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Hoy, hace 60 años, el activista y expresidente sudafricano, Nelson Mandela, fue condenado a prisión perpetua. El 12 de junio de 1964 la justicia lo encontró culpable de alta traición y sabotaje al gobierno, delitos de los que él y otros de sus compañeros de lucha fueron acusados por el Partido Nacional.
Mandela fue reconocido por su lucha contra el apartheid: el sistema de segregación racial que ejerció el poder Sudáfrica durante décadas. Su fervoroso deseo de socavar la dominación blanca y el de habitar un mundo justo e igualitario lo llevó a hacer de este su proyecto, no solo político, sino de vida. Así, se convirtió en el líder del Congreso Nacional Africano, una colectividad que soñaba con la democracia y la justicia social.
En principio, el partido político optó por el diálogo y las manifestaciones pacíficas para oponerse al apartheid. Sin embargo, sus acciones no surtieron efectos y agotados de eso, decidieron reorganizarse y llevar a cabo un plan de sabotaje económico en el que protagonizaron actos violentos que derivó en la conformación del brazo armado la Lanza de la Nación, en el que se enlistaron alrededor de 11.000 personas.
En julio 1963, Nelson Mandela y sus compañeros fueron acusados por el Partido Nacional, defensores del supremacismo blanco, de alta traición y sabotaje. Fueron meses de juicio, que se conoció como el “Proceso de Rivonia”, en el que el político y abogado terminaría condenado a cadena perpetua.
“He luchado contra la dominación blanca y he combatido la dominación negra. He promovido el ideal de una sociedad democrática y libre en la cual todas las personas puedan vivir en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir, pero si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir”, dijo Mandela mientras enfrentaba el juicio.
Desde entonces se inició un periplo por las cárceles que duraría 27 años. Estuvo 18 de ellos en la prisión de Robben Island, luego, a Pollsmoor y terminó en Victor Verster. Sin importar el lugar, en todas se repitió un patrón: violencia física, trabajos excesivos, condiciones precarias y maltratos. Sin embargo, en febrero de 1990 recuperó su libertad, gracias a la gestión del entonces mandatario Frederick de Klerk, quien dio fin al apartheid. Años después, los dos políticos compartirían el Premio Nobel de la Paz.
A continuación, algunas de las frases de Nelson Mandela para recordarlo en esta fecha y conmemorar su lucha:
- “Privar a las personas de sus derechos humanos es poner en tela de juicio su propia humanidad”.
- “Debemos usar el tiempo sabiamente y darnos cuenta de que siempre es el momento oportuno para hacer las cosas bien”.
- “Nunca he considerado a ningún hombre como mi superior, ni fuera ni dentro de la cárcel”.
- “Porque ser libre no es solamente desamarrarse las propias cadenas, sino vivir en una forma que respete y mejore la libertad de las demás personas”.
- “Lo que cuenta en la vida no es el mero hecho de que hayamos vivido; es la diferencia que hemos hecho en la vida de los demás lo que determinará el significado de la vida que llevamos”.
- “Aprendí que el coraje no era la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él. El valiente no es quien no siente miedo, sino aquel que conquista ese miedo”.
- “El camino que tendremos que recorrer no será fácil. Todos sabemos con qué empecinamiento el racismo puede aferrarse a la mente y con qué profundidad puede infectar el alma humana. (…) Por dura que pueda ser esta batalla, no nos rendiremos. Sea cual fuere el tiempo que requiera, no cejaremos en nuestro empeño. El hecho de que el racismo degrade tanto al perpetrador como a la víctima nos exige que, para ser leales a nuestro compromiso de proteger la dignidad humana, luchemos hasta lograr la victoria”.