Afiche promocional de la película de 1988, "Beetlejuice".
Foto: Archivo Particular
“Beetlejuice, Beetlejuice, Beetlejuice”, en el mundo de Tim Burton pronunciar ese nombre tres veces causa la aparición del “bio-exorcista” que porta un traje de rayas blancas y negras, rostro tan pálido como la tiza, ojos con círculos oscuros y pelo verde. La actitud pícara y traviesa del fantasma encarnado por Michael Keaton, junto con una historia que mezcló la comedia con el horror, fue un éxito en taquilla que pronto se convirtió en un filme de culto.
Por Andrea Jaramillo Caro
Periodista y gestora editorial de la Pontificia Universidad Javeriana, con énfasis en temas de artes visuales e historia del arte. Se vinculó como practicante en septiembre de 2021 y en enero de 2022 fue contratada como periodista de la sección de Cultura.@Andreajc1406ajaramillo@elespectador.com
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