Un hipopótamo “cimarrón”, político y filósofo llamado Pepe
La película del dominicano Nelson Carlo de Los Santos Arias tuvo su estreno mundial en la Berlinale 2024. Compite por uno de los Osos de Oro del festival y es una de las dos películas en español en concurso.
Carla Hannover / Berlín
Quien vaya al cine a ver Pepe y espere encontrarse con las desventuras del hipopótamo que un día le perteneció al narco Pablo Escobar, podría quedar decepcionado. Pero si, por el contrario, va con la mente abierta, la película de dominicano Nelson Carlo de los Santos Arias (Cocote, 2017) podría dejarlo satisfecho. La cinta tuvo su estreno mundial el martes 20 de febrero en la Berlinale y es una de las dos películas en español - de un total de 20 – que compite por el Oso de Oro que anualmente entrega el festival alemán.
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Quien vaya al cine a ver Pepe y espere encontrarse con las desventuras del hipopótamo que un día le perteneció al narco Pablo Escobar, podría quedar decepcionado. Pero si, por el contrario, va con la mente abierta, la película de dominicano Nelson Carlo de los Santos Arias (Cocote, 2017) podría dejarlo satisfecho. La cinta tuvo su estreno mundial el martes 20 de febrero en la Berlinale y es una de las dos películas en español - de un total de 20 – que compite por el Oso de Oro que anualmente entrega el festival alemán.
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“¿Cómo suena un hipopótamo?”, pregunta un militar a su superior por radio. De los Santos Arias no tarda mucho en responder el interrogante e incluso va más allá. Gruñidos apabullantes, gemidos y con una voz en off que envuelve la sala, Pepe comienza su relato en afrikáans. Se pregunta cómo es que conoce estas palabras, se cuestiona sobre qué es una palabra y lanza un reclamo: “¿por qué tuve que morir?”. De esta forma, el director nos plantea un narrador que hasta cierto punto desafía lo convencional; no es un ser antropocéntrico, es más bien un no humano, que adopta tres lenguas humanas y, que además de cuestionar(se), filosofa, pues en esta película Pepe vuelve de la muerte para contarnos su historia.
En su propuesta, el director pone en conflicto el lenguaje, pues la narración de Pepe es discontinua y conforme la historia se desarrolla va pasando del afrikáans al mbukushu y de este dialecto africano al español. Las tres lenguas de Pepe podrían representar ese desplazamiento territorial que nos lleva de los orígenes del protagonista hasta la que fuera su morada final.
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Con imponentes tomas de paisajes africanos y colombianos, de hipopótamos en diversos ángulos, imágenes de archivo y de animación, y con una banda sonora de música electrónica experimental, Pepe va contando cómo fue que sus antepasados llegaron a Colombia. También narra cómo terminó apartado de su manada para adentrarse en la selva siguiendo el curso del río Magdalena y cómo es que se convirtió en una especie de presencia que aterrorizaba a los pescadores de un pueblo cercano al río.
Su presencia determinará la dinámica de vida de la gente y su relación con el lugar que habitan, un elemento que el realizador aborda con humor a partir de la historia de Candelario (Jorge Puntillón García), un pescador que se encuentra por primera vez con Pepe y quien intenta advertir de su presencia, pero que al no poder describirlo, nadie le cree.
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En cuanto a los desplazamientos territoriales, el traslado de los hipopótamos de África a América podría entenderse también como una metáfora de lo que ocurrió en el siglo XVII con los esclavos africanos que fueron llevados a Latinoamérica, explicó el director en conferencia de prensa. En ese contexto, Pepe podría representar al cimarrón, ese esclavo que se escapaba del amo y encontraba la libertad en las montañas, en alusión al exilio de Pepe, que termina adentrándose a la selva lejos de su manada.
Pepe es una película de varias capas que permite reflexionar a fondo temas que el director incorpora en su discurso. También es una cinta que vuelve a poner el dedo sobre la llaga en un tema pendiente para el gobierno colombiano, pues aunque De los Santos Arias asegura no haberlo buscado y que siempre trató de obviar el tema político, es inevitable preguntarse, luego de ver esta producción, sobre el destino que le espera a los más de 170 hipopótamos, hermanos o descendientes del que aún vive en la selva de este país y que, como pasó con Pepe, y con los esclavos africanos, termina siendo un lugar que los condena.
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