Aurora, el espacio sonoro de Cosmofónica
Desde hace un poco más de veinte años es común escuchar a los especialistas musicales, sobre todo los analistas del sector más comercial, decir que el rock ha muerto.
Andrés Gómez Morales
Esto, sin duda, se debe a la saturación tecnológica y al agotamiento de las posibilidades técnicas evidentes en las grabaciones de Radiohead y sus emuladores a finales del siglo XX. Además, al sonido revival, que intentaba evocar una época dorada, junto a la moda vintage que impusieron grupos como The Strokes, produjeron una parodia de lo que fue el impulso primario del que surgieron bandas míticas, y más que nada un sentimiento de nostalgia de lo no vivido, que llevó a la repetición de una pose. Sin contar los excesos melódicos de grupos como The Killers y la ausencia de la distorsión, salvo para hacer apología a los estados depresivos al estilo de NIN; mientras que los músicos creadores del sonido original iban perdiendo su aura de eterna juventud para convertirse en decadentistas irreemplazables, en el sentido en que mantuvieron la ilusión de que la música estaba ligada tanto a la rebeldía como a las utopías de cambiar el mundo, a pesar de la inminente relación del rock con la industria y la cultura del consumo.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Esto, sin duda, se debe a la saturación tecnológica y al agotamiento de las posibilidades técnicas evidentes en las grabaciones de Radiohead y sus emuladores a finales del siglo XX. Además, al sonido revival, que intentaba evocar una época dorada, junto a la moda vintage que impusieron grupos como The Strokes, produjeron una parodia de lo que fue el impulso primario del que surgieron bandas míticas, y más que nada un sentimiento de nostalgia de lo no vivido, que llevó a la repetición de una pose. Sin contar los excesos melódicos de grupos como The Killers y la ausencia de la distorsión, salvo para hacer apología a los estados depresivos al estilo de NIN; mientras que los músicos creadores del sonido original iban perdiendo su aura de eterna juventud para convertirse en decadentistas irreemplazables, en el sentido en que mantuvieron la ilusión de que la música estaba ligada tanto a la rebeldía como a las utopías de cambiar el mundo, a pesar de la inminente relación del rock con la industria y la cultura del consumo.
En este panorama y ante la repetición de la consigna de la muerte del rock, se ve más la banalización de un concepto que su fin definitivo. Esto debido al poco interés comercial que representa para los grandes sellos disqueros y sus difusores asociados, preocupados más por cautivar públicos con la falsa etiqueta de lo nuevo que por brindar alternativas a los artistas con el talento de hacer discos conceptuales al estilo de Revolver o Dark Side of the Moon. Sin embargo, más que una pose trasnochada como la que ostentan los cantantes urbanos de temporada, la esencia del rock está en una ética de trabajo inquebrantable y la fidelidad a las fuentes, como bien se puede ver en la reciente película dirigida por Peter Jackson sobre los Beatles a partir de las imágenes descartadas por Michael Lindsay-Hogg en el documental Let it Be (1970). Le invitamos a leer: Vicente Fernández y la huella de la revolución
Ver a los cuatro de Liverpool junto a Billy Preston en el torbellino creativo que duró 22 días y presenciar la génesis de las canciones que tocaron en el icónico concierto de la azotea en Savile Row debería servir para que quienes diagnostican la muerte lenta de una música perciban la energía latente que se desencadena, igual, en el sótano del castillo cercano a la Costa Azul francesa, donde los Stones grabaron Exile on Main Street (1972) como en un estudio ubicado en Tabio, Cundinamarca. El caso de la banda bogotana Cosmofónica, conformada por el compositor Juan Fernando Serrato y el guitarrista Paul Sánchez, ambos músicos profesionales, que tocan juntos desde 2007 y grabaron diez años después su primer disco A quien corresponda (2017), no solo desde el idealismo reflejado en sus letras, sino dándole forma a un impulso artístico que no oculta sus influencias: rastros del rock argentino alrededor de un núcleo grunge, cuyo punto de fuga traza la línea directa entre Sonic Youth, Pixies y The Velvet Underground.
