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En otra entrevista aseguraba que de niña no le gustaban las muñecas, sino que fue un gusto adquirido como adulta. ¿Cómo fue ese tránsito?
De pequeña yo prefería los juegos de mesa y las manualidades. No me llamaban nada la atención las muñecas Barbie, ni los bebés; nada de eso, pero tenía tres que me habían regalado. Un día, hace como nueve años, cuando tenía 20, las vi tiradas por la casa y sentí pena. Me llamaron mucho la atención, me parecieron muy bonitas. Las cogí y les arreglé el pelo. A partir de ahí fue que empecé a coleccionar. Un día entré en una juguetería y cogí la más barata, una muy simple, por supuesto, porque me sentía rara gastando dinero en muñecas. Recuerdo que era una bailarina. Luego por internet me fui aproximando al mundo del coleccionismo, quería saber si había más gente que coleccionaba como yo. También vi que había gente que se dedicaba a ser artista de miniaturas de todo tipo y, como me gustan tanto las manualidades, decidí probar. Ahora hago los bolsos y libros en miniatura, tengo, más o menos, 400 Barbies.
Hay quienes comentan en sus redes sociales que su apariencia física hace parte de este gusto por las muñecas, que hay una intención de asemejarse a ellas. ¿Cómo lo ve usted?
Hay gente que piensa que yo soy un personaje; que yo, para ir a un evento o para hacer mis videos, me disfrazo, y no es el caso. Yo soy así, no es una performance para nada. Yo antes de estar tan metida en el mundo Barbie, de coleccionar y crear contenido, ya era rubia y me encantaba el color rosa.
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¿Quizás el proceso es a la inversa? Como usted ya es así, ve algo de sí misma en las muñecas…
Podría ser, sí. Hay muchas cosas con las que me identifico de ella. Barbie se creó para que las niñas no creyesen que lo único que existía en la vida era ser ama de casa y ser mamá. Por eso a Barbie se le dieron tantas profesiones. Quizá, yo soy como Barbie: soy manicurista, miniaturista, coleccionista, creadora de contenido... Al final, Barbie tiene la capacidad de hacer eso con todas las niñas, abrirles las posibilidades. Ahora ya están haciendo Barbies de todo tipo: más gorditas, más altas, más bajas. Una misma muñeca tiene todas las posibilidades en cuanto a profesiones como a tipos de cuerpo o cara.
Hablemos de la relación entre coleccionar muñecas y el niño interior.
De los ejemplos más evidentes que tengo son mis amigos coleccionistas varones. A muchos de ellos, cuando eran pequeños, les gustaban las muñecas, pero hace más de 20 años no estaba bien visto que un niño pidiese una muñeca o jugara con ella. Entonces ellos siempre me dicen que jugaban con las de sus primas o vecinas. Muchos coleccionistas se han hecho coleccionistas porque de pequeños no podían tener esas muñecas que tanto les gustaban y ahora sí, le regresan eso a su niño interior.
¿Qué historia del mundo Barbie le ha parecido particularmente interesante?
Hace poco subí un video de las Barbies más polémicas que han existido y una de ellas es la Barbie embarazada, que en realidad ni siquiera es una Barbie. Dentro de Mattel hay varios personajes: Barbie, su amiga Midge, Kelly, Ken... En 2003, cuando quisieron sacar una muñeca embarazada decidieron que fuera Midge, que es la pelirroja. Barbie no puede tener un bebé porque salió precisamente para que las niñas se quitaran ese estereotipo de que tenían que ser mamás y amas de casa. Entonces esa muñeca que sale embarazada al principio no tenía anillo de casada y muchos padres conservadores se quejaron, decían que había tenido el hijo fuera del matrimonio. Se vendieron muy poquitas de esa sin anillo y sacaron otra versión exactamente igual, pero con un anillo pintado en el dedo.
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¿Qué busca transmitir en las redes sociales?
Sobre todo que quede claro que los coleccionistas de muñecas no somos unos frikis ni que estemos mal de la cabeza. Cada uno tiene sus motivos y colecciona muñecas por un motivo en concreto. Por lo general, somos personas normales con un hobby como al que le gustan los coches, las motos, etc.
¿Cree que el tema de este tipo de coleccionismo está relacionado con la nostalgia?
Sí, por supuesto, como el ejemplo que te puse antes de los niños que no tenían y ahora sí pueden tener. Pero también muchas de las personas que me siguen me dicen: “Me acabas de devolver a mi infancia, yo tenía esa muñeca y jugaba con ella. Gracias por enseñármela, hacía muchos años que no la veía, no sabía cómo se llamaba”. Les encanta ver esas muñecas que tenían cuando eran niños y al final es eso nostalgia.
¿En su caso específico cree que hay algo de nostalgia?
No, porque yo no tenía. Tengo determinadas muñecas que sí me recuerdan momentos específicos de mi vida, personas importantes que a lo mejor me la regalaron. Mi Barbie más valiosa es la que me regaló mi abuela, ya siendo coleccionista. Cuando yo vivía en Madrid era el primer cumpleaños que pasaba lejos de mi familia, que vive al norte de España, me llegó una caja y dentro venían dos muñecas: una me la mandaba mi madre y otra mi abuela. Yo pensaba que mi familia no entendía qué hacía yo comprando muñecas. Entonces, cuando vi que me las habían comprado porque sabían que me gustaban, me quedé alucinada.
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