Camilo Amores: “La actuación, como todo arte, tiene una responsabilidad”
Camilo Amores habla de su rol en las series “Pálpito” y “Las iguanas”, y del trabajo de su productora Black Gaviota Films.
Daniela Cristancho Serrano
¿Cómo fue su experiencia al participar en “Pálpito”?
¡Muy intensa! Inicialmente Rojo, mi personaje, lo iba a interpretar otro actor, quien tuvo ciertas complicaciones de tiempos y no podía seguir en el proyecto. Un domingo recibí una llamada de Ana Piñeres, la productora ejecutiva de la serie, en la que me ofrecía el personaje, dejándome saber las circunstancias y la urgencia con la que necesitaba mi respuesta. Me dijo: “Si aceptas, mañana tendrías prueba de vestuario y de maquillaje, el personaje lleva la mitad del cabello pintado de rojo, al siguiente día tendrías un ensayo con los directores y los actores, te enviamos los 14 capítulos para que los leas y el miércoles empiezas a grabar…'’, y así fue.
¿Qué vino luego?
De ahí en adelante todo fue muy intuitivo, nunca había tenido tan poco tiempo para crear un personaje. Las indicaciones de Ruth Caudeli y Camilo Vega, los directores, eran claras, ellos ya sabían qué querían. Me decían: “Es el más chiquito de la banda, el que quiere aprender, lo disfruta, es el niño ansioso’'. Y dije: “Bueno, creo que yo, Camilo el actor, me siento así, pero en el proyecto. Soy el nuevo, quiero acoplarme al trabajo adelantado de todos los actores, es un reto, estoy ansioso, ahora solo tengo que traducir esto mismo que siento al personaje y sus circunstancias”, y así se fue dando solito. El chicle como elemento que denotaba ansiedad apareció cinco minutos antes de grabar mi primera escena, porque estaba ansioso y lo noté, así que lo propuse para el personaje y creo que no hay una sola escena de Rojo en la que no mastique chicle. Incluso cuando no tenía físicamente uno, hacía el ademán.
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Hace poco se estrenó la serie “Las iguanas”, y usted afirmó en redes sociales que Lalo es el personaje que más ha podido explorar a profundidad. ¿Cómo fue ese proceso?
Fue un proceso soñado para un actor. A la productora creadora del proyecto, LDC (Laboratorio De Cine), le interesaba que las actuaciones estuvieran en un nivel de honestidad bastante alto para que la historia fuera contada de manera potente a través de sus personajes. Así que, coherentemente, destinaron un tiempo de preparación actoral bastante generoso antes del inicio del rodaje. Fue un proceso de casi un mes guiado con mucha generosidad por Andrés Barrientos, de la mano del director Frank Benítez e incluso Isabel Gaona y Pilar Díaz Quesada, actrices y productoras de la serie, quienes también son pedagogas de actuación y nos brindaban talleres cortos para ampliar la investigación de nuestros personajes. Cabe resaltar que la mayoría de los actores ya nos conocíamos bastante bien, ya sea porque veníamos estudiando juntos en los mismos talleres o porque habíamos trabajado juntos en otros proyectos, eso no fue una casualidad, al contrario, algo muy bien pensado, en la serie teníamos que lucir como un grupo de amigos de muchos años. Normalmente los proyectos destinan un tiempo muchísimo más reducido a ensayos y creación de personajes, es por eso que dije que Lalo era el que más había podido explorar a profundidad. Lalo era un reto, tiene muchas capas, pero a la vez es muy fluido, muy vivo, libre, presente, el amor lo conduce, aunque está viviendo una situación que en el fondo lo hace morirse del miedo, y precisamente esa dualidad amor vs. miedo fue el reto más grande de descifrar.
“Las iguanas” cuestiona la normalización de las dinámicas de abuso sexual y “Pálpito” hace lo propio con el tráfico de órganos. ¿Cómo ha sido participar en estas series que tocan temas que son difíciles de abordar?
