Carlos Cuarón: “Los silencios son los momentos más importantes de las películas”
El cineasta mexicano fue uno de los invitados especiales al Festival Internacional de Cine de Villa de Leyva, quien en entrevista para El Espectador habló sobre la generación de cine a la que pertenece y la importancia que esta tiene en la construcción de la cultura, entre otras cosas.
Laura Valeria López Guzmán - @Lauravalerialo
Desde hace 16 años, en noviembre, Villa de Leyva se viste de banderines de colores para recibir el Festival Internacional de Cine. En esta edición, México fue el país invitado donde el guionista, director y productor Carlos Cuarón trajo a la ciudad boyacense las películas Rudo y cursi, Amalgama y Besos de azúcar. El cineasta creció en una generación en la que ya se podía ver cine comercial y cine independiente. Además, estuvo influenciado y acompañado por colegas como su hermano, Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro, Alejandro González Iñárritu, entre otros.
Luego de una tarde soleada, la lluvia nos recordó el invierno por el que estaba pasando casi todo el país. Entre el fuerte sonido de las gotas cayendo sobre el techo del Hotel Plaza Mayor, Carlos Cuarón recibió a los medios. En esta entrevista habló sobre sus recuerdos del incendio de la Cineteca de Ciudad de México que ocurrió en 1982, lo que significa que poco a poco se vayan abriendo más espacios para el cine y la cultura en su país, las obsesiones que lo acompañan al momento de escribir un guion y el papel del silencio en el cine, entre otras cosas.
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¿Cómo entiende ser parte de una generación que se volvió referente en el cine mexicano y, luego, en el internacional?
Uno no es consciente de esta cuestión de las generaciones hasta que se vuelve viejo, entonces te empiezas a dar cuenta que sí hay algo generacional, y no solo por las amistades, sino por los temas y la vida en común. Así que la cuestión generacional es fortuita. Yo no pedí nacer en el año que nací, ni hacer lo que hago, así como mi hermano (Alfonso Cuarón), al igual que Guillermo del Toro, Guillermo Arriaga, Carlos Carrera y Alejandro González Iñárritu.
En marzo de 1982 fue el incendio de la Cineteca Nacional de Ciudad de México, ¿cómo recuerda este suceso?
Yo era jovencito cuando sucedió, tendría más o menos quince años. Mi hermano, Alfonso, se la pasaba en la Cineteca. Y recuerdo que estaba en la casa de mi madre cuando supimos que se estaba incendiando. Hubo una histeria familiar que no duró mucho porque Alfonso tuvo el sentido común de llamar desde un teléfono público y decirnos que estaba bien. Ahora, este suceso fue un fenómeno que mi generación recuerda, sobre todo si estás muy interesado en el cine, pero a Guillermo del Toro no le tocó porque él es de Guadalajara, como sí le pudo haber tocado a Alejandro González Iñárritu. De este terrible suceso saco el lado luminoso, y es que, gracias al incendio, hoy en día hay una maravillosa Cineteca.
¿Para usted cuál es el papel que tiene el cine y las cinetecas en la construcción de la cultura en una ciudad capital?
Yo creo que cada gran ciudad del mundo debe tener una Cinemateca. Soy parte de una generación que podía ver un día Star Wars, en cine comercial, y al siguiente una película de Akira Kurosawa, director japonés, en la Cineteca. Esto es importantísimo conservarlo por la competencia que hay en producto y la enorme preponderancia del cine comercial, así que necesitamos canales de exhibición de un cine más personal, de uno que refleje las distintas culturas del planeta. Además, el cine de Hollywood es tan desleal que tienes que protegerte.
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¿Cuáles son sus obsesiones al momento de escribir los guiones de las películas?
La principal es vencer a la hoja en blanco. Mi única obsesión es poder escribir, poder seguir para adelante y poder gozar del proceso, que no siempre se logra, y poder terminarlo. Para mí, dentro de todos los procesos del cine, la escritura del guion es lo más difícil y, a la vez, lo que más me gusta.
¿Cómo entiende o interpreta los silencios en el cine?
Los silencios son, probablemente, los momentos más importantes de las películas. Cuando estoy escribiendo no me gusta marcar pausas y cuando las marco es precisamente porque estoy buscando un silencio. El silencio dice mucho más que las palabras y acompañan muy bien a las imágenes. Para un actor, pocas cosas son tan difíciles como el silencio. Cuando me gusta un actor es por la relación que tiene este con el silencio. También creo que el silencio es lo absoluto, lo que acompaña el vacío.
En cuanto al concepto de memoria, eje transversal de México y Colombia, ¿cómo entiende este concepto?
