Camila Ospina Gaitán: cuando los cuerpos tienen espinas
La artista colombiana se refiere a su presentación en solitario, “Thorn in the flesh”, en Edimburgo (Escocia), donde mostró sus esculturas en vidrio, producidas desde el 2019 hasta el 2021.
Daniela Cristancho
Hablemos de la transición que supone pasar de hacer delicadas piezas en vidrio, como había hecho antes, a realizar robustas esculturas negras...
La transición surge como necesidad. Yo estaba molesta conmigo misma por quedarme en una representación del cuerpo femenino desde lo frágil, que son mis primeras esculturas en vidrio hechas entre el 2019 y 2020, como Glass breast/Teta de vidrio o Male gaze/Mirada masculina. Yo quería construir un cuerpo fuerte, presente, denso, pesado, que luego contrasta con las cabezas en vidrio que van encima o las palabras en vidrio, insultos que hacen referencia al cuerpo de la mujer o a los roles femeninos. El contraste de ambos materiales era esencial para avanzar en esa búsqueda escultórica de cómo representar un cuerpo sexualizado sin que implique ser débil, sino desde la fuerza de la defensa o la reacción.
Ahondemos en el concepto detrás de “Thorn in the flesh”. ¿Por qué hablar de espinas cuando se explora el tema de la sexualización de los cuerpos?
Las espinas son una metáfora: las plantas desarrollaron espinas como mecanismo de defensa y de conservación. Como te digo, estaba molesta conmigo misma por representar esos cuerpos femeninos quedándome en lo frágil, entonces tenía que haber un cambio en cuanto a que el cuerpo femenino sexualizado también es poderoso, es reactivo, agresivo y tiene distintos mecanismos de defensa y supervivencia.
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¿La reflexión sobre la sexualización de la mujer latinoamericana está directamente ligada con su propio proceso de migración?
Sí, la migración es lo que me pone en esas situaciones y lo que dispara la necesidad de búsqueda y respuesta por medio de mi práctica, que comienza con la sexualización de la mujer latina, en donde se analizó la construcción de identidad por medio de objetos cotidianos. Asimismo, como la representación de íconos como Sofía Vergara y la construcción de estereotipos como su personaje Gloria y cómo eso repercute hoy en día. O el caso de Carmen Miranda en los años 30-40, que también fue muy famoso en Hollywood, pero tiene un total rechazo por la población de Brasil. Ahora lo abordo de manera más general, no basado en mi identidad específica, sino en la diversidad de cuerpos femeninos y su sexualización.
¿De qué otras formas el hecho de vivir en otro país ha marcado su obra?
En el 2016 y 2017, por medio de una beca japonesa tuve la oportunidad de hacer un intercambio cultural y esto tuvo una influencia enorme en mi investigación de pregrado (La casa en 2018). Yo estaba trabajando con una casa colonial en Cundinamarca que tenía una falla geológica. La casa misma contaba una historia de lucha y de abandono. Yo intento sanar desde el territorio (literalmente con tierra) uniendo conceptos japoneses como el wabi-sabi. Sin embargo, concluye en la idea de incluir el vacío y la ruptura.
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¿Cómo se inició su trayectoria artística?
Creo que el inicio es pura terquedad, con un poquito de ingenuidad y unas ganas inmensas por decodificar el mundo y el vivir y crear. Yo estudié artes visuales en la Javeriana. En el 2016 tuve la oportunidad de ganarme la beca LAP para ir a Japón con un intercambio cultural en donde estudié en la universidad de Nanzan, en Nagoya, y luego en la Universidad Sofía, en Tokio. En el 2019 arranco a hacer mi maestría en la Universidad de Edimburgo, un MFA en Contemporary Art Practice, y a principios del 2020 me gané un premio que me permitió hacer mi primera residencia en el norte de Escocia. Ahora en el 2022 sucedió mi primer solo show, que se llamó Thorn in the flesh .