Me parece que Pálpito no necesariamente tiene esa intención, es más un resultado que se puede dar en el espectador, lo cual es bueno. Si el espectador toma conciencia sobre una problemática que antes no tenía es algo que le hace más bien que mal a la sociedad. Ahora, desconozco si realmente las redes de tráfico de órganos funcionan de tal manera. He escuchado a algunas personas que se quejan de que la serie le puede dar ideas a los criminales. Creo que hay que entender que es simplemente una historia de ficción cuyo objetivo es el entretenimiento, lo cual logra a cabalidad, por algo se posicionó como la serie más vista en todo el mundo. No es un video-tutorial para malandros ni una denuncia explícita. En el caso de Las iguanas sí creo que tiene como objetivo claro aportar a la educación de la sociedad por medio del reflejo de una dinámica de abuso sexual, que seguro puede tener mucho en común con casos que suceden en la vida real. Los personajes están diseñados para cubrir ciertos puntos de vista y comportamientos sobre estas dinámicas. El cómo reaccionan a las declaraciones de una víctima, la posición que adoptan frente al victimario o la situación, los procesos en su mayoría dolorosos a los que son sometidas las víctimas, todas estas pueden generar que el espectador se identifique con ciertas posturas o que se haga la pregunta de cuál es su posición frente a este tema y de ahí en adelante indague en su propia educación. Al final es algo que nos corresponde a todos. Pienso que participar en una serie que plantea un tema tan delicado e importante es un privilegio, la actuación es un arte y como todo arte cumple una responsabilidad: colaborar a la transformación humana, así que me siento muy honrado de prestar mi instrumento para que así sea en alta o pequeña escala esa transformación tenga lugar.
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¿Qué tipo de apuestas tiene con su productora Black Gaviota Films?
Siempre he sido muy inquieto y me rehúso a la idea de que ser actor o artista es estar a la espera de llamadas con noticias de grandes oportunidades. Mi encuentro con la actuación llegó a través de un interés grandísimo por querer hacer películas, este interés me llevó a estudiar también dirección de cine y fotografía. Con Black Gaviota lo que busco es tener un portal de creación que me permita reunir mis habilidades, pero por ahora, por temas de exploración, tiempos y demanda, ha estado más enfocado a la fotografía. Estoy viviendo hace unos años entre Los Ángeles y Bogotá, y he podido empezar a mostrar mi trabajo allá, lo cual me ha dado la oportunidad de aprender muchísimo sobre cómo funcionan mis ideas en un campo internacional. La meta ideal sería poder posicionarla como una productora capaz de gestionar, producir y desarrollar proyectos cinematográficos, teatrales y artísticos nacional e internacionalmente.
Entiendo que su padre también ha trabajado en la industria audiovisual. ¿Cómo fue esa influencia al crecer? ¿Considera que gracias a él terminó en esta carrera profesional?
Definitivamente. Me familiaricé con los sets de televisión desde muy pequeño, mi padre me llevaba y desde el día uno quedé maravillado con la danza casi que coreografiada entre tantas personas para llevar a cabo una jornada de grabación. Podría incluso afirmar que desde ese día a mis 10 años yo ya sabía que a esto quería dedicar mi vida. No sabía exactamente en qué rol, solo sabía que quería que esa fuera mi tipo de oficina cuando fuera grande. Siempre que mi padre conseguía llevarme consigo para mí era una aventura, siempre un lugar distinto, tipos de escenas distintas, actores famosos, cámaras que para mí en ese entonces se veían gigantescas, efectos especiales, en fin, era como una especie de Disneyland para mis sentidos y es hermoso que hoy en día desde otro lugar y habiendo cumplido el sueño de hacer parte de la industria sigo viviéndolo de la misma manera. Mi padre era camarógrafo en ese entonces y de ahí se empieza a derivar mi interés por a imagen, supongo. Por medio de estas experiencias me obsesioné con el cine, cuando veía las películas trataba de imaginarme cómo se habían hecho y bueno todo eso ha sido motor para seguir descubriendo.
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¿Cómo complementa la fotografía su trabajo como actor y director?
Creo que todas las disciplinas artísticas son complementarias entre sí, se trata de distintas sensibilidades que desarrollas. La fotografía en este caso es una sensibilidad visual que me acompaña en absolutamente todas las decisiones estéticas de mi vida, como actor ha sido de gran ayuda artística pero también técnica. Las decisiones que tomo sobre propuestas visuales de cómo me gustaría que mis personajes luzcan están muy basados en la fotografía. Ahora, técnicamente al tener conocimientos sobre lentes, incidencias de luz, foco, movimientos de cámaras etc.… siempre es un placer para mí trabajar con los camarógrafos y directores de fotografía porque entiendo qué tan grandes o contenidos deben ser mis movimientos, qué rango de desplazamiento tengo para no salirme de foco ó que tan rápidas o lentas deben ser mis acciones según estas características.
