Casa Ean: un debate por el pasado y el futuro del patrimonio
A raíz de los planes de la Universidad Ean de construir un nuevo edificio sobre la que fue su primera sede en la historia, se han generado reclamos y quejas por las implicaciones que trae la demolición de la casa antigua para el patrimonio y la historia de Bogotá. Se pide que sea protegida por el Distrito.
Samuel Sosa Velandia
Jorge Danilo Bravo Reina
A inicios de este año se conoció la noticia de que la Universidad Ean de Bogotá tendría un nuevo edificio para su Escuela de Arte y Diseño Sostenible. Este proyecto, liderado por el estudio de arquitectura británico Heatherwick Studio, se construirá sobre una edificación ya existente, propiedad de la institución, que se conoce como la Casa Ean, la que fue su primera sede desde su fundación.
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A inicios de este año se conoció la noticia de que la Universidad Ean de Bogotá tendría un nuevo edificio para su Escuela de Arte y Diseño Sostenible. Este proyecto, liderado por el estudio de arquitectura británico Heatherwick Studio, se construirá sobre una edificación ya existente, propiedad de la institución, que se conoce como la Casa Ean, la que fue su primera sede desde su fundación.
Dicho edificio está ubicado sobre la calle 72 con carrera novena, en el barrio Quinta Camacho. Según Paula Perotti, gerente de la Universidad Ean, el nuevo proyecto sobre el cual se piensa intervenir esta casa buscará revitalizar y conectar áreas urbanas importantes. “Incluye la construcción de una nueva nave de 6.400 metros cuadrados en la calle 72, que funcionará como un portal que conecta ambas calles y se presta para la restauración de las casas de la calle 71″, aseguró Perotti.
Aunque este nuevo edificio se ha calificado como innovador, sostenible y que incluso apela a la filosofía conocida como Humanise, que busca “frenar la proliferación de edificios aburridos y sin alma”, la propuesta no ha sido un asunto de celebración ni de agrado para muchos.
El 26 de julio, Juan Pablo Sierra, consejero Distrital de Juventud, y David Zuhue, consejero de Patrimonio de Chapinero, publicaron en sus redes sociales un video en el que alertaron sobre las implicaciones que traía la demolición de la Casa Ean para el patrimonio y la cultura de Bogotá. Ambos argumentaron que en esta zona de la ciudad existían varias casas que pertenecían a los primeros inmuebles de la Urbanización Potrero Largo, construido en 1930, pero que con las transformaciones urbanísticas que llegaron con el tiempo, fueron desapareciendo y que, por tanto, la Casa Ean es una de las pocas construcciones que aún se erige como un referente de aquel pasado que dicen hay que salvaguardar y no borrar.
“Un día, caminando por la zona, vimos que esta casa tenía una licencia de demolición y nos pareció grave que se siguiera agudizando esta problemática de demoler casas históricas y con memoria en Chapinero”, contó Zuhue. Junto a Sierra, decidieron recopilar todo el material de archivo y los datos históricos sobre el terreno, para así redactar un derecho que petición en el que pedían a la Secretaría de Cultura y al Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC) emitir una orden de amparo provisional. Esta orden pretende la protección de un inmueble que esté en peligro de inminente desaparición y que cuente con valores que ameriten su clasificación en los bienes de interés cultural (BIC) sin que se haya declarado.
En el artículo 2.4.2.1 del Decreto 1080 de 2015, se establecen los diez criterios de valoración para definir la significación de un bien mueble o inmueble. Entre esos criterios de evaluación se tienen en cuenta aspectos como antigüedad, autoría, valor simbólico, constitución del bien, estado de conservación, y representatividad, entre otros. Según el derecho de petición radicado el 16 de julio y firmado por nueve personas, entre las que se encuentran Juan Pablo Sierra y David Zuhue, además de otros consejeros patrimoniales de diferentes localidades, este bien inmueble cumple con algunos de esos criterios: antigüedad, forma, estado de conservación y contexto físico.
