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Hijo de periodistas, Enrique Santos Molano siguió los pasos de su padre, “Calibán”, empezando su carrera en el periodismo con un semanario juvenil, “El tiempito”, creado a sus doce años en la década de 1950. Continuó con la publicación de otros dos semanarios, para luego entrar al diario El Tiempo, donde trabajó como redactor y jefe de redacción nocturna.
Desde su juventud, buscó en la historia personajes que denominaba “novelables”, encontrando en Antonio Nariño una de sus obsesiones intelectuales. Su primera obra, “Memorias fantásticas”, contaba la vida de este prócer colombiano a través de dos periodistas ficticios. Esta novela, que vendió más de veinte mil copias, marcó un interés por contar la verdad al interior de la historia, usando las formas de la ficción para narrar estos sucesos, más no inclinarse por la creación de personajes imaginarios.
Además de su trabajo en la biografía de José Asunción Silva, que le tomó veinte años para realizar, se preocupó por indagar sobre los secretos de la historia del país desde la época colonial. Su libro, “Grandes conspiraciones en la historia de Colombia” (2011), surgió luego de su investigación de las causas del aparente suicidio del poeta bogotano. Además, analizó con ojo crítico algunos hitos de la historia que estaban atravesadas por los “hilos invisibles”, que para el autor eran “los más fuertes y los más reveladores”.
Su producción literaria dejó más de veinte títulos, una telenovela que adaptó del libro “De sobremesa” de José Asunción Silva y cientos de columnas en el diario El Tiempo, donde investigaba sobre situaciones de la política y la economía nacional, dejando la puerta abierta a discusiones sobre temáticas críticas como el estado de Latinoamérica, obras en Bogotá y, en ocasiones, eventos de la política internacional.
A continuación, presentamos algunas de las reflexiones de Enrique Santos Molano sobre sus investigaciones históricas y sobre la labor del periodista:
- “Si la pregunta es si la historia novelada enseña más que la historia académica, pienso que son dos maneras diferentes de enseñar lo mismo, y que la una, amena y apasionante, puede conducir hacia la otra, rigurosa y metódica, que no le deja margen a la imaginación”.
- “Me volví un hombre del siglo XVIII, un miembro de la Ilustración. Si uno quiere retratar una época, tiene que vivirla, ser uno más de la multitud que se mueve en la trama, y conocer el entorno hasta los últimos detalles”.
- “Cómo me atrevía a dudar del suicido de José Asunción, dogma sagrado, me increparon muchos. Hasta el inolvidable R. H. Moreno Durán me preguntó un día: ‘¿Y a usted no lo han amenazado por ese libro?’. La verdad, no, nadie me ha amenazado nunca; pero mucha gente sí me quitó el saludo”.
- “La historia les sirve a las naciones para lo mismo que la memoria les sirve a los individuos: para no olvidarse de quiénes son”.
- “El periodista es el notario de la historia”.
- “De Nariño me fascinó su intelecto superior, su honradez inmaculada, su coraje temerario, su calidad de estadista y, sobre todo, el buen humor con que afrontó tanto las horas felices como las de infortunio. Es el más grande de los colombianos”.
- “Mi interés por la historia no es académico, sino narrativo, para dar la rigurosa veracidad a los hechos y a los personajes que estoy novelando”.
- “Ningún libro de historia académica, por bueno que sea, nos explica tan bien, como la novela ‘Guerra y Paz’, las causas y consecuencias del desastre de Napoleón en la campaña de Rusia”.
- “¿Qué hacemos con Silva? A los 150 años de su nacimiento, admirado don Hernando Téllez que estás en los cielos, la pregunta correcta es: ¿qué haríamos sin Silva?”.
- “La noticia de hoy es la historia de mañana; la noticia de ayer es la historia de hoy”.