Bernandine Evaristo y Aurora Vergara Figueroa: Las dos mujeres de libros
En el centro de convenciones de Cartagena, en el marco del Hay Festival, dos mujeres con historias en común se unieron para hablar de la vida, de libros, el color de piel compartido, y los anhelos de un mundo más equitativo. “Las mujeres negras estamos siendo tenidas en cuenta en altos cargos, nuestra voz importa, esa es la lucha y me alegra ver que se está́ logrando”, aseguraron.
Pedro Mendoza
Aurora Vergara Figueroa, viceministra de Educación Superior de Colombia, es socióloga con una maestría y doctorado en la Universidad de Massachusetts Amherst (Estados Unidos). Lectora de toda la vida, desde que empezó su camino en Istmina, Chocó, y, luego, en la Universidad del Valle. Entre septiembre y diciembre, cuando la pandemia parecía desaparecer, realizó una estancia postdoctoral en el Instituto de Investigación Afroamericana W. E. B. Du Bois, en la Universidad de Harvard (Estados Unidos). Sin embargo, de sus títulos no habla. Cada noche antes de dormir escribe en un cuaderno sobre lo importante que le pasó en el día, palabras de agradecimiento. La lectura, así como la igualdad, son parte de su pasión. Lee todos los días y no faltan los libros en su mesa de trabajo, ubicada en su casa. En promedio, cada dos semanas puede estar empezando nuevas lecturas.
La británica Bernandine Evaristo es la primera mujer negra en alzarse con el prestigioso Premio Booker gracias a su novela Niña, mujer, otras. En 2012, creó un premio de Poesía Africana. Lleva pocas horas en Cartagena y dice que la ciudad es maravillosa y se siente atraída por el mar y las murallas. En el Hay Festival está presentando su libro de ficción, Raíces Rubias, donde imagina una historia diferente, un mundo donde los africanos esclavizan a los europeos.
Aurora y Bernandine cenaron juntas anoche. Fue una comida donde la conversación giró alrededor de sus historias de vida y el paso del tiempo, en un mundo que aún se sorprende con el color negro. La viceministra le dice a El Espectador que aprendió de la escritora su perseverancia y espera. “Nos demuestra, a quienes escribimos con impaciencia para que el texto salga en el menor tiempo posible, que se necesita paciencia y encontrar el género adecuado. Esa fue una de las principales lecciones que he tenido de ella”, sostuvo Vergara.
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Bernandine lleva una blusa verde y un pantalón de visos blancos, azules y amarillos. Su cabello afro lo divide una cinta de color azul. “Es maravilloso ver que es cada vez más fuerte la voz y el papel de las personas negras en la cultura mundial, y sobre todo las mujeres. Haber tenido la oportunidad de conversar con Aurora fue darme cuenta de que el mundo está cambiando. Las mujeres negras estamos siendo tenidas en cuenta en altos cargos, nuestra voz importa, esa es la lucha y me alegra ver que se está́ logrando”.
El Espectador habló con estas dos mujeres, con un mismo camino y unidas por los libros y la palabra.
Un libro es una garantía de que hay una discusión al día
En tono pausado y con su cabello trenzado, que da un discurso sin palabras, la viceministra Aurora dice que normalmente lee cinco libros seguidos. “Usualmente, no termino uno para empezar el siguiente. Mi mesa de noche está llena de libros y creo que me toma entre una y dos semanas leer un libro con un promedio de 200 páginas. En este momento estoy leyendo las autoras del Hay Festival. Terminé de leer el libro de Paula Moreno, Soñar no es posible; y el libro de Jose Antonio Figueroa, Republicanos negros, una obra que compara las formas de libertad entre Colombia, Ecuador y Cuba. También leí último libro de Michelle Obama”.
Hablamos de ese mundo paralelo entre la lectura y los estudiantes. “Estamos enfrentándonos a una generación que está muy expuesta a los sonidos y va a requerir muchísima creatividad e innovación en la manera en la que le presentamos el contenido de los libros. No estoy tan segura, en este momento de transición, si es una política de estado la que mejor funciona o si es la innovación de las formas de enseñanza en el aula”. Asegura que cuando estaba dando clase en la universidad y asignaba lecturas, si tenía la opción de audiolibro, había garantía de una discusión al día siguiente. Ahora, con su cargo, ha dejado las aulas para enseñar. Recuerda cuando susentó su tesis de doctorado en Estados Unidos y afirma que hasta ocho años después entendió el significado de un doctorado: “Abrir puertas, crear nuevos mundos, oportunidades”.