“De las 72 casas de esa época únicamente quedan tres, entre esas la casa de la universidad, y creemos que su demolición es, no solo la pérdida del patrimonio, sino de la identidad de la ciudad. Además, esta casa está literalmente al lado de Quinta Camacho, uno de los pocos barrios patrimoniales protegidos de Bogotá”, puntualizó Zuhue, quien aseguró que esta no era una casa que solo adornaba la zona, sino que en su configuración arquitectónica guardaba la memoria de una historia que perteneció a Bogotá.
El video que publicaron ambos jóvenes tuvo el alcance que esperaban, y lograron reunirse con el equipo del IDPC para exponer el caso e instar a emitir la orden provisional de amparo. El 5 de agosto tuvo lugar dicho encuentro, en el que estuvo presente Eduardo Mazuera, director general del Instituto, quien también habló para El Espectador y contó que en esa conversación se les explicó cuál era el panorama para el futuro de la casa.
“Nosotros recibimos el derecho de petición y próximamente se conocerá la respuesta a partir de una pre evaluación del caso. Este es un hecho muy particular, porque es un sector en transformación, pero también con un componente de tradición histórica y arquitectónica, por lo que estamos revisando al detalle y con todo el rigor técnico, para determinar si se otorga o no el amparo provisional, que sería por un tiempo limitado, hasta que surta un proceso de valoración mucho más extenso”, detalló Mazuera.
El IDPC ya tenía conocimiento de este proyecto de la Ean, con quienes se reunieron en enero en la misma oficina en la que recibieron a Sierra y Zuhue, que, por el contrario, no han conversado con la institución. A los dos se les notificó que, a pesar de que la propiedad no está declarada como un BIC, sí se encuentra dentro de un sector de interés urbanístico y, además, es colindante con unas casas que sí son bienes de interés cultural, las cuales la universidad se comprometió a conservar y a revitalizar.
Según Miguel Orejuela, vocero de la Universidad Ean, se consideran bienes patrimoniales las casas situadas en la calle 71, que son cinco, construidas emulando el estilo inglés Tudor durante los años 40, que representan un ejemplo del nuevo modernismo en Bogotá y, en este caso, requieren restauración y conservación debido a su relevancia arquitectónica.
La conservación de estas casas se plantea a través de una restitución parcial que busca preservar su valor histórico y estético. Principalmente, se busca restaurar las fachadas y la tipología original de las viviendas, siguiendo fielmente los planos históricos que se recuperaron de los archivos de patrimonio. Además, la universidad aseguró que se prestará atención a los jardines circundantes, que son una característica clásica de estas viviendas, y se retirarán los cerramientos que la universidad había instalado anteriormente por razones de seguridad.
Tras la reunión con el IDCP, se hicieron algunas recomendaciones para el proyecto, en las que sugirieron establecer una mesa de trabajo para coordinar el proyecto. Este trabajo conjunto ha permitido sumar esfuerzos con la Secretaría Distrital de Planeación. Además, la controversia generada alrededor del proyecto llevó a la integración de la Secretaría Distrital de Cultura en las consultas y en el proceso de revisión.
Para Sierra y Zuhue, la intervención de las demás casas no justifica la demolición de otra. “Una vez que se tumbe va a ser irremplazable. En Bogotá tenemos muchos ejemplos de historias que hemos perdido con la demolición de construcciones, como el Hotel Granada. Tanto las casas colindantes como la Ean son testimoniales”, afirmó Zuhue, quien, con seguridad, dijo que: “Revitalizar no es demoler. Es escoger un sector que realmente esté necesitando una intervención urbana y que necesita vida”.
Sin conocerse aún la decisión final, Juan Pablo Sierra dijo que no le sorprendería que la respuesta sea contraria a lo que esperan, pero que lo que resultaría importante es que se abra una búsqueda para encontrar un paradigma que permita integrar los bienes de interés y el desarrollo de la ciudad, sin presentarlos como algo opuesto.
“Lo que estamos buscando es que se genere una conversación de ciudad, en la que exista una visión mucho más coherente de lo que pasa con el patrimonio, y que no sean simplemente ciudadanos buscando que se declaren bienes culturales y que el IDPC responda. Además, hay que decirlo, esta entidad no tiene los recursos suficientes para responder de manera eficiente a toda esta discusión sobre lo patrimonial”, aseveró Sierra.