¿Qué somos sin la memoria? Para mí, los seres humanos somos tiempo presente. Esto, si lo miramos con una perspectiva espiritual y orientalista, sería la perfección, estar aquí y ahora, y nada más. Nos entendemos como seres humanos y como cultura gracias a la memoria. Una cultura no es otra cosa que la acumulación de memoria.
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Desde hace 16 años, en noviembre, Villa de Leyva se viste de banderines de colores para recibir el Festival Internacional de Cine. En esta edición, México fue el país invitado donde el guionista, director y productor Carlos Cuarón trajo a la ciudad boyacense las películas Rudo y cursi, Amalgama y Besos de azúcar. El cineasta creció en una generación en la que ya se podía ver cine comercial y cine independiente. Además, estuvo influenciado y acompañado por colegas como su hermano, Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro, Alejandro González Iñárritu, entre otros.
Luego de una tarde soleada, la lluvia nos recordó el invierno por el que estaba pasando casi todo el país. Entre el fuerte sonido de las gotas cayendo sobre el techo del Hotel Plaza Mayor, Carlos Cuarón recibió a los medios. En esta entrevista habló sobre sus recuerdos del incendio de la Cineteca de Ciudad de México que ocurrió en 1982, lo que significa que poco a poco se vayan abriendo más espacios para el cine y la cultura en su país, las obsesiones que lo acompañan al momento de escribir un guion y el papel del silencio en el cine, entre otras cosas.
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¿Cómo entiende ser parte de una generación que se volvió referente en el cine mexicano y, luego, en el internacional?
Uno no es consciente de esta cuestión de las generaciones hasta que se vuelve viejo, entonces te empiezas a dar cuenta que sí hay algo generacional, y no solo por las amistades, sino por los temas y la vida en común. Así que la cuestión generacional es fortuita. Yo no pedí nacer en el año que nací, ni hacer lo que hago, así como mi hermano (Alfonso Cuarón), al igual que Guillermo del Toro, Guillermo Arriaga, Carlos Carrera y Alejandro González Iñárritu.
En marzo de 1982 fue el incendio de la Cineteca Nacional de Ciudad de México, ¿cómo recuerda este suceso?
Yo era jovencito cuando sucedió, tendría más o menos quince años. Mi hermano, Alfonso, se la pasaba en la Cineteca. Y recuerdo que estaba en la casa de mi madre cuando supimos que se estaba incendiando. Hubo una histeria familiar que no duró mucho porque Alfonso tuvo el sentido común de llamar desde un teléfono público y decirnos que estaba bien. Ahora, este suceso fue un fenómeno que mi generación recuerda, sobre todo si estás muy interesado en el cine, pero a Guillermo del Toro no le tocó porque él es de Guadalajara, como sí le pudo haber tocado a Alejandro González Iñárritu. De este terrible suceso saco el lado luminoso, y es que, gracias al incendio, hoy en día hay una maravillosa Cineteca.
¿Para usted cuál es el papel que tiene el cine y las cinetecas en la construcción de la cultura en una ciudad capital?
Yo creo que cada gran ciudad del mundo debe tener una Cinemateca. Soy parte de una generación que podía ver un día Star Wars, en cine comercial, y al siguiente una película de Akira Kurosawa, director japonés, en la Cineteca. Esto es importantísimo conservarlo por la competencia que hay en producto y la enorme preponderancia del cine comercial, así que necesitamos canales de exhibición de un cine más personal, de uno que refleje las distintas culturas del planeta. Además, el cine de Hollywood es tan desleal que tienes que protegerte.
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¿Cuáles son sus obsesiones al momento de escribir los guiones de las películas?
La principal es vencer a la hoja en blanco. Mi única obsesión es poder escribir, poder seguir para adelante y poder gozar del proceso, que no siempre se logra, y poder terminarlo. Para mí, dentro de todos los procesos del cine, la escritura del guion es lo más difícil y, a la vez, lo que más me gusta.
¿Cómo entiende o interpreta los silencios en el cine?
Los silencios son, probablemente, los momentos más importantes de las películas. Cuando estoy escribiendo no me gusta marcar pausas y cuando las marco es precisamente porque estoy buscando un silencio. El silencio dice mucho más que las palabras y acompañan muy bien a las imágenes. Para un actor, pocas cosas son tan difíciles como el silencio. Cuando me gusta un actor es por la relación que tiene este con el silencio. También creo que el silencio es lo absoluto, lo que acompaña el vacío.
En cuanto al concepto de memoria, eje transversal de México y Colombia, ¿cómo entiende este concepto?
¿Qué somos sin la memoria? Para mí, los seres humanos somos tiempo presente. Esto, si lo miramos con una perspectiva espiritual y orientalista, sería la perfección, estar aquí y ahora, y nada más. Nos entendemos como seres humanos y como cultura gracias a la memoria. Una cultura no es otra cosa que la acumulación de memoria.
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