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Es de una familia muy humilde en la que se dan unas instrucciones muy específicas de lo que se debe hacer. “Eso ha sido fundamental para ir configurando una vocación de servicio, en donde la idea de estar sentada en un puesto de poder, no necesariamente para mí, es una narrativa o una herramienta en la vida cotidiana. Usted, donde esté, está para servir”.
Aurora ya había estado hace unos años en el Hay Festival. Dice que además de los libros de Gabriel García Márquez, que son muy importantes para la historia de la nación, “la obra de Arnoldo Palacios, Las estrellas son negras, es revelador en las condiciones de vida de las personas en el Choco”. Sonríe y con un tono suave dice que, cuando lee a Palacios, se encuentra allí a personas de Cartagena, Guainía, Vichada, la Amazonia. “Permite comprender lo que le puede pasar a una persona que está en una situación de vida muy compleja, todo lo que puede alucinar y luego cómo puede narrar las conexiones políticas, económicas y las aspiraciones que tiene. Es una obra clásica de la literatura colombiana y es fundamental que se conozca, se debata, se discuta en diferentes instituciones.”
En el Hotel Santa Clara, donde hacemos la entrevista, se queda mirando el pasillo con flores de color rojizo. “Voy a buscar aquí la bóveda donde García Márquez encontró a Sierva María, a quien luego dejaría en su novela El amor y otros demonios”.
No tenían que pasar 50 años hasta que una mujer negra ganara el Booker Prize
Bernandine Evaristo leyó al nobel García Márquez cuando tenía 20 años. Le dice a El Espectador que le ha tomado seis años escribir sus libros.
“Me tomo el tiempo que necesito para escribir un libro, así que no tengo la presión de hacerlo rápido. Unas personas la tienen y otras no. La cuestión es que con mis libros realmente no puedo determinar cuánto tiempo me va a tomar escribirlos. Aunque por lo general es bastante, he escrito 10 libros y eso tampoco me tomó 60 años, pero igual no puedo ‘apurarlo’”.
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El premio Internacional Booker es otorgado a escritores con obras de ficción publicadas en inglés. “No tenían que pasar 50 años hasta que una mujer negra ganara el Booker Prize. Por una parte, fue genial obtenerlo, y, por otro lado, pensaba en todos aquellos que escribieron en el pasado y no lo ganaron. Para mí, personalmente, transformó mi carrera por completo”, sostiene Bernandine, en un inglés británico muy marcado.
Fundó un premio en 2012 para Poesía Africana, siete años antes de ganar el premio Booker. “Fue para rescatar y conmemorar la poesía africana, porque es muy importante mostrarla al mundo, no solo en el territorio africano”. Dice que ha visto, en los diez años que lleva el premio, personas que trabajan y “cómo luchan por alzar sus voces, eso fue una gran forma de darle visibilidad a la cultura de manera internacional”.
Sus influencias literarias son en parte de autoras afroamericanas, como Toni Morrison, Alice Walker, Audre Lorde. “Fueron las autoras que más leí cuando era joven, ellas expandieron más mi mirada y el paradigma de mi visión mundial y me pusieron a pensar en qué escribir”. Afirma que las escritoras negras le inspiraron a pensar y a escribir, “en los años ochenta realmente no había muchos libros escritos por británicos negros, y mucho menos ganaban premios, así que me tocó mirar a América”.
En el Hay Festival, ha hablado de su libro, Raíces Rubias. “Yo quiero escribir y estimular el pensamiento acerca del antirracismo y la transición del esclavismo, porque el racismo es algo de hace mucho tiempo y aún no salimos de eso, lo que busca el libro es exponer eso al mundo de manera clara, hacerlo ver como un sistema de poder que rige el mundo desde tiempos históricos. Es una compresión profunda de lo que realmente significó y significa el esclavismo, porque sí, creé un mundo donde los africanos esclavizaron a los europeos, obligué a las personas a verlo todo de manera diferente”, concluye la escritora británica.