¿Cuáles son sus referentes en el mundo del arte?
Tengo muchos, entre esos Luz Lizarazo, Sarah Lucas, Feliza Bursztyn, Ana Mendieta, Alberta Whittle, o Miguel Ángel Rojas.
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Hablemos de la transición que supone pasar de hacer delicadas piezas en vidrio, como había hecho antes, a realizar robustas esculturas negras...
La transición surge como necesidad. Yo estaba molesta conmigo misma por quedarme en una representación del cuerpo femenino desde lo frágil, que son mis primeras esculturas en vidrio hechas entre el 2019 y 2020, como Glass breast/Teta de vidrio o Male gaze/Mirada masculina. Yo quería construir un cuerpo fuerte, presente, denso, pesado, que luego contrasta con las cabezas en vidrio que van encima o las palabras en vidrio, insultos que hacen referencia al cuerpo de la mujer o a los roles femeninos. El contraste de ambos materiales era esencial para avanzar en esa búsqueda escultórica de cómo representar un cuerpo sexualizado sin que implique ser débil, sino desde la fuerza de la defensa o la reacción.
Ahondemos en el concepto detrás de “Thorn in the flesh”. ¿Por qué hablar de espinas cuando se explora el tema de la sexualización de los cuerpos?
Las espinas son una metáfora: las plantas desarrollaron espinas como mecanismo de defensa y de conservación. Como te digo, estaba molesta conmigo misma por representar esos cuerpos femeninos quedándome en lo frágil, entonces tenía que haber un cambio en cuanto a que el cuerpo femenino sexualizado también es poderoso, es reactivo, agresivo y tiene distintos mecanismos de defensa y supervivencia.
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¿La reflexión sobre la sexualización de la mujer latinoamericana está directamente ligada con su propio proceso de migración?
Sí, la migración es lo que me pone en esas situaciones y lo que dispara la necesidad de búsqueda y respuesta por medio de mi práctica, que comienza con la sexualización de la mujer latina, en donde se analizó la construcción de identidad por medio de objetos cotidianos. Asimismo, como la representación de íconos como Sofía Vergara y la construcción de estereotipos como su personaje Gloria y cómo eso repercute hoy en día. O el caso de Carmen Miranda en los años 30-40, que también fue muy famoso en Hollywood, pero tiene un total rechazo por la población de Brasil. Ahora lo abordo de manera más general, no basado en mi identidad específica, sino en la diversidad de cuerpos femeninos y su sexualización.
¿De qué otras formas el hecho de vivir en otro país ha marcado su obra?
En el 2016 y 2017, por medio de una beca japonesa tuve la oportunidad de hacer un intercambio cultural y esto tuvo una influencia enorme en mi investigación de pregrado (La casa en 2018). Yo estaba trabajando con una casa colonial en Cundinamarca que tenía una falla geológica. La casa misma contaba una historia de lucha y de abandono. Yo intento sanar desde el territorio (literalmente con tierra) uniendo conceptos japoneses como el wabi-sabi. Sin embargo, concluye en la idea de incluir el vacío y la ruptura.
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¿Cómo se inició su trayectoria artística?
Creo que el inicio es pura terquedad, con un poquito de ingenuidad y unas ganas inmensas por decodificar el mundo y el vivir y crear. Yo estudié artes visuales en la Javeriana. En el 2016 tuve la oportunidad de ganarme la beca LAP para ir a Japón con un intercambio cultural en donde estudié en la universidad de Nanzan, en Nagoya, y luego en la Universidad Sofía, en Tokio. En el 2019 arranco a hacer mi maestría en la Universidad de Edimburgo, un MFA en Contemporary Art Practice, y a principios del 2020 me gané un premio que me permitió hacer mi primera residencia en el norte de Escocia. Ahora en el 2022 sucedió mi primer solo show, que se llamó Thorn in the flesh .
¿Cuáles son sus referentes en el mundo del arte?
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