Carpediem, la metamorfosis de un rapero
El freestyler bogotano, de 25 años, es el nuevo campeón de la Batalla de los Gallos Colombia. En noviembre, junto a Valles – T, representará a Colombia en la final internacional del evento que se disputará en Madrid.
Joseph Casañas - @joseph_casanas
Autor: Joseph Casañas Follow @joseph_casanas
Carpediem (Martín Martínez) tuvo que aterrizar de narices en el pavimento para convencerse de que valía la pena seguir luchando. Si es que luchar es sinónimo de rapear. De repente, sin ser invitados, llegaron los recuerdos. Los amargos. Hace un año Carpe disputó la final nacional de la Red Bull Batalla de los Gallos contra Camilo Ballesteros (Valles - T) y el freestyler de Cali lo derrotó. Lo que siguió es historia. Ballesteros representó a Colombia en la final internacional de Argentina y allí se consagró. Obtuvo el tercer puesto y el cupo directo para la internacional, que este año se llevará a cabo en Madrid. Gracias a eso, Colombia tendría por primera vez en la historia dos representantes en esa instancia.
Mientras durante todo el año los reflectores, por obvias y merecidas razones, apuntaron a Ballesteros, en el barrio Bosque Popular, en el occidente de Bogotá, Carpediem —casi que en silencio— preparó su retorno. Se adueñó de las noches, las calles y los barrios para improvisar; para afilar su lengua y perfeccionar el doble tempo. En el camino tuvo un par de competencias internacionales y muchas locales. Ganó unas batallas y perdió otras. Siempre, después de sobarse los golpes, siguió la preparación. El objetivo era uno: convertirse en campeón. Lo logró.
Puede leer: Marithea, una caleña que hace historia en el mundo del freestyle
Abajo de la tarima Carpediem desconcierta. Es un joven tímido con aparentes dificultades sociales que responde con monosílabos. Dice estrictamente lo necesario. Pocas veces sostiene la mirada, prefiere fijarla en otros lugares mientras su interlocutor intenta animar la charla.
En tarima, mientras la batalla se calienta, su personalidad no cambia mucho. Da vueltas en círculos, se acomoda la chaqueta una y otra vez sin ninguna necesidad. Luce nervioso. Apenas suena el beat, Martínez clava su mirada en la del oponente y como si se tratara de un depredador que hace silencio para que su presa no huya, sin previo aviso, tira el zarpazo. Casi siempre son punchlines bien estructurados, con buena técnica. Contundentes. Es como si rapeara sin estar haciéndolo. No es ese tipo freestyler que intimida con su presencia escénica, lo hace con su impecable técnica, con estructura, con métrica.
Además: Diana Avella: La jueza de la gallera
“A medida que avanzaron las rondas me fui tomando confianza, pero en la final empecé a pelear con mi propia mente. El año pasado perdí la final y los recuerdos intentaron jugar en mi contra. Es un juego mental difícil de afrontar. Se siente miedo, frustración, ansiedad. Son emociones que hay que sentir para aprender a controlar”, dijo Carpediem para El Espectador minutos después de ganarle a Big Killa, el freestyler paisa que buscaba el bicampeonato.
Carpediem, como los otros quince Mc que pelearon por el título el pasado fin de semana en Bogotá, empezó a competir muchas horas antes de subirse a la tarima. “Los días previos trato de no pensar en nada que tenga que ver con la competencia. Convivo, conozco a los rivales, me contagio de su energía y me camuflo entre ellos para analizar cómo se comportan e identificar cuándo tienen miedo, cuando están nerviosos o muy seguros. Todo eso lo hace uno intuitivamente, hace parte del juego”.
En ese juego tuvo una aliada silenciosa. Doña María Antonia, la mamá del nuevo campeón, le dijo antes de salir de casa: “Aquí usted vuelve siendo un campeón”. Dice la señora que lo vio en sus ojos. “Tenía claro que este año era el del título”. Debe ser la única que sabe leer la mirada de ese rapero flaco e inexpresivo que en tarima se convierte en una bestia.
Así fue la final de Red Bull Batalla de los Gallos
Fue en la Carpa de las Américas, sede de la final nacional de la Batalla de los Gallos Colombia, que la señora María vio por primera vez a su hijo en escena. Antes lo había visto en videos de Youtube que se encontró por accidente mientras trataba de investigar qué demonios era lo que hacía Martín frente al computador y con unos audífonos puestos durante muchas horas del día.
“Revisaba, sin que él se diera cuenta, el historial del computador para ver qué era lo que hacía. No encontré nada extraño hasta que lo vi en un video. Al principio no entendí nada y pensaba que lo que hacía era algo callejero que no valía la pena. Hoy puedo decir que sí lo vale. El rap, como cualquier carrera, si se hace como se debe hacer, puede generar alegrías como la que me está dando mi Carpediem”. “Mi hijo amado”, así tiene registrado a Carpediem en los contactos de su celular.
Pasó casi una semana desde que Carpe obtuvo el título. Salvo un par de entrevistas que ha concedido, no muchas cosas han cambiado. En las noches sigue leyendo a Ernesto Sábato y escuchando a Soda Stereo o los Beatles. Ahora practica con más intensidad. Mañana estrenará su título en Street Free Styler y en noviembre viajará a Madrid junto a Valles - T. Ambos intentarán demostrar que Colombia sí tiene buena rima.
