Bradley Cooper: ha nacido una estrella
El actor, que se blinda en las entrevistas para no tener que hablar de sus adicciones, inseguridades y frustraciones profesionales, fue nominado a los Premios Óscar en la categoría de Mejor actor gracias a la interpretación de Jackson Main en la película “Ha nacido una estrella”, filme con el debutó como director.
Laura Camila Arévalo Domínguez - Twitter: @lauracamilaad
“Ese es el punto de crear arte: intentar lidiar con la realidad desesperada de estar vivo, ¿entiendes?”, dijo Cooper en una entrevista para el The New York Times. Se lo respondió a una periodista que intentaba colarse entre algún descuido del actor para averiguar detalles sobre su vida personal. Él iba dispuesto a responder preguntas de la película, ella quería respuestas sobre sus angustias, alegrías, vergüenzas y orgullos. Consiguió los datos que pudo haber consultado en internet, pero no se fue sin obtener al menos una pizca de lo que quería: un rasgo de la profundidad en la que Cooper se ha escondido para protegerse de vacíos que posiblemente aún no llena.
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“Ese es el punto de crear arte: intentar lidiar con la realidad desesperada de estar vivo, ¿entiendes?”, dijo Cooper en una entrevista para el The New York Times. Se lo respondió a una periodista que intentaba colarse entre algún descuido del actor para averiguar detalles sobre su vida personal. Él iba dispuesto a responder preguntas de la película, ella quería respuestas sobre sus angustias, alegrías, vergüenzas y orgullos. Consiguió los datos que pudo haber consultado en internet, pero no se fue sin obtener al menos una pizca de lo que quería: un rasgo de la profundidad en la que Cooper se ha escondido para protegerse de vacíos que posiblemente aún no llena.
Las demás entrevistas que ha dado Cooper no se alejan mucho de la del Times. Se protege, pero tiene sus razones. Ya fue víctima de abrirse por completo. Le pasó lo que nos ocurre a todos cuando sentimos confianza y dejamos el hermetismo por un instante, para que luego, en medio de una pelea, griten a un volumen intolerable las debilidades reveladas. El azul de los ojos de Cooper muchas veces ha tenido que dejarse opacar por el rojo que produce la hinchazón de las lágrimas. Ha llorado por su adicción a las drogas y el alcohol. Ha llorado porque no lo aprobaron cuando él se rasgaba la ropa por un gesto que le indicara, por lo menos un poco, que sí, que era bueno, que era guapo, que lo hacía bien.
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Cooper nació el 5 de enero de 1975 en Filadelfia, Estados Unidos. Creció en un hogar amoroso, en el que su madre, Gloria Campano, que trabajó para la NBC local y después se dedicó al hogar, le recalcó desde su niñez que la armonía de su cara era admirada por muchos. Su padre, Charles Cooper, trabajó como corredor de bolsa de Merril Lynch, y también tuvo una relación cercana con él, tanto que el actor lo acompañó hasta el último respiro. La muerte de su padre volcó la forma en la que Cooper veía el mundo. Lo estremeció, pero antes de esto, tuvo que superar sucesos en los que, por pertenecer a los grupos de la gente “exitosa”, terminó convirtiéndose en un tipo desagradable que se daba golpes contra el piso en público para demostrar lo fuerte que era. Sangró cada ridículo y se avergonzó por las cosas que hizo para calmar, aunque fuera un poco, su inseguridad.
Estudió Lengua y literatura inglesa en la Universidad de Georgetown e ingresó al Actors Studio Drama School de la New School University de New York a cursar estudios de interpretación. Antes de trabajar como actor estuvo en el Philadelphia Daily News. Debutó en la serie “Sex and the city” en 1999 y participó en numerosas series de televisión que lo condujeron a su primera película “Alias”, en la que trabajó con Jennifer Garner.
“Ese es el problema de volverse famoso. Todo el mundo pronuncia tu nombre completo”, dijo Jackson Mine, el personaje que interpretó en “Ha nacido una estrella”, película que dirigió, escribió, produjo y protagonizó. Cuando las personas comenzaron a dirigirse a él como Bradley Cooper, el alcohol y las drogas aún se ocupaban del sosiego de sus vulnerabilidades. Era frágil. Se dejaba caer hondo y hasta que no tocó las profundidades de la sordidez, no dejó de revolcarse en un barrial que le prolongaba el tedio que padecía.
Este año, Cooper logró su cuarta nominación a los Premios Óscar, esta vez en la categoría de Mejor actor por su papel en “Ha nacido una estrella”, un trabajo que rechazó la primera vez que se lo ofrecieron cuanto tenía 30 años porque “no había vivido lo suficiente como para dar la talla”.
En la entrevista que dio para el Times ya mencionada, también le dio las claves a la periodista para que entendiera que todo lo que quería saber sobre él estaba en esa película, que a pesar de asegurar que no es sobre él, delata mucho de lo que hay a través de la barrera impenetrable con la que se blinda el actor cuando intentan escudriñar en su vida personal.
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Jackson Maine es un tipo incapaz de sentarse derecho, como si cargara el planeta en la espalda. A pesar de que permanece encorvado, levanta la mirada de vez en cuando para dejar ver ese azul cristalizado por la borrachera y la droga. Su ceño fruncido es similar al de los ojos cansados de cualquier mortal que trabajó 12 horas continuas y ahora resiste el humo de cualquier bus arrancando: tiene arrugas de contaminación, de vejez prematura, de cansancio. Su voz, grave y a veces ronca, no es capaz de sacar oda la culpa, la frustración y la vergüenza que siente por las veces en las que, como alguna vez lo hizo Cooper, ocultó sus inseguridades tras un caparazón de excesos.
Cooper tiene mucho de Maine, o, al contrario, no importa, lo que realmente trasciende es la persistencia con la que este actor consigue lo que quiere. Su determinación es estimulante. Con interpretaciones en películas como “Francotirador”, “Los juegos del destino”, “Sin límites”, ha demostrado que está interesado en algo más que el éxito de las comedias, el magnetismo de su cara y el encanto del azul ya muy mencionado en este texto de sus ojos. Este actor y director ya se había ganado el respeta de la crítica cinematográfica con ese tipo de papeles. Ahora, con la adaptación que coprotagonizó con Lady Gaga, dejó claro que para él rebasar los límites no es un problema y que lo que antes lo detuvo, ahora lo dotó de armas para convertirse en un narrador de lo que sabe y vivió.