“Carbón Rojo”: buscar la verdad en los lugares más oscuros de la existencia humana
La mexicana Mónica Castellanos, autora de la novela “Carbón Rojo”, cuenta los detalles detrás de la construcción de la historia y los personajes de su libro, que están inspirados en hechos reales.
Jorge Danilo Bravo
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Mónica Castellanos es una escritora que traza su camino literario desde su curiosidad por la creación. Es egresada del Instituto Superior de Cultura y Arte de Monterrey y formó parte de procesos como cofundadora de la Editorial 42 líneas y del Centro de Estudios Familiares y Sociales.
Desde el año 2013, Castellanos se ha entregado por completo a su mayor vocación: la escritura. Sus obras, como “Canasta de comadres” y “Aquellas horas que nos robaron, el desafío de Gilberto Bosques”, dejan ver entre líneas su habilidad para entrelazar la ficción con la realidad, tejiendo relatos que exploran las complejidades del ser humano y de la historia misma.
“Carbón Rojo”, su última obra, le propone al lector un mundo oscuro, poblado por la venganza y los deseos de revancha. El trasfondo histórico y geográfico de la novela se desarrolla en las minas carboníferas de Coahuila, un estado mexicano. El desarrollo y la cotidianidad de estos lugares han sido controvertidos por unos accidentes ocurridos en 2006, así que, para la autora, este fue el escenario para preguntarse por la justicia, la pérdida y la redención mientras exploraba la psicología de sus personajes.
Sobre el proceso de investigación, Castellanos cuenta el paso a paso del libro, a propósito de su participación en la Filbo 2024. La novela se presenta este miércoles 1 de mayo a la 1:00 p. m., en el Gran Salón D, de Corferias.
¿De dónde surge esta propuesta? ¿Cuál es el proceso de investigación que hay detrás?
Todo surge de una conversación con una prima que me comentó que su abuelo había sido dueño de unas tierras en la zona carbonífera del noreste de México, en una parte de Coahuila, y que estas le habían sido arrebatadas de manera violenta. Lo primero que hice fue verificar la información. Acudí a algunas fuentes y efectivamente era como ella me lo había contado. Me impactó que en estas tierras estaba la mina de Pasta de Conchos y allí había ocurrido ese terrible accidente que había sucedido la madrugada del 19 de febrero del 2006, donde habían perdido la vida 65 mineros. Solo fueron recuperados dos cueros, los otros 63 quedaron enterrados. Este fue el primer detonante de una posible historia para una novela. Cuando surgió esa noticia me indigné: como lo hizo la prensa nacional e internacional, nosotros seguimos los acontecimientos a diario. Queríamos saber sobre el resultado del rescate, pero a los cinco días la minera decidió cerrar y no trabajar más.
Al hacer el trabajo de investigación, fui a la hemeroteca, porque el periodismo es una fuente histórica. Me refiero a la historicidad de quien está ante la noticia, en primera línea, viendo a los sucesos objetiva e imparcialmente. Me di cuenta de que había un periodista de Monterrey que había estado cubriendo la noticia y yo lo conocía. Lo llamé, hablé con él y me permitió entrevistarlo. Ese fue el primer paso de una posible novela.
¿Este periodista inspiró el personaje de Bernardo?
De alguna manera sí: me di cuenta de que, para el periodista en la vida real, había sido un impacto muy fuerte. Él llegó al día siguiente del accidente y vio a los familiares afuera, ansiando saber qué sucedía con el rescate. Todos los días subsecuentes tuvo que ver el dolor humano, la tragedia y se sintió muy cercano a ese dolor.
Ese suceso lo hizo regresar año tras año, durante 10 en total, a cubrir la noticia, a hablar con los familiares. Todas las esposas, las madres, las hijas, las hermanas estaban en pie de lucha queriendo recuperar los cuerpos. Por eso surge la posibilidad de incorporar en la novela el punto de vista periodístico, algo que me parecía algo muy importante. Lo vi casi como una adición.
¿Cómo nace Carmina?
Fueron acontecimientos encadenados: primero, el encuentro con una prima; luego lo del periodista, posteriormente falleció mi mamá y sus cenizas fueron depositadas en una cripta: tres pisos hacia abajo que hubo que bajar. Una de las tardes que fui a visitarla estaba muy oscuro y, conforme fui descendiendo, las luces se fueron encendiendo.
Ahí vino la primera idea de un personaje femenino, que todavía no tenía nombre, pero que descendiera a una cripta a hablar con los muertos, y que de alguna manera fuera esa analogía con los mineros que descendieron a la mina. Un personaje que fuera complicado, que guardara rencor: me parecía oportuno hacer esta analogía con el descenso a la naturaleza humana, esa red de túneles internos que tenemos donde se guardan los enojos, los rencores, las culpas, las envidias y todos esos sentimientos negativos que muchas veces no nos gusta ver.
¿Hay alguna inspiración histórica en los personajes de su novela?
Sí, ahí se combina lo real y la ficción. Hay documentos que reproduzco parcialmente. Hablo de la parte en la que Blas Pérez Mendoza está como dueño de las tierras con permiso de la compañía minera. Este personaje, además vende carne y tiene ciertos negocios adicionales a la extracción del carbón.
Ahora, yo utilizo las cartas como un recurso literario para narrar la relación entre el sacerdote y la joven a la que abusan, que es el detonante de toda la trama de la novela. Además, es el motivo del rencor de Carmina guardado. Esto lo vemos en la primera página: un mantel bordado con los nombres de quienes se quiere vengar.
¿Cómo llega a la construcción de esta familia?
Es una manera de incorporar las dos historias. Yo quería plasmar la sociedad de Rosita Coahuila, que viene de un pueblo pequeño donde hay reglas y normas estrictas. El siguiente paso sería recrear el universo minero de toda la zona y del resto de países: la minería y la extracción están presentes en muchísimos lugares del mundo. De lo particular fui a lo general.
¿Esta historia se construye a partir de los sucesos reales de la minería con un poco más de sucesos fortuitos?
En la novela yo recreo las sensaciones e inquietudes del reportero de Monterrey. Me baso en lo que vio y me comentó. Por ejemplo, esta cuestión de que se le quedaba pegado el olor de los tambos: la gente pasaba toda la noche en vela, afuera de la mina, a temperaturas muy frías, así que metían en los tambos metían y quemaban llantas para poderse dar algo de calor. Ese olor quedaba impregnado en la ropa. Ese tipo de detalles fueron muy útiles para construir el personaje.
¿Cómo surge la construcción de personaje de El Cura?
Yo necesitaba un acontecimiento que me sirviera para evidenciar todo ese dolor que tenía Carmina. En este caso, también hubo una historia que sucedió en la vida real en una familia donde hubo un abuso por parte de un sacerdote a una jovencita. En un lugar así de pequeño, las consecuencias de un embarazo de un sacerdote son fatales y tremendas para la familia. Quise alumbrar las condiciones de trabajo de la mina a partir de una sociedad muy estricta, dura y cerrada para enjuiciar, pero también en la vida personal de una mujer y de un periodista.
¿Cree que el libro puede tener un efecto de transformación social?
Sí, confío en que al menos las condiciones de trabajo mejoren, que esto sirva para que las mineras, responsables de alguna manera de garantizar la integridad física de los trabajadores, no se permitan arriesgar la vida humana de los trabajadores por ahorrarse unos pesos. Yo ya no puedo remediar el pasado, pero sí puedo recuperar esa memoria para que sirva, no sólo como un medio recreativo, sino también como este gran vehículo para adentrarnos en universos en los que las personas y sociedades tomen conciencia.