Las cajas de compensación se suman al “estallido cultural”
En conversación con la ministra de Cultura, Patricia Ariza, la directora de Asocajas, Adriana Guillén, le ofreció el andamiaje de las cajas para los proyectos culturales de la cartera. En el marco del congreso de la agremiación se evidenció el poder de estas entidades en la promoción de lectura del país.
Daniela Cristancho
“Tenemos la posibilidad de extender la cultura a todos los rincones y territorios de la geografía nacional. Invito a las cajas a unirse al gran estallido cultural”, aseguró la ministra de Cultura Patricia Ariza en el escenario del Teatro Adolfo Mejía, en el corazón de Cartagena. Sus breves palabras siguieron una presentación de Aymée Nuviola, cantante y pianista cubana, quien abrió el Congreso de la Asociación Nacional de Cajas de Compensación (Asocajas). La edición número 32 del evento, bajo el lema ‘La belleza de quienes somos, estuvo marcada por una programación donde las artes fueron prioritarias.
“Las cajas desde los años 80 vienen incursionando en la cultura. Fueron pioneras, solo que siempre hablan en tono bajo de la cultura porque mucha gente considera que no se deben gastar recursos en cultura. En ese orden, nosotros tenemos una infraestructura grande, cerca de 274 teatros, centros culturales, centros de convenciones, museos, 186 bibliotecas, escuelas de formación musical, en la que tenemos cerca de 1,500 niños, niñas y adolescentes”, le contó Adriana Guillén, directora de Asocajas, a El Espectador. Ejemplo de ello, en la instalación del congreso figuró el coro de jóvenes de Comfenalco Cartagena. “Entonces lo que le dijimos a la ministra es que esa infraestructura se la ponemos a su disposición para toda su política del estallido cultural y que nos queríamos acercar a ella para que en todas las regiones tuviéramos también esas oportunidades las cajas de mostrar todas esas fortalezas”, aseguró, haciendo referencia a las 43 Cajas de Compensación Familiar que están en 31 departamentos del país.
Las Cajas de Compensación Familiar se constituyen como entidades privadas que brindan subsidios, servicios y beneficios a sus afiliados, gracias a una porción del pago de los aportes de seguridad social que hacen sus empleadores. Al mes, 172 mil personas disfrutan programación cultural en los diversos centros culturales propiedad de las cajas -teatros, museos, bibliotecas, entre otros-, según informó Asocajas.
“Las cajas han hecho un enorme esfuerzo durante muchos años por acercar a la gente a todas las expresiones culturales, conscientes de que todas las personas tienen derecho a entender y acceder al arte, a la música, a la literatura y al teatro a través de lenguajes más sencillos y comprensibles, liberando al gran público del sesgo de que estas expresiones solo están reservadas para las élites y afirmando que solo así tendremos sociedades más incluyentes”, aseguró Guillén.
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Las Cajas de Compensación familiar y la lectura
En el stand de Comfama, entre sus estanterías color fucsia, los invitados al congreso de Asocajas encontraban dados y cubos rubik, pero estos elementos de juego tenían una particularidad. De su superficie resaltaban puntos y figuras, una manera para que las personas con discapacidad visual puedan disfrutar también de ellos. Junto a los juegos había libros para niños y adultos con temáticas variadas: la ansiedad, la expresión de género, la menstruación.
“En Comfama tenemos nueve bibliotecas y 11 puntos de lectura, donde llevamos cierta colección permanentemente para llegar a otros públicos”, me cuenta Estefanía Alzate, promotora de lectura de Comfama. “Lo que hacemos es formar procesos con las comunidades en las cuales hablamos de la diversidad. Por ejemplo, en varias bibliotecas tenemos clubes de lectura con niños con discapacidad cognitiva y estamos leyendo este libro que se llama El cristal con el que se mira, que es una chica que tiene discapacidad, entonces así los chicos pueden hablar de su discapacidad a partir del discurso que ven acá plasmado. También tenemos un club de lectura con habitantes de calle y hacemos promoción de lectura en centros carcelarios, con ellos hablamos del proceso que se vive dentro de la cárcel, de las memorias de sus familias, del viaje que ha sido llegar hasta allá”, relata.
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Alzate agarra dos libros infantiles: Vivan las uñas de colores, Alicia Acosta y Luis Amavisca, y Sirenas, de Jessica López. “Hemos hecho alianzas con diversos sectores donde vamos a los colegios a leerles estos cuentos, donde se sensibilizan los chicos sobre esas nuevas formas de ser, de expresarse”, dice mientras pasa las páginas satinadas.
La escritora y educadora Yolanda Reyes, una de las invitadas al evento, se sumó al reconocimiento del rol fundamental que cumplen las bibliotecas de las cajas de compensación en los procesos de promoción de lectura. En el marco del conversatorio ‘La esencia de las letras’, en compañía con las escritoras Velia Vidal e Irene Vasco de Peralta, aseguró: “No podemos irnos hoy de aquí hoy sin decirles gracias, porque las bibliotecas de las cajas son fundamentales. Yo no sé qué habría sido de mí sin esas bibliotecas”.
