Francisco Toquica: Abrir la trocha editorial a punta de intuición
Francisco Toquica, fundador de la editorial Cain Press, habla las dificultades que afrontan los emprendimientos editoriales y el peligro de marcar una línea definitiva con las empresas más grandes.
Daniela Cristancho
¿Cómo nació Cain Press?
Estudié artes plásticas y a mitad de carrera, en 2005, conocí una editorial sueca que se llama Nieves, que encargaban a gente famosa a hacer fanzines (revistas o publicaciones creadas y editadas por aficionados). Por ejemplo, ponían a Kim Gordon, de Sonic Youth, a hacer un fanzine sobre lo que ella quisiera. Con un amigo, Felipe Cortés, quisimos replicar eso y queríamos mujeres que dibujaran. Finalmente conseguimos dos artistas, Angélica Zorrilla y Luisa Roa, y Javier Posada y nosotros dos hicimos otros dos. También editamos un casete, porque nuestra revista era un dibujo por canción. Eso fue difícil, porque los CD estaban en auge, pero queríamos ir a contracorriente. Eso seguramente responde a que en otras carreras tú tienes que solucionar problemas, pero en arte debes inventártelos. En ese momento acababa de salir La silueta, que era una editorial buena en temas artísticos y culturales, y quisimos ver cómo ese ejercicio editorial que nos pareció tan interesante lo enfrentábamos a un medio artístico. Y nos presentamos en un festival de performance en Cali para flipbooks de las acciones del festival. Luego hubo un momento muy complicado en mi vida, que me dejó muchas deudas, y tuve que alejarme de esa escena dos años. Cuando pude volver, habían nacido un par de editoriales pequeñas un poco replicando los modelos de Cain. Es muy bonito cuando uno hace cosas y ve que empieza a abrir un poco de trocha, al igual que nos pasó a nosotros con La silueta. Luego mi hermano, Andrés Toquica, que tiene un estudio de diseño llamado Toquica, me invitó a trabajar con él y me propuso que juntáramos a Cain como parte del proyecto. Ahí empezó a tener una especie de estructura de modelo de negocio.
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¿Y el primer libro?
Trabajaba para una exposición de un holandés que se llama Dick Verdult, conocido como Dick El Demasiado, y me contó que estaba terminando una novela. Ese fue nuestro primer libro, Mis rejas son más lindas que las tuyas. Fue muy raro porque, no sabía nada, entonces todas las decisiones fueron muy intuitivas. Por ejemplo, el ancho del margen lo calculé con mi dedo gordo, pensando en que como lector no me gustaba que me tapara el texto. Fue muy interesante porque, claro, a diferencia de un fanzine, hacer un libro era mucho más costoso. Ahí me enfrenté a mi primer reto, porque el tema con las librerías no era rentable. Las más grandes solo piden un par de ejemplares y el 50 % de la venta.
Y precisamente ese reto fue parte de su propuesta para Artbo 2022…
Ellos nos invitaron a hacer una propuesta de curaduría para la sección “Libro de artista” e hicimos una que se llamó “Ups, algo salió mal”, justamente pensando en todas las dificultades que trae tener un emprendimiento editorial. Este es un trabajo muy gratificante, pero es un mal negocio. Implica mucho esfuerzo y dinero para generar un producto que tiene una circulación bajita y un retorno lento y pequeño. Entonces el proyecto giraba en torno a esa pregunta: ¿por qué la gente sigue haciendo publicaciones tan bonitas y con tanto esfuerzo en el medio artístico? También queríamos romper una división que se ha estado marcando entre lo que se llama editorial independiente y las editoriales más grandes, que a mí eso me parece peligroso.
¿Por qué?
Porque si uno realmente sueña con un entorno plural debería incluir las editoriales grandes en este tipo de propuestas, así ellos tengan la posibilidad de estar. Mucha gente del medio se enojó porque invité a Planeta, pero en su catálogo hay unos libros que me interesan y me interesa que la gente del mundo del arte, que va a estas ferias, los conozcan. Por eso los invité bajo unas condiciones: que solo llevaran los libros seleccionados y no llegara el equipo de mercadeo a poner un banner atrás del puesto. Bajo esas condiciones dijeron que sí. Hay un montón de libros que, como son de unos catálogos menores para esas editoriales, se desaparecen entre el mar de cosas que publican, pero para la gente del mundo del arte son muy valiosas. No pueden quedarse relegadas simplemente porque los títulos pertenecen a una editorial grande.
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Y usted qué respondería a su pregunta: ¿por qué sigue haciendo publicaciones tan bonitas y con tanto esfuerzo en el medio artístico?
Uno debe tener sus proyectos personales, que no necesariamente deben ser de una retribución económica, y tuve la suerte de que ese proyecto, que no era un negocio, sino por diversión, se logró mantener ahí, con apoyo de mi trabajo. Y bueno, desde siempre me han gustado mucho los libros. Es aire en medio del trabajo.
