Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Estudió diseño textil en Estados Unidos. ¿Cómo surgió ese gusto hacia la moda?
Creo que, sin darme cuenta, eso empezó desde muy pequeña (siempre me gustaron el arte y dibujar). Desde chiquita me considero una persona creativa. Mi mamá también lo es, ella quería estudiar arquitectura, pero al final estudió administración. Viví con ella toda mi vida, entonces me ponía a pintar (ubicaba papeles en el piso para que yo rayara), así que pienso que mi mamá también aportó a esa creatividad. En cuanto a la moda, siempre desde mi infancia me apasionó ver cosas que pasaban en ese mundo. Cuando me gradué del colegio pensé en estudiar diseño de modas, y así lo hice, pero en una ocasión con una amiga fuimos a un evento de la universidad sobre diseño textil (no tenía ni idea qué era eso, ni siquiera sabía que se podía estudiar). Entonces llamé a mi mamá y le dije que me iba a cambiar de carrera, porque eso era lo que en verdad me gustaba; me gusta el diseño de modas, pero lo que más me llama la atención es poder ponerle “una cara a la tela”, porque al final lo que hace resaltar una prenda es el estampado que lleva. Me cambié de carrera y ahí empezó todo. Después de graduarme -como ya tenía experiencia en la parte de moda y había trabajado durante un tiempo con una marca de moda-, dije: “Pienso que puedo juntar esas dos cosas, así no tenga mucha experiencia en el diseño de moda, crear algo y aprender en el camino (uno al final aprende de todo en él)”. Junté esas dos cosas y creamos “Cala de la Cruz”.
¿Y qué ha aprendido en el camino?
Muchas cosas, desde las relacionadas con la parte administrativa hasta cómo se cose. Cuando llegué a Cali me tocó montar una empresa desde cero (había muchas cosas por hacer), tuve el apoyo de mi mamá y de Juan Sebastián Rojas, director Comercial de Cala de la Cruz. Ellos han estado conmigo desde siempre, pero me tocó aprender a hacer una exportación y una factura, a empacar una caja, etc. (he aprendido de todo lo que no me imaginaba que llegaría a aprender). Entonces, uno va aprendiendo de todo en el camino porque crear una empresa es una escuela gigante.
Hablemos un poco sobre la diferencia entre diseño textil y diseño de moda.
Cuando hablamos de diseño de moda nos referimos al diseño de la prenda (qué costura lleva, si tiene o no un bolero, entre otras cosas). Diseño textil, por decirlo así, es la parte dibujada. La carrera se dividía en dos, entonces también puede estar relacionado con la elección de la fibra del tejido (algodón, lino, etc.), pero yo me fui más por la parte del dibujo (cómo hacer los estampados, toda la parte artística).
¿Qué ha sido lo más difícil de montar una empresa desde cero?
Todo. Hemos tenido nuestros tropiezos y hemos aprendido, casi, que “a las patadas”, pues nosotros nos lanzamos a la nada (nos lanzamos a buscar a un proveedor que nos imprimiera sin saber si iba a servir o no). Durante las primeras exportaciones sufríamos, porque nos tocó aprender cómo era ese proceso con la DIAN. Todo ha sido difícil, pero hemos sabido cómo manejarlo y hemos disfrutado cada momento (todo tiene su dificultad, pero se hace más fácil a medida que uno lo aprende a manejar). Cada día es un examen, porque siempre hay cosas nuevas, pero uno va aprendiendo a resolver (esto requiere un trabajo de 24 horas, no es que entras a las 8:00 a.m. y sales a las 5:00 p.m.). Igual uno hace todo con mucho amor, porque al final es un hijo de uno.
Le invitamos a leer: Bordando vidas
Ha tenido la oportunidad de compartir todo ese proceso con su mamá…
Sí, ha sido increíble. Mi mamá me ha apoyado y trabaja conmigo 100% todos los días (vamos juntas a la oficina). Su apoyo ha sido muy importante porque, como ella es administradora, sabe cómo administrar y es muy organizada (yo soy lo opuesto, soy un desastre, me cuesta ser organizada). Mi mamá ha sido alguien muy importante en la empresa, creo que sin ella no lo hubiera logrado.
¿Cree que la relación de las dos se ha fortalecido debido a que trabajan juntas?
