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                                                                                                                                Auschwitz y el relato de los límites que no conocíamos

                                                                                                                                Escritores como Elie Wiesel o Primo Levi se encargaron de ser testigos y heraldos de lo que ocurrió en aquel campo de concentración. A 76 años de su liberación, y recuperando este texto que se escribió hace un año, evocamos el rol que cumplen los sobrevivientes al afrontar la soledad de la tragedia.

                                                                                                                                Andrés Osorio Guillott

                                                                                                                                Redactor en la sección de Cultura y en Deportes
                                                                                                                                La literatura del Holocausto, en especial la de Auschwitz, es la narrativa de lo que podría ser un nuevo círculo de los infiernos, de un nuevo Hades que no necesitó de figuras mitológicas para construirse, pues todo acto de violencia se reprodujo por la banalidad que señaló Hannah Arendt y que fue narrada por Primo Levi en su "Trilogía de Auschwitz".
                                                                                                                                Foto: Archivo Particular
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Lo invitamos a leer Edith Eger: “Si sobrevivo hoy, mañana seré libre”

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                Recorrer los senderos de aquellos que tuvieron que andar por horas para amoldar las botas de los soldados nazis me recordaba a Primo Levi cuando decía que “pocos son los hombres que saben caminar a la muerte con dignidad”, me recordaba a Hannah Arendt que, luego del juicio contra el teniente coronel, Adolf Eichmann, reflexionó sobre la banalidad del mal, sobre la forma en que los individuos pueden llegar a ser “arrastrados por la maquinaria” y normalizar la barbarie por medio de un contexto laboral, es decir, que las muertes y torturas provocadas respondieron a las obligaciones de su cargo, aboliendo por completo cualquier debate moral y político sobre el exterminio judío en la Segunda Guerra Mundial.

                                                                                                                                Todo esto para hablar de los 76 años de la liberación de Auschwitz por parte del ejército soviético, para hablar del símbolo por antonomasia del Holocausto nazi, de ese universo de dolor que no puede olvidarse, pues olvidar su importancia en la memoria histórica de la humanidad es abandonar el presente a la suerte de nuevos dictadores o brotes de ideologías totalitarias que sugieren que para el bienestar del mundo es necesaria la exterminación de grupos particulares que se distinguen por raza, ideología, sexo o nacionalidad.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                El arte es la posibilidad que tenemos los seres humanos de redescubrir aquello que pasa como normal ante nuestros ojos, y este se hace mucho más relevante cuando de historia de guerras hablamos, pues por medio de él logramos narrar las memorias que por crueles se hacen complejas de visibilizar. Y es de allí que algunos sobrevivientes como Primo Levi o Elie Wiesel lograron hacer de su experiencia en Auschwitz una obra y un tratado sobre los lugares más oscuros de la naturaleza humana.

                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                A-7713 era el tatuaje, o mejor el número que identificaba a Elie Wiesel en Auschwitz. Afirmó alguna vez que si sobrevivió debía hacer algo por la humanidad, y por su obra y su memoria se convirtió en el heraldo del Holocausto nazi, en el portador de las historias que se contaban en los barracones y en los días eternos en que sobrevivió por sí mismo y por la familia que sí perdió en el pasado.

                                                                                                                                A Wiesel le dieron el Nobel de Paz en 1986. El mundo lo recuerda por salvaguardar los relatos de Auschwitz, por haber entendido que el sufrimiento no fue solo de los judíos, sino que este mutaba y se convertía en una quimera según el país y el líder de una nueva era autoritaria. Como profesor, escritor y periodista defendió a los oprimidos en Europa, Sudáfrica y Sudamérica. De dictaduras y exterminios se hizo cargo en sus escritos, pues aceptó con su propia vivencia que el sobreviviente de una tragedia debe hacer de su soledad un testimonio, que aquellos que desaparecieron dejan solo un recuerdo que debe ser transmitido, y que por ello el que vive carga consigo el imperativo de honrar sus memorias y el silencio de sus voces.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Lo invitamos a leer Diez libros para entender el Holocausto

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En La noche, de Wiesel, o en Si esto es un hombre, de Primo Levi, se siente el peso del testigo, del que por destino se hace cargo de los muertos que vio perecer y de los verdugos que anunciaron que todavía no habíamos conocido nada sobre nuestros límites. La literatura del Holocausto, en especial la de Auschwitz, es la narrativa de lo que podría ser un nuevo círculo de los infiernos, de un nuevo Hades que no necesitó de figuras mitológicas para construirse, pues todo acto de violencia se reprodujo por la banalidad que señaló después Arendt y que bien fue narrada por Levi en su Trilogía de Auschwitz, un italiano que logró dejarnos perplejos cuando afirmó que la libertad lo había dejado perplejo y vacío, que “en aquel momento en que la esperanza de un retorno a la vida dejaba de ser una locura, me sentía vencido por un dolor nuevo y más vasto: era el dolor del exilio, de la soledad, de los amigos perdidos, de la juventud perdida, y de la multitud de cadáveres a mi alrededor”.

                                                                                                                                La literatura del Holocausto, en especial la de Auschwitz, es la narrativa de lo que podría ser un nuevo círculo de los infiernos, de un nuevo Hades que no necesitó de figuras mitológicas para construirse, pues todo acto de violencia se reprodujo por la banalidad que señaló Hannah Arendt y que fue narrada por Primo Levi en su "Trilogía de Auschwitz".
                                                                                                                                Foto: Archivo Particular
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Lo invitamos a leer Edith Eger: “Si sobrevivo hoy, mañana seré libre”

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Todo esto para hablar de los 76 años de la liberación de Auschwitz por parte del ejército soviético, para hablar del símbolo por antonomasia del Holocausto nazi, de ese universo de dolor que no puede olvidarse, pues olvidar su importancia en la memoria histórica de la humanidad es abandonar el presente a la suerte de nuevos dictadores o brotes de ideologías totalitarias que sugieren que para el bienestar del mundo es necesaria la exterminación de grupos particulares que se distinguen por raza, ideología, sexo o nacionalidad.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                El arte es la posibilidad que tenemos los seres humanos de redescubrir aquello que pasa como normal ante nuestros ojos, y este se hace mucho más relevante cuando de historia de guerras hablamos, pues por medio de él logramos narrar las memorias que por crueles se hacen complejas de visibilizar. Y es de allí que algunos sobrevivientes como Primo Levi o Elie Wiesel lograron hacer de su experiencia en Auschwitz una obra y un tratado sobre los lugares más oscuros de la naturaleza humana.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                A Wiesel le dieron el Nobel de Paz en 1986. El mundo lo recuerda por salvaguardar los relatos de Auschwitz, por haber entendido que el sufrimiento no fue solo de los judíos, sino que este mutaba y se convertía en una quimera según el país y el líder de una nueva era autoritaria. Como profesor, escritor y periodista defendió a los oprimidos en Europa, Sudáfrica y Sudamérica. De dictaduras y exterminios se hizo cargo en sus escritos, pues aceptó con su propia vivencia que el sobreviviente de una tragedia debe hacer de su soledad un testimonio, que aquellos que desaparecieron dejan solo un recuerdo que debe ser transmitido, y que por ello el que vive carga consigo el imperativo de honrar sus memorias y el silencio de sus voces.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Ver todas las noticias
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