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¿Cómo nació Cain Press?
Estudié artes plásticas y a mitad de carrera, en 2005, conocí una editorial sueca que se llama Nieves, que encargaban a gente famosa a hacer fanzines (revistas o publicaciones creadas y editadas por aficionados). Por ejemplo, ponían a Kim Gordon, de Sonic Youth, a hacer un fanzine sobre lo que ella quisiera. Con un amigo, Felipe Cortés, quisimos replicar eso y queríamos mujeres que dibujaran. Finalmente conseguimos dos artistas, Angélica Zorrilla y Luisa Roa, y Javier Posada y nosotros dos hicimos otros dos. También editamos un casete, porque nuestra revista era un dibujo por canción. Eso fue difícil, porque los CD estaban en auge, pero queríamos ir a contracorriente. Eso seguramente responde a que en otras carreras tú tienes que solucionar problemas, pero en arte debes inventártelos. En ese momento acababa de salir La silueta, que era una editorial buena en temas artísticos y culturales, y quisimos ver cómo ese ejercicio editorial que nos pareció tan interesante lo enfrentábamos a un medio artístico. Y nos presentamos en un festival de performance en Cali para flipbooks de las acciones del festival. Luego hubo un momento muy complicado en mi vida, que me dejó muchas deudas, y tuve que alejarme de esa escena dos años. Cuando pude volver, habían nacido un par de editoriales pequeñas un poco replicando los modelos de Cain. Es muy bonito cuando uno hace cosas y ve que empieza a abrir un poco de trocha, al igual que nos pasó a nosotros con La silueta. Luego mi hermano, Andrés Toquica, que tiene un estudio de diseño llamado Toquica, me invitó a trabajar con él y me propuso que juntáramos a Cain como parte del proyecto. Ahí empezó a tener una especie de estructura de modelo de negocio.
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¿Y el primer libro?
Trabajaba para una exposición de un holandés que se llama Dick Verdult, conocido como Dick El Demasiado, y me contó que estaba terminando una novela. Ese fue nuestro primer libro, Mis rejas son más lindas que las tuyas. Fue muy raro porque, no sabía nada, entonces todas las decisiones fueron muy intuitivas. Por ejemplo, el ancho del margen lo calculé con mi dedo gordo, pensando en que como lector no me gustaba que me tapara el texto. Fue muy interesante porque, claro, a diferencia de un fanzine, hacer un libro era mucho más costoso. Ahí me enfrenté a mi primer reto, porque el tema con las librerías no era rentable. Las más grandes solo piden un par de ejemplares y el 50 % de la venta.
Y precisamente ese reto fue parte de su propuesta para Artbo 2022…
Ellos nos invitaron a hacer una propuesta de curaduría para la sección “Libro de artista” e hicimos una que se llamó “Ups, algo salió mal”, justamente pensando en todas las dificultades que trae tener un emprendimiento editorial. Este es un trabajo muy gratificante, pero es un mal negocio. Implica mucho esfuerzo y dinero para generar un producto que tiene una circulación bajita y un retorno lento y pequeño. Entonces el proyecto giraba en torno a esa pregunta: ¿por qué la gente sigue haciendo publicaciones tan bonitas y con tanto esfuerzo en el medio artístico? También queríamos romper una división que se ha estado marcando entre lo que se llama editorial independiente y las editoriales más grandes, que a mí eso me parece peligroso.
¿Por qué?
Porque si uno realmente sueña con un entorno plural debería incluir las editoriales grandes en este tipo de propuestas, así ellos tengan la posibilidad de estar. Mucha gente del medio se enojó porque invité a Planeta, pero en su catálogo hay unos libros que me interesan y me interesa que la gente del mundo del arte, que va a estas ferias, los conozcan. Por eso los invité bajo unas condiciones: que solo llevaran los libros seleccionados y no llegara el equipo de mercadeo a poner un banner atrás del puesto. Bajo esas condiciones dijeron que sí. Hay un montón de libros que, como son de unos catálogos menores para esas editoriales, se desaparecen entre el mar de cosas que publican, pero para la gente del mundo del arte son muy valiosas. No pueden quedarse relegadas simplemente porque los títulos pertenecen a una editorial grande.
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Y usted qué respondería a su pregunta: ¿por qué sigue haciendo publicaciones tan bonitas y con tanto esfuerzo en el medio artístico?
Uno debe tener sus proyectos personales, que no necesariamente deben ser de una retribución económica, y tuve la suerte de que ese proyecto, que no era un negocio, sino por diversión, se logró mantener ahí, con apoyo de mi trabajo. Y bueno, desde siempre me han gustado mucho los libros. Es aire en medio del trabajo.
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