quejó de las soluciones del Estado: llenan el departamento de Ejército, pero solo producen más miedo. La solución no es asustarnos.”El Estado llevó un poco de tanques y llenó eso de soldados, y el resultado es puro temor. La gente está asustada y piensa que habrá una guerra entre Colombia y Venezuela o entre las disidencias Farc y el ELN. Y los que se desplazan son los más frágiles. Además de que esos hombres están en la calle hasta las 6 de la tarde, pero después uno no se encuentra ni un soldado”.
Más tarde, la reunión se convirtió en un intercambio de frustraciones sobre lo que pasaba en Arauca. Fue una especie de desahogo.
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López, que ya tiene práctica en este tipo de encuentros, llamó la atención sobre la intención de la reunión, que no podía convertirse en un cruce de anhelos y quejas sobre lo que deberían, pero no hacen, las instituciones. Dijo que, en lo posible, se concentraran en lo que estaba en sus manos, que era hacer arte con el propósito de que en Arauca la guerra se contuviera.
“Esta no será una reunión para programar una próxima reunión” dijo Ariza, que ofreció la sala de la Corporación Colombiana de Teatro para comenzar con algo.
Unos de pie en el escenario y otros en las sillas de los espectadores. Todos intervenían, pero con ansiedad, como si hablando encontraran algo de sosiego para la impotencia que sentían al no poder hacer algo más por sus paisanos, que se sienten sitiados y solos. Todos con buenas intenciones, pero sin un norte concreto. Al final, lograron ponerse de acuerdo en que el próximo 8 de febrero, a las 6 p.m., ofrecerían una serie de manifestaciones artísticas enfocadas en llamar la atención sobre su departamento, que ahora ve su gente correr cuando se esconde el sol para protegerse de lo que saben que podría pasarles en medio del fuego cruzado o de los ojos de algún armado que busque represalias.
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Y a pesar de que aún no hay una idea concreta sobre lo que habrá esa tarde en aquella sala de teatro, en pocos días se anunciará la programación de la semilla de más manifestaciones.
“Nos conseguimos los pesos”, dijo otro artista sobre los recursos que tenían para la gran meta, que es lograr llegar a Arauca. Otros preguntaron qué hacer si a la reunión llegaban políticos: están prevenidos y temen que los utilicen para las campañas que ya están en marcha, para conseguir votos. “Pueden venir, pero sin un solo logo”, dijeron.
Evitar que se produzca una “reedición de la guerra”, como muchos lo dijeron, es el principal objetivo de estos artistas y araucanos, que están en un estado de pánico por la realidad que enfrentan: el tiempo de esconderse, volvió.