Claro. Yo viví mucho tiempo fuera de Colombia (desde 2010 hasta 2017). Siempre he sido muy apegada a mis papás; soy hija única, entonces soy la consentida, pero ahorita ya es “más intenso con mi mamá” (combinamos el ámbito personal y laboral). Antes trabajábamos en sitios separados, pero ahora estamos todo el día juntas. Yo me llevo muy bien con mis papás, me veo con ellos todos los días (incluso los fines de semana) y después del trabajo los llamo. Entonces, la relación se ha fortalecido y ha sido muy rico que trabajemos juntas, porque le puedo preguntar a ella cualquier cosa sin pena y me lo explica.
Retomando lo de su carrera, le daban la opción de enfocarse en arte o estampación textil. ¿Por qué eligió este último?
Fue lo que más me llamó la atención. Cuando entrabas a estudiar diseño textil podías escoger como el área de arte plástica, similar a hacer arte de museo, que implica la realización de cosas tridimensionales, pero no soy muy buena para eso, me va mejor con el papel y el lápiz. Entonces, me fui por la estampación textil porque siempre fue mi fuerte y me sentía más cómoda, segura, creativa y podía explorar lo que me gustaba.
Realizó una investigación de mercado antes de fundar su marca Cala de la Cruz. ¿Por qué es importante conocer las necesidades de los consumidores antes de emprender en un negocio?
Cuando nosotros empezamos teníamos tres opciones que me gustaban: ropa de niños, cosas de casa y vestidos de baño (eran esas opciones porque pensaba que debía gustarme lo que hiciera, ya que iba a realizarlo por el resto de la vida). Uno sí debe tener en cuenta qué le va a servir a uno para el resto de la vida y cuál es el mercado que más se va a mover (yo lo vi de esa manera). A mí me parece muy linda la ropa de niños, pero pensé en que también podía hacerla si hacía ropa de adultos e incluso, a través de esta opción, también podría incluir cosas relacionadas con el hogar. Definitivamente, el mundo de la moda de mujer es muy grande y nosotras compramos como locas, entonces es un mercado que se mueve muy bien. Opté por los vestidos de baño pensando en lo que más me gustaba y en lo que veía que también se iba a mover, además nos dimos cuenta de que había un hueco ahí, algo que nadie estaba haciendo: los acompañamientos de los vestidos de baño (falda, pantalón, etc.). Entonces vimos que había algo que podíamos explorar y podría ser interesante para las mujeres. Pienso que es importante, si quieres hacer un negocio que genere ventas, saber que te va a ayudar a generarlas (si vas a hacer cosas para un público debes tener en cuenta qué quiere), entonces hacer una investigación antes es crucial para saber qué le va a gustar al público y cuál es la mejor manera de llegarle.
Le recomendamos leer: Toxicómano: “El ser humano no es bueno o malo, es bueno y malo”
De hecho, inició con vestidos de baño, pero su nueva colección incluye ropa infantil, exterior y moda para el hogar…
Ese fue el reto más grande. Cuando decidimos realizar esta colección con el Éxito nos dijeron que la idea era hacer la más grande del año, que son Arkitect, Bronzini y Finladek, y dijimos: “Listo, de una”, pero fue un gran reto porque nunca habíamos diseñado pijamas, cubrelechos y algo para niñas. Sin embargo, fue muy chévere porque tuvimos que poner toda esa creatividad en cosas que nunca habíamos hecho. Desde diciembre del año pasado estábamos trabajando en esta colección, entonces nos pusimos “manos a la obra” y vimos que lo podíamos lograr (ver el resultado final es muy chévere).
El nombre de la marca tiene relación con un tramo de la bahía y con un lugar fantasioso que se caracteriza por días alegres, lo que se ve reflejado en sus prendas…
Exacto. Cuando nosotros estábamos escogiendo el nombre para la marca queríamos uno que se asociara con vestidos de baños, pero que no fuera tan evidente, porque la idea era que pudiéramos expandirnos a otras áreas. Entonces comenzamos a pensar en cuál podría ser, y como Cruz es mi apellido materno, dijimos: “Ese puede ser una parte del nombre de la marca” (no quería que se llamara Carolina López, porque así me llamo yo y otros tres mil millones de personas). Seguimos buscando y encontramos que la palabra ‘cala’ es como les dicen a unas playas pequeñas en España, entonces tiene relación con el mar, con el agua (con todo eso), pero a la vez en Colombia no sabemos qué es una cala. Nuestra idea era crear un ambiente imaginario y mágico en donde existe la mujer cala, que es elegante, fresca y creativa.
