El pasado domingo, el Consejo Regional Indígena del Cauca llegó a Cali para apoyar a los manifestantes en el Paro Nacional.
Foto: JOSE VARGAS ESGUERRA
Cali era (o es) una bomba de tiempo. Hay una suma de dolencias, miserias y ambiciones padecidas por la población, que no es difícil entender por qué se convirtió en el epicentro de la violencia en la que ahora Colombia anochece y amanece, y vuelve a anochecer. No es difícil de entender, pero sí de asimilar por la crudeza de su realidad e insufrible permanencia en la crisis. Para darle una explicación al protagonismo de Cali durante las actuales protestas, podríamos mirar un mapa y fijarnos en su cercanía con el Cauca, Nariño y el Pacífico....
Por Laura Camila Arévalo Domínguez
Periodista en el Magazín Cultural de El Espectador desde 2018 y editora de la sección desde 2023. Autora de "El refugio de los tocados", el pódcast de literatura de este periódico.@lauracamilaadlarevalo@elespectador.com