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Aurora Vergara Figueroa, viceministra de Educación Superior de Colombia, es socióloga con una maestría y doctorado en la Universidad de Massachusetts Amherst (Estados Unidos). Lectora de toda la vida, desde que empezó su camino en Istmina, Chocó, y, luego, en la Universidad del Valle. Entre septiembre y diciembre, cuando la pandemia parecía desaparecer, realizó una estancia postdoctoral en el Instituto de Investigación Afroamericana W. E. B. Du Bois, en la Universidad de Harvard (Estados Unidos). Sin embargo, de sus títulos no habla. Cada noche antes de dormir escribe en un cuaderno sobre lo importante que le pasó en el día, palabras de agradecimiento. La lectura, así como la igualdad, son parte de su pasión. Lee todos los días y no faltan los libros en su mesa de trabajo, ubicada en su casa. En promedio, cada dos semanas puede estar empezando nuevas lecturas.
La británica Bernandine Evaristo es la primera mujer negra en alzarse con el prestigioso Premio Booker gracias a su novela Niña, mujer, otras. En 2012, creó un premio de Poesía Africana. Lleva pocas horas en Cartagena y dice que la ciudad es maravillosa y se siente atraída por el mar y las murallas. En el Hay Festival está presentando su libro de ficción, Raíces Rubias, donde imagina una historia diferente, un mundo donde los africanos esclavizan a los europeos.
Aurora y Bernandine cenaron juntas anoche. Fue una comida donde la conversación giró alrededor de sus historias de vida y el paso del tiempo, en un mundo que aún se sorprende con el color negro. La viceministra le dice a El Espectador que aprendió de la escritora su perseverancia y espera. “Nos demuestra, a quienes escribimos con impaciencia para que el texto salga en el menor tiempo posible, que se necesita paciencia y encontrar el género adecuado. Esa fue una de las principales lecciones que he tenido de ella”, sostuvo Vergara.
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Bernandine lleva una blusa verde y un pantalón de visos blancos, azules y amarillos. Su cabello afro lo divide una cinta de color azul. “Es maravilloso ver que es cada vez más fuerte la voz y el papel de las personas negras en la cultura mundial, y sobre todo las mujeres. Haber tenido la oportunidad de conversar con Aurora fue darme cuenta de que el mundo está cambiando. Las mujeres negras estamos siendo tenidas en cuenta en altos cargos, nuestra voz importa, esa es la lucha y me alegra ver que se está́ logrando”.
El Espectador habló con estas dos mujeres, con un mismo camino y unidas por los libros y la palabra.
Un libro es una garantía de que hay una discusión al día
En tono pausado y con su cabello trenzado, que da un discurso sin palabras, la viceministra Aurora dice que normalmente lee cinco libros seguidos. “Usualmente, no termino uno para empezar el siguiente. Mi mesa de noche está llena de libros y creo que me toma entre una y dos semanas leer un libro con un promedio de 200 páginas. En este momento estoy leyendo las autoras del Hay Festival. Terminé de leer el libro de Paula Moreno, Soñar no es posible; y el libro de Jose Antonio Figueroa, Republicanos negros, una obra que compara las formas de libertad entre Colombia, Ecuador y Cuba. También leí último libro de Michelle Obama”.
Hablamos de ese mundo paralelo entre la lectura y los estudiantes. “Estamos enfrentándonos a una generación que está muy expuesta a los sonidos y va a requerir muchísima creatividad e innovación en la manera en la que le presentamos el contenido de los libros. No estoy tan segura, en este momento de transición, si es una política de estado la que mejor funciona o si es la innovación de las formas de enseñanza en el aula”. Asegura que cuando estaba dando clase en la universidad y asignaba lecturas, si tenía la opción de audiolibro, había garantía de una discusión al día siguiente. Ahora, con su cargo, ha dejado las aulas para enseñar. Recuerda cuando susentó su tesis de doctorado en Estados Unidos y afirma que hasta ocho años después entendió el significado de un doctorado: “Abrir puertas, crear nuevos mundos, oportunidades”.