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En los corredores del hotel donde tomó lugar esta congregación gremial destaca la librería. En ella se encuentran libros de Reyes, Vidal, Vasco de Peralta y de invitados cuya profesión principal no es la escritura, como el libro del historiador de arte Miguel Ángel Cajigal, Otra historia del arte: no pasa nada si no te gustan Las meninas. Adyacente se encuentran pinturas hechas por manos de niños. Caras sonrientes hechas en acrílico ocupan los lienzos. Son autorretratos hechos en el marco del programa de discapacidad cognitiva de Comfenalco Cartagena, de un taller llamado “Bailemos y expresemos”.
Juan Luis Mejía, ex ministro de Cultura de Colombia y moderador de la charla entre las escritoras, se sumó al reconocimiento a las redes de bibliotecas de las cajas. “Es un activo invaluable. Qué bueno que para el Congreso 33 los que estén sentados aquí sean jóvenes que aprendieron a ser lectores en estas bibliotecas”, concluyó.
“Tenemos la posibilidad de extender la cultura a todos los rincones y territorios de la geografía nacional. Invito a las cajas a unirse al gran estallido cultural”, aseguró la ministra de Cultura Patricia Ariza en el escenario del Teatro Adolfo Mejía, en el corazón de Cartagena. Sus breves palabras siguieron una presentación de Aymée Nuviola, cantante y pianista cubana, quien abrió el Congreso de la Asociación Nacional de Cajas de Compensación (Asocajas). La edición número 32 del evento, bajo el lema ‘La belleza de quienes somos, estuvo marcada por una programación donde las artes fueron prioritarias.
“Las cajas desde los años 80 vienen incursionando en la cultura. Fueron pioneras, solo que siempre hablan en tono bajo de la cultura porque mucha gente considera que no se deben gastar recursos en cultura. En ese orden, nosotros tenemos una infraestructura grande, cerca de 274 teatros, centros culturales, centros de convenciones, museos, 186 bibliotecas, escuelas de formación musical, en la que tenemos cerca de 1,500 niños, niñas y adolescentes”, le contó Adriana Guillén, directora de Asocajas, a El Espectador. Ejemplo de ello, en la instalación del congreso figuró el coro de jóvenes de Comfenalco Cartagena. “Entonces lo que le dijimos a la ministra es que esa infraestructura se la ponemos a su disposición para toda su política del estallido cultural y que nos queríamos acercar a ella para que en todas las regiones tuviéramos también esas oportunidades las cajas de mostrar todas esas fortalezas”, aseguró, haciendo referencia a las 43 Cajas de Compensación Familiar que están en 31 departamentos del país.
Las Cajas de Compensación Familiar se constituyen como entidades privadas que brindan subsidios, servicios y beneficios a sus afiliados, gracias a una porción del pago de los aportes de seguridad social que hacen sus empleadores. Al mes, 172 mil personas disfrutan programación cultural en los diversos centros culturales propiedad de las cajas -teatros, museos, bibliotecas, entre otros-, según informó Asocajas.
“Las cajas han hecho un enorme esfuerzo durante muchos años por acercar a la gente a todas las expresiones culturales, conscientes de que todas las personas tienen derecho a entender y acceder al arte, a la música, a la literatura y al teatro a través de lenguajes más sencillos y comprensibles, liberando al gran público del sesgo de que estas expresiones solo están reservadas para las élites y afirmando que solo así tendremos sociedades más incluyentes”, aseguró Guillén.
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Las Cajas de Compensación familiar y la lectura
En el stand de Comfama, entre sus estanterías color fucsia, los invitados al congreso de Asocajas encontraban dados y cubos rubik, pero estos elementos de juego tenían una particularidad. De su superficie resaltaban puntos y figuras, una manera para que las personas con discapacidad visual puedan disfrutar también de ellos. Junto a los juegos había libros para niños y adultos con temáticas variadas: la ansiedad, la expresión de género, la menstruación.
“En Comfama tenemos nueve bibliotecas y 11 puntos de lectura, donde llevamos cierta colección permanentemente para llegar a otros públicos”, me cuenta Estefanía Alzate, promotora de lectura de Comfama. “Lo que hacemos es formar procesos con las comunidades en las cuales hablamos de la diversidad. Por ejemplo, en varias bibliotecas tenemos clubes de lectura con niños con discapacidad cognitiva y estamos leyendo este libro que se llama El cristal con el que se mira, que es una chica que tiene discapacidad, entonces así los chicos pueden hablar de su discapacidad a partir del discurso que ven acá plasmado. También tenemos un club de lectura con habitantes de calle y hacemos promoción de lectura en centros carcelarios, con ellos hablamos del proceso que se vive dentro de la cárcel, de las memorias de sus familias, del viaje que ha sido llegar hasta allá”, relata.
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Juan Luis Mejía, ex ministro de Cultura de Colombia y moderador de la charla entre las escritoras, se sumó al reconocimiento a las redes de bibliotecas de las cajas. “Es un activo invaluable. Qué bueno que para el Congreso 33 los que estén sentados aquí sean jóvenes que aprendieron a ser lectores en estas bibliotecas”, concluyó.