Autor: Joseph Casañas Follow @joseph_casanas
Carpediem (Martín Martínez) tuvo que aterrizar de narices en el pavimento para convencerse de que valía la pena seguir luchando. Si es que luchar es sinónimo de rapear. De repente, sin ser invitados, llegaron los recuerdos. Los amargos. Hace un año Carpe disputó la final nacional de la Red Bull Batalla de los Gallos contra Camilo Ballesteros (Valles - T) y el freestyler de Cali lo derrotó. Lo que siguió es historia. Ballesteros representó a Colombia en la final internacional de Argentina y allí se consagró. Obtuvo el tercer puesto y el cupo directo para la internacional, que este año se llevará a cabo en Madrid. Gracias a eso, Colombia tendría por primera vez en la historia dos representantes en esa instancia.
Mientras durante todo el año los reflectores, por obvias y merecidas razones, apuntaron a Ballesteros, en el barrio Bosque Popular, en el occidente de Bogotá, Carpediem —casi que en silencio— preparó su retorno. Se adueñó de las noches, las calles y los barrios para improvisar; para afilar su lengua y perfeccionar el doble tempo. En el camino tuvo un par de competencias internacionales y muchas locales. Ganó unas batallas y perdió otras. Siempre, después de sobarse los golpes, siguió la preparación. El objetivo era uno: convertirse en campeón. Lo logró.
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Abajo de la tarima Carpediem desconcierta. Es un joven tímido con aparentes dificultades sociales que responde con monosílabos. Dice estrictamente lo necesario. Pocas veces sostiene la mirada, prefiere fijarla en otros lugares mientras su interlocutor intenta animar la charla.
En tarima, mientras la batalla se calienta, su personalidad no cambia mucho. Da vueltas en círculos, se acomoda la chaqueta una y otra vez sin ninguna necesidad. Luce nervioso. Apenas suena el beat, Martínez clava su mirada en la del oponente y como si se tratara de un depredador que hace silencio para que su presa no huya, sin previo aviso, tira el zarpazo. Casi siempre son punchlines bien estructurados, con buena técnica. Contundentes. Es como si rapeara sin estar haciéndolo. No es ese tipo freestyler que intimida con su presencia escénica, lo hace con su impecable técnica, con estructura, con métrica.
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“A medida que avanzaron las rondas me fui tomando confianza, pero en la final empecé a pelear con mi propia mente. El año pasado perdí la final y los recuerdos intentaron jugar en mi contra. Es un juego mental difícil de afrontar. Se siente miedo, frustración, ansiedad. Son emociones que hay que sentir para aprender a controlar”, dijo Carpediem para El Espectador minutos después de ganarle a Big Killa, el freestyler paisa que buscaba el bicampeonato.
Carpediem, como los otros quince Mc que pelearon por el título el pasado fin de semana en Bogotá, empezó a competir muchas horas antes de subirse a la tarima. “Los días previos trato de no pensar en nada que tenga que ver con la competencia. Convivo, conozco a los rivales, me contagio de su energía y me camuflo entre ellos para analizar cómo se comportan e identificar cuándo tienen miedo, cuando están nerviosos o muy seguros. Todo eso lo hace uno intuitivamente, hace parte del juego”.
En ese juego tuvo una aliada silenciosa. Doña María Antonia, la mamá del nuevo campeón, le dijo antes de salir de casa: “Aquí usted vuelve siendo un campeón”. Dice la señora que lo vio en sus ojos. “Tenía claro que este año era el del título”. Debe ser la única que sabe leer la mirada de ese rapero flaco e inexpresivo que en tarima se convierte en una bestia.
Así fue la final de Red Bull Batalla de los Gallos
Fue en la Carpa de las Américas, sede de la final nacional de la Batalla de los Gallos Colombia, que la señora María vio por primera vez a su hijo en escena. Antes lo había visto en videos de Youtube que se encontró por accidente mientras trataba de investigar qué demonios era lo que hacía Martín frente al computador y con unos audífonos puestos durante muchas horas del día.
“Revisaba, sin que él se diera cuenta, el historial del computador para ver qué era lo que hacía. No encontré nada extraño hasta que lo vi en un video. Al principio no entendí nada y pensaba que lo que hacía era algo callejero que no valía la pena. Hoy puedo decir que sí lo vale. El rap, como cualquier carrera, si se hace como se debe hacer, puede generar alegrías como la que me está dando mi Carpediem”. “Mi hijo amado”, así tiene registrado a Carpediem en los contactos de su celular.
Pasó casi una semana desde que Carpe obtuvo el título. Salvo un par de entrevistas que ha concedido, no muchas cosas han cambiado. En las noches sigue leyendo a Ernesto Sábato y escuchando a Soda Stereo o los Beatles. Ahora practica con más intensidad. Mañana estrenará su título en Street Free Styler y en noviembre viajará a Madrid junto a Valles - T. Ambos intentarán demostrar que Colombia sí tiene buena rima.