“Attack on Titan”: la verdad en medio del maniqueísmo
Con una animación tan espectacular como escatológica y referencias al fascismo y autoritarismo, la serie fue emitida en un momento en el que el mundo también parece estar atrapado entre titanes, verdades sesgadas, venganza y deseos de libertad.
Juliana Vargas @jvargasleal
Attack on Titan (Ataque a los titanes) es una serie que, precisamente, trata de una guerra entre la humanidad y titanes cuyo origen es desconocido.
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Attack on Titan (Ataque a los titanes) es una serie que, precisamente, trata de una guerra entre la humanidad y titanes cuyo origen es desconocido.
Al comienzo Attack on Titan sigue la línea de un shonen. Existe un protagonista que quiere salvar a la humanidad de los titanes y tiene un camino de iniciación en lo que en la serie se conoce como el “cuerpo de exploración”. Entrena, pelea y muere. Ah, pero en realidad no, no muere. No muere, porque resulta que él mismo es un titán.
En ese momento el camino del héroe, que supuestamente debía seguir Eren Yeager, se trastoca, pues la verdad tiene una naturaleza subjetiva. ¿Los titanes no eran malvados? ¿Qué soy yo, si me he convertido en lo que he jurado destruir?
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El pensamiento maniqueo tiene una trampa detrás. Siempre llega el punto en el que lo que creías ya no es, y más cuando vives en ciudades amuralladas, sin saber qué hay del otro lado. Algo similar a la alegoría de Platón re ferente a las personas que viven dentro de una cueva, con una narrativa sesgada de lo que ha sido el mundo y la historia.
Pero Eren se atreve a salir de la cueva para ver el mundo tal cual es, con sus atrocidades y sus contradicciones. Eren Yeager y el “cuerpo de exploración” al fin logran salir de las murallas, dejando los restos de gigantes detrás, para darse cuenta de que existe otra perspectiva y otra civilización.
Salen para darse cuenta de que, así como ellos creían que otros eran los demonios, esos otros los consideran a ellos el mal.
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Nadie dijo que la búsqueda de la libertad sería fácil. Nadie dijo que vengar a todos los muertos pisoteados que se convirtieron en fantasmas dentro de la memoria de Eren sería fácil. La libertad exige sacrificios, es decir, es la verdad del protagonista que ya no será el héroe. Ya no será héroe porque Eren Yeager se aferrará a su verdad, que no es la verdad de otros, pero sí la suya, y luchar y morir por nuestra verdad es lo único que vale la pena y, si no, ya podemos devolvernos a nuestras cuevas.
Y es por eso que Eren Yeager, el héroe que pudo ser, apresado por la venganza y el deseo de ser libre, no tiene más remedio que pisotear a todos aquellos que lo obligaron a vivir tras unas murallas.
Por ende, cometer un genocidio está justificado en nombre de la verdad. A esa conclusión llegan quienes han crecido en medio del maniqueísmo.