La producción de sus prendas se realiza de manera local en Cali. ¿Qué impacto tiene esto en la economía nacional?
Desde nuestros inicios trabajamos con una familia que tiene mucha experiencia; “para ellos Cala es su bebé y para nosotros ellos son nuestros bebés”, porque hemos crecido juntos. Hasta el momento toda la producción se ha realizado en Cali porque somos de allá, entonces nos encantaría que siguiera siendo así, porque de esa manera estamos cerca y podemos vernos y hablar. Cada vez se incorporan más personas a la marca y siempre estamos buscando gente que quiera trabajar en corte, en confección, etc. Hemos logrado tener un grupo grande que hace parte de la familia Cala y que nos ayuda con toda la producción. Si nos toca expandirnos lo haremos, pero nos gusta que estén en Cali porque, la verdad, son como nuestra familia.
Y, de una u otra forma, así también se fortalecen las empresas nacionales…
Sí, la idea es que todo se haga acá en Colombia, aunque hay cosas que sí son difíciles realizarlas acá porque no existen, entonces toca traerlas. Yo creo que el 90% de las cosas las hacemos acá.
Le puede interesar: “La cámara es como un aparato mágico que nos permite meternos en la cabeza de la gente”
Sus prendas se caracterizan por ser sostenibles, buscando que tengan un ciclo de vida más largo. Hablemos un poco sobre la conciencia ambiental desde la moda.
Cuando nació “Cala” la idea era que fuera lo más sostenible posible (es difícil que las compañías se vuelvan así, porque ya veníamos acostumbrados a otra cosa). Siempre hemos tratado de buscar a los proveedores más sostenibles, que sepamos de dónde viene esa materia prima (de dónde proviene el algodón o el lino, si es orgánico o no), para que a su vez los clientes también tengan conocimiento sobre su procedencia. No solo nos preocupamos por la sostenibilidad en cuanto a las telas, sino también en lo relacionado con las etiquetas y las cajas (la idea es que todo sea lo más sostenible posible). Obviamente hay campos en donde podemos mejorar y explorar más, pero la idea es que, así como nosotros estamos creciendo, esa parte sostenible igual lo haga. En cuanto a la sostenibilidad social, nos preocupamos sobre cómo tratamos a nuestros empleados y las reglas que tenemos. Entonces, tratamos de ser lo más sostenibles en todos los ámbitos, aunque es difícil, pero siempre buscamos lograrlo.
¿Y por qué cree que es importante que la sostenibilidad no solo sea ambiental, sino que también incluya lo social?
Porque, al final, todos trabajamos y nos cansamos, entonces es muy rico tener un sitio en donde uno pueda laborar tranquilo, lo traten bien, haya confianza y en donde todos hagamos de todo (si a mí me toca servir un café, pues lo sirvo; si me toca lavar un baño, lo hago). Somos una familia tan grande y nos sentimos tan bien, que se trabaja mucho más rico, a comparación de tener “un jefe todo regañón”. Pienso que es muy importante que todo el mundo se sienta cómodo porque trabaja mejor (uno da lo mejor de uno en un ambiente en donde se siente bien).
¿Cuáles son sus expectativas a futuro con esta marca?
La idea de hacer la colaboración con Éxito es que más personas puedan conocer a “Cala”. Nosotros acabamos de cumplir cuatro años en noviembre, entonces, aunque ya nos conocen bastante, seguimos siendo pequeños. La idea es mostrar que somos diferente a todo lo que vemos en Colombia en cuanto a estampación, vestidos de baños, y que todos podemos tener un pedazo de “Cala” y ver algo distinto en el mercado, algo que no hayamos visto antes. Esperamos con “Cala” seguir creciendo en el futuro, mejorar cada día más en la elaboración de nuestras prendas, que sean de mejor calidad y que se sigan haciendo con todo el amor como lo hemos hecho desde el principio (no quiero perder eso, porque entre más crece un negocio, se vuelve como una empresa de todos los días).
¿Y para qué quiere seguir creando?
Siento que para eso nací, “para eso fue que vine” (no soy buena en matemáticas o para hacer otras cosas). Esto es lo que me gusta hacer y, creo, que fue para lo que nací, entonces quiero seguir creando, espero nunca se me acaben las ideas.
Le invitamos a leer: El defensor central de la redacción