Usted acaba de estrenar la serie ‘Los Internacionales’, una nueva serie en Paramount Plus Latinoamérica, ¿cómo fue la experiencia de grabar en Argentina?
Esto sí que fue un sueño 2x1. Yo amo viajar y Argentina en específico era un país al que tenía muchas ganas de ir desde pequeño y bueno pues qué mejor manera que conocer que haciendo lo que mas te gusta, el cual era otro gran sueño: algún día poder filmar una serie o película con la calidad del cine argentino del cual siempre he sido fan. Fue muy divertido conocer sitios en Buenos Aires, que seguramente nunca hubiese conocido si hubiese ido como turista, locaciones de barrios marginales o terrazas de edificios viejos con vistas fenomenales por dar algunos ejemplos. Luego la fusión entre actores colombianos y argentinos traía una mezcla bastante interesante que me fascinaba. Todo el equipo detrás de cámaras liderado por los geniales productores Cecilia Maciero y Hernán Luna (quienes nos adoptaron como sus hijos colombianos) era increíblemente talentoso, profesional y amoroso.
¿Y de qué trata?
La serie es muy interesante, está basada en el libro La Conexión Bogotá de Nahuel Gallota que retrata una cultura delincuencial del barrio Las Cruces que surge en los años 50. Consiste en ladrones colombianos que viajan a distintos países a hacer robos de mucho valor, estos ladrones tienen unas reglas, una de ellas es que no se puede usar armas, todo tiene que ser a punta de estrategias o de lo que se ha denominado ‘’malicia indígena’'. En esta primera temporada el destino es Buenos Aires en plena crisis del Corralito en el 2002 que fue cuando los bancos se quedaron con los dólares de la gente y mucha gente adinerada empezó a guardar sus tesoros en sus casas. Ahí llegan Los Internacionales a sacar provecho de esto.
¿Cómo fue su experiencia al participar en “Pálpito”?
¡Muy intensa! Inicialmente Rojo, mi personaje, lo iba a interpretar otro actor, quien tuvo ciertas complicaciones de tiempos y no podía seguir en el proyecto. Un domingo recibí una llamada de Ana Piñeres, la productora ejecutiva de la serie, en la que me ofrecía el personaje, dejándome saber las circunstancias y la urgencia con la que necesitaba mi respuesta. Me dijo: “Si aceptas, mañana tendrías prueba de vestuario y de maquillaje, el personaje lleva la mitad del cabello pintado de rojo, al siguiente día tendrías un ensayo con los directores y los actores, te enviamos los 14 capítulos para que los leas y el miércoles empiezas a grabar…'’, y así fue.
¿Qué vino luego?
De ahí en adelante todo fue muy intuitivo, nunca había tenido tan poco tiempo para crear un personaje. Las indicaciones de Ruth Caudeli y Camilo Vega, los directores, eran claras, ellos ya sabían qué querían. Me decían: “Es el más chiquito de la banda, el que quiere aprender, lo disfruta, es el niño ansioso’'. Y dije: “Bueno, creo que yo, Camilo el actor, me siento así, pero en el proyecto. Soy el nuevo, quiero acoplarme al trabajo adelantado de todos los actores, es un reto, estoy ansioso, ahora solo tengo que traducir esto mismo que siento al personaje y sus circunstancias”, y así se fue dando solito. El chicle como elemento que denotaba ansiedad apareció cinco minutos antes de grabar mi primera escena, porque estaba ansioso y lo noté, así que lo propuse para el personaje y creo que no hay una sola escena de Rojo en la que no mastique chicle. Incluso cuando no tenía físicamente uno, hacía el ademán.
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Hace poco se estrenó la serie “Las iguanas”, y usted afirmó en redes sociales que Lalo es el personaje que más ha podido explorar a profundidad. ¿Cómo fue ese proceso?
