Un día de 2003, en Jerusalén, utilizó la técnica del esténcil para plasmar en una pared a un joven a blanco y negro, con la cara medio cubierta, que está a punto de arrojar unas flores con su mano izquierda. Ahora esa obra es parte de la muestra, pero en dos versiones distintas.
Foto: Gustavo Torrijos Zuluaga