Le sugerimos: Felipe Aljure sobre imagen del FICCI: “Las reacciones se reciben con optimismo”
Es de una familia muy humilde en la que se dan unas instrucciones muy específicas de lo que se debe hacer. “Eso ha sido fundamental para ir configurando una vocación de servicio, en donde la idea de estar sentada en un puesto de poder, no necesariamente para mí, es una narrativa o una herramienta en la vida cotidiana. Usted, donde esté, está para servir”.
Aurora ya había estado hace unos años en el Hay Festival. Dice que además de los libros de Gabriel García Márquez, que son muy importantes para la historia de la nación, “la obra de Arnoldo Palacios, Las estrellas son negras, es revelador en las condiciones de vida de las personas en el Choco”. Sonríe y con un tono suave dice que, cuando lee a Palacios, se encuentra allí a personas de Cartagena, Guainía, Vichada, la Amazonia. “Permite comprender lo que le puede pasar a una persona que está en una situación de vida muy compleja, todo lo que puede alucinar y luego cómo puede narrar las conexiones políticas, económicas y las aspiraciones que tiene. Es una obra clásica de la literatura colombiana y es fundamental que se conozca, se debata, se discuta en diferentes instituciones.”
En el Hotel Santa Clara, donde hacemos la entrevista, se queda mirando el pasillo con flores de color rojizo. “Voy a buscar aquí la bóveda donde García Márquez encontró a Sierva María, a quien luego dejaría en su novela El amor y otros demonios”.
No tenían que pasar 50 años hasta que una mujer negra ganara el Booker Prize
Bernandine Evaristo leyó al nobel García Márquez cuando tenía 20 años. Le dice a El Espectador que le ha tomado seis años escribir sus libros.
“Me tomo el tiempo que necesito para escribir un libro, así que no tengo la presión de hacerlo rápido. Unas personas la tienen y otras no. La cuestión es que con mis libros realmente no puedo determinar cuánto tiempo me va a tomar escribirlos. Aunque por lo general es bastante, he escrito 10 libros y eso tampoco me tomó 60 años, pero igual no puedo ‘apurarlo’”.
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El premio Internacional Booker es otorgado a escritores con obras de ficción publicadas en inglés. “No tenían que pasar 50 años hasta que una mujer negra ganara el Booker Prize. Por una parte, fue genial obtenerlo, y, por otro lado, pensaba en todos aquellos que escribieron en el pasado y no lo ganaron. Para mí, personalmente, transformó mi carrera por completo”, sostiene Bernandine, en un inglés británico muy marcado.
Fundó un premio en 2012 para Poesía Africana, siete años antes de ganar el premio Booker. “Fue para rescatar y conmemorar la poesía africana, porque es muy importante mostrarla al mundo, no solo en el territorio africano”. Dice que ha visto, en los diez años que lleva el premio, personas que trabajan y “cómo luchan por alzar sus voces, eso fue una gran forma de darle visibilidad a la cultura de manera internacional”.
Sus influencias literarias son en parte de autoras afroamericanas, como Toni Morrison, Alice Walker, Audre Lorde. “Fueron las autoras que más leí cuando era joven, ellas expandieron más mi mirada y el paradigma de mi visión mundial y me pusieron a pensar en qué escribir”. Afirma que las escritoras negras le inspiraron a pensar y a escribir, “en los años ochenta realmente no había muchos libros escritos por británicos negros, y mucho menos ganaban premios, así que me tocó mirar a América”.
En el Hay Festival, ha hablado de su libro, Raíces Rubias. “Yo quiero escribir y estimular el pensamiento acerca del antirracismo y la transición del esclavismo, porque el racismo es algo de hace mucho tiempo y aún no salimos de eso, lo que busca el libro es exponer eso al mundo de manera clara, hacerlo ver como un sistema de poder que rige el mundo desde tiempos históricos. Es una compresión profunda de lo que realmente significó y significa el esclavismo, porque sí, creé un mundo donde los africanos esclavizaron a los europeos, obligué a las personas a verlo todo de manera diferente”, concluye la escritora británica.
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