Fue un proceso soñado para un actor. A la productora creadora del proyecto, LDC (Laboratorio De Cine), le interesaba que las actuaciones estuvieran en un nivel de honestidad bastante alto para que la historia fuera contada de manera potente a través de sus personajes. Así que, coherentemente, destinaron un tiempo de preparación actoral bastante generoso antes del inicio del rodaje. Fue un proceso de casi un mes guiado con mucha generosidad por Andrés Barrientos, de la mano del director Frank Benítez e incluso Isabel Gaona y Pilar Díaz Quesada, actrices y productoras de la serie, quienes también son pedagogas de actuación y nos brindaban talleres cortos para ampliar la investigación de nuestros personajes. Cabe resaltar que la mayoría de los actores ya nos conocíamos bastante bien, ya sea porque veníamos estudiando juntos en los mismos talleres o porque habíamos trabajado juntos en otros proyectos, eso no fue una casualidad, al contrario, algo muy bien pensado, en la serie teníamos que lucir como un grupo de amigos de muchos años. Normalmente los proyectos destinan un tiempo muchísimo más reducido a ensayos y creación de personajes, es por eso que dije que Lalo era el que más había podido explorar a profundidad. Lalo era un reto, tiene muchas capas, pero a la vez es muy fluido, muy vivo, libre, presente, el amor lo conduce, aunque está viviendo una situación que en el fondo lo hace morirse del miedo, y precisamente esa dualidad amor vs. miedo fue el reto más grande de descifrar.
“Las iguanas” cuestiona la normalización de las dinámicas de abuso sexual y “Pálpito” hace lo propio con el tráfico de órganos. ¿Cómo ha sido participar en estas series que tocan temas que son difíciles de abordar?
Me parece que Pálpito no necesariamente tiene esa intención, es más un resultado que se puede dar en el espectador, lo cual es bueno. Si el espectador toma conciencia sobre una problemática que antes no tenía es algo que le hace más bien que mal a la sociedad. Ahora, desconozco si realmente las redes de tráfico de órganos funcionan de tal manera. He escuchado a algunas personas que se quejan de que la serie le puede dar ideas a los criminales. Creo que hay que entender que es simplemente una historia de ficción cuyo objetivo es el entretenimiento, lo cual logra a cabalidad, por algo se posicionó como la serie más vista en todo el mundo. No es un video-tutorial para malandros ni una denuncia explícita. En el caso de Las iguanas sí creo que tiene como objetivo claro aportar a la educación de la sociedad por medio del reflejo de una dinámica de abuso sexual, que seguro puede tener mucho en común con casos que suceden en la vida real. Los personajes están diseñados para cubrir ciertos puntos de vista y comportamientos sobre estas dinámicas. El cómo reaccionan a las declaraciones de una víctima, la posición que adoptan frente al victimario o la situación, los procesos en su mayoría dolorosos a los que son sometidas las víctimas, todas estas pueden generar que el espectador se identifique con ciertas posturas o que se haga la pregunta de cuál es su posición frente a este tema y de ahí en adelante indague en su propia educación. Al final es algo que nos corresponde a todos. Pienso que participar en una serie que plantea un tema tan delicado e importante es un privilegio, la actuación es un arte y como todo arte cumple una responsabilidad: colaborar a la transformación humana, así que me siento muy honrado de prestar mi instrumento para que así sea en alta o pequeña escala esa transformación tenga lugar.
Le sugerimos: Plegaria por David Foster Wallace
¿Qué tipo de apuestas tiene con su productora Black Gaviota Films?
Siempre he sido muy inquieto y me rehúso a la idea de que ser actor o artista es estar a la espera de llamadas con noticias de grandes oportunidades. Mi encuentro con la actuación llegó a través de un interés grandísimo por querer hacer películas, este interés me llevó a estudiar también dirección de cine y fotografía. Con Black Gaviota lo que busco es tener un portal de creación que me permita reunir mis habilidades, pero por ahora, por temas de exploración, tiempos y demanda, ha estado más enfocado a la fotografía. Estoy viviendo hace unos años entre Los Ángeles y Bogotá, y he podido empezar a mostrar mi trabajo allá, lo cual me ha dado la oportunidad de aprender muchísimo sobre cómo funcionan mis ideas en un campo internacional. La meta ideal sería poder posicionarla como una productora capaz de gestionar, producir y desarrollar proyectos cinematográficos, teatrales y artísticos nacional e internacionalmente.