Aunque este disco no ha tenido la difusión que merece, seguro ha llegado a quien corresponde, pues además de aparecer en programas radiales especializados, con sus ingeniosos videoclips, se presenta en vivo con regularidad de manera memorable ante públicos diversos, en diferentes tarimas, con el apoyo en la base rítmica de músicos de alto nivel. Las once canciones son coherentes entre sí, de manera que el disco tiene una línea narrativa donde predominan la solidez del sonido garajero, los arreglos jazzísticos, así como la psicodelia y el contrapunto entre lo eléctrico y lo acústico. Las letras, compuestas por Serrato, van al punto, son profundas y precisas en el uso de la metáfora, siempre adecuada al sonido sin pretensiones poéticas, ejemplos de esa adecuación son: “El caminante”, “Supernova” y “180°”, eslabones del primer disco; y los poderosos sencillos del 2020: “Ciego”, “Espiral” y “Escapar”, que además tienen un tono de protesta acorde con los recientes movimientos sociales que colmaron las calles antes y durante la pandemia.
A pesar de las circunstancias, las dificultades para presentarse en vivo y convocar al público, en las cuatro canciones compuestas durante los períodos de cuarentena, bajo el prometedor nombre de Aurora (2021); Serrato y Sánchez mantienen la coherencia artística, sin necesidad de apelar al sonido que caracteriza el gusto de la era postrock, a la manera de Neil Young o Santana, pero recuperando las tradiciones locales que permiten las fusiones del mismo modo en que lo hicieron, en su momento, Teto Ocampo, Iván Benavides o los Ciegossordomudos. No obstante, acá el estilo propio persiste sobre el característico beat bogotano, sobre todo en el efecto de las escalas musicales sobre los contenidos líricos, en el reflejo de un despertar de la conciencia hacia el encuentro del arte con la esencia humana para franquear ese supremacismo racional que se diluye en la homogeneidad utilitaria, la diversidad expresiva de la genuina empatía y compasión.
El tema “Aurora”, dedicado a Amelia, la hija de doce años de Serrato, funciona como un pequeño manual de supervivencia para los tiempos que corren. Llama la atención la riqueza armónica y la versatilidad de las guitarras. “De la crueldad” es un tema compuesto en tonalidad mayor, muy brillante y luminoso, una invitación a dejar ir las cosas densas, traumáticas o desafortunadas. En “El llamado” se destaca la flexibilidad formal, aquí las partes de la canción evitan la monotonía de los coros y los versos. El EP cierra con “Ser irreal”, un tema minimalista sostenido en arreglos de cuerdas, tiple y guitarra acústica con la sexta cuerda afinada en Re. La letra logra un reflejar la intimidad de las personas sometidas a la nueva realidad de la pandemia. Hay también un especial cuidado artístico en la ilustración de la portada, firmada por Diana Herrera: las tintas flotando en aceites por medio de la técnica de marmolado tienen vida propia.
Encontrarse con el sonido de Cosmofónica puede ser desconcertante para los entusiastas de las tendencias enmarcadas entre El General y “Despacito”, pues este no apela al gusto inmediato o al placer relativo que de manera superficial responde a la conexión de una melodía o un ritmo con los sentidos. En cada uno de los temas editados por Serrato y Sánchez hay una complejidad sonora que trasciende el goce sensorial y toca la sensibilidad fuera del ámbito del gusto relativo. Las canciones sugieren una experiencia concreta independiente de un estado de ánimo momentáneo, no se trata de temas alegres o tristes de composiciones bajo unos preceptos concernientes a un proceso creativo con miras a construir un lenguaje musical que traduce percepciones. Las canciones constituyen así un cosmos sonoro sobre el ruido cotidiano que percibe el oído sin que el pensamiento lo contemple como un todo. En ese sentido, a diferencia de las propuestas que pretenden llenar el supuesto vacío dejado por la muerte del rock, en Aurora, Cosmofónica invita a una lectura de una concepción de la realidad en un espacio netamente sonoro. El EP está disponible en todas la plataformas o se puede descargar en el sitio oficial de la banda.