Ceci, la modelo de artes plásticas que posa en modo gratitud
Desde hace más de 40 años, Blanca Cecilia Poveda ha posado para reconocidos artistas como Beatriz González, David Manzur y Freda Sargent. Ahora está cosechando lo sembrado con sus artistas, quienes han donado obras para evitar que pierda su casa en Cajicá.
Mónica Sarmiento
En 1982, Blanca Cecilia Poveda perdió su trabajo como empleada doméstica. A través de una amiga se enteró de una vacante de modelo en la Escuela de Bellas Artes del distrito, bajo la tutela del profesor Francisco Perea. El trabajo consistía en posar durante horas para los estudiantes de las clases de dibujo, pintura y escultura. Se presentó a una entrevista y fue contratada.
Aún recuerda su primera sesión: los estudiantes se sentaron delante de sus caballetes con pliegos de papel dispuestos a dibujarla en diferentes poses. Ella entró al estudio, tímidamente se quitó la ropa para posar desnuda y el profesor le indicó la forma de posar. Blanca Cecilia siguió las instrucciones. “Las primeras veces yo sudaba de la pena”, confesó. Más adelante fue necesario ubicar un calentador cerca al lugar de trabajo para menguar el frío de una ciudad como Bogotá.
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Cuando se rompió el hielo, Ceci, el diminutivo con el que la conocen en el medio, comprendió el impacto positivo de su labor en la que contribuía al estudio de la figura humana, indispensable para la formación de los artistas. Contó que hubo poses en las que podía durar un minuto, pero otras que requerían de hasta tres horas: “En las poses largas, me duermo. A veces, el profesor me dice cómo ubicarme o yo misma voy cambiando. Hago desnudo, semidesnudo y en ocasiones trabajo vestida”, contó.
El domingo 10 de marzo, en el Parque Nacional de Bogotá, el profesor de dibujo Diego Benavides, el modelo Jorge Eliécer Ochoa, Cecilia Poveda y la gestora cultural Pilar Cabrera posaron para recrear la obra Almuerzo sobre la hierba, de Édouard Manet. Este ejercicio, captado por el lente de la artista Susana Carrié, tenía como objetivo destacar la importancia del trabajo de Ceci durante las últimas cuatro décadas. Allí, rodeada por compañeros de trabajo de la Universidad Javeriana, se resaltó el rol de la modelo como fuente de inspiración para las obras de arte o para recrear algunas muy reconocidas, como el caso de esta famosa pintura del artista francés. Así lo contó Pilar Cabrera.
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Ceci también trabajó en el taller de David Manzur, que estaba ubicado en la calle 59 con carrera sexta en Bogotá. Durante varios años, ese lugar se popularizó por ser la escuela que acogió a una generación de artistas que quiso formarse con el maestro. Su periplo como modelo continuó en las facultades de artes plásticas. Durante este camino, conoció a Beatriz González, uno de los íconos de la plástica colombiana, así como a Freda Sargent.
Poveda contó con orgullo la larga lista de artistas que conoció y vio crecer en los lugares donde trabajó. Hoy, esos mismos artistas la están apoyando con obras donadas para ser vendidas con el objetivo de recaudar el dinero suficiente para pagar una deuda que tiene en riesgo la tenencia de su casa en la Sabana de Bogotá.
Movimiento artístico en favor de Ceci
“Ha sido muy gratificante ver la confianza que ha generado esta iniciativa de carácter social que fue anunciada en Facebook. En tiempos en los