Entiendo que su padre también ha trabajado en la industria audiovisual. ¿Cómo fue esa influencia al crecer? ¿Considera que gracias a él terminó en esta carrera profesional?
Definitivamente. Me familiaricé con los sets de televisión desde muy pequeño, mi padre me llevaba y desde el día uno quedé maravillado con la danza casi que coreografiada entre tantas personas para llevar a cabo una jornada de grabación. Podría incluso afirmar que desde ese día a mis 10 años yo ya sabía que a esto quería dedicar mi vida. No sabía exactamente en qué rol, solo sabía que quería que esa fuera mi tipo de oficina cuando fuera grande. Siempre que mi padre conseguía llevarme consigo para mí era una aventura, siempre un lugar distinto, tipos de escenas distintas, actores famosos, cámaras que para mí en ese entonces se veían gigantescas, efectos especiales, en fin, era como una especie de Disneyland para mis sentidos y es hermoso que hoy en día desde otro lugar y habiendo cumplido el sueño de hacer parte de la industria sigo viviéndolo de la misma manera. Mi padre era camarógrafo en ese entonces y de ahí se empieza a derivar mi interés por a imagen, supongo. Por medio de estas experiencias me obsesioné con el cine, cuando veía las películas trataba de imaginarme cómo se habían hecho y bueno todo eso ha sido motor para seguir descubriendo.
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¿Cómo complementa la fotografía su trabajo como actor y director?
Creo que todas las disciplinas artísticas son complementarias entre sí, se trata de distintas sensibilidades que desarrollas. La fotografía en este caso es una sensibilidad visual que me acompaña en absolutamente todas las decisiones estéticas de mi vida, como actor ha sido de gran ayuda artística pero también técnica. Las decisiones que tomo sobre propuestas visuales de cómo me gustaría que mis personajes luzcan están muy basados en la fotografía. Ahora, técnicamente al tener conocimientos sobre lentes, incidencias de luz, foco, movimientos de cámaras etc.… siempre es un placer para mí trabajar con los camarógrafos y directores de fotografía porque entiendo qué tan grandes o contenidos deben ser mis movimientos, qué rango de desplazamiento tengo para no salirme de foco ó que tan rápidas o lentas deben ser mis acciones según estas características.
Usted acaba de estrenar la serie ‘Los Internacionales’, una nueva serie en Paramount Plus Latinoamérica, ¿cómo fue la experiencia de grabar en Argentina?
Esto sí que fue un sueño 2x1. Yo amo viajar y Argentina en específico era un país al que tenía muchas ganas de ir desde pequeño y bueno pues qué mejor manera que conocer que haciendo lo que mas te gusta, el cual era otro gran sueño: algún día poder filmar una serie o película con la calidad del cine argentino del cual siempre he sido fan. Fue muy divertido conocer sitios en Buenos Aires, que seguramente nunca hubiese conocido si hubiese ido como turista, locaciones de barrios marginales o terrazas de edificios viejos con vistas fenomenales por dar algunos ejemplos. Luego la fusión entre actores colombianos y argentinos traía una mezcla bastante interesante que me fascinaba. Todo el equipo detrás de cámaras liderado por los geniales productores Cecilia Maciero y Hernán Luna (quienes nos adoptaron como sus hijos colombianos) era increíblemente talentoso, profesional y amoroso.
¿Y de qué trata?
La serie es muy interesante, está basada en el libro La Conexión Bogotá de Nahuel Gallota que retrata una cultura delincuencial del barrio Las Cruces que surge en los años 50. Consiste en ladrones colombianos que viajan a distintos países a hacer robos de mucho valor, estos ladrones tienen unas reglas, una de ellas es que no se puede usar armas, todo tiene que ser a punta de estrategias o de lo que se ha denominado ‘’malicia indígena’'. En esta primera temporada el destino es Buenos Aires en plena crisis del Corralito en el 2002 que fue cuando los bancos se quedaron con los dólares de la gente y mucha gente adinerada empezó a guardar sus tesoros en sus casas. Ahí llegan Los Internacionales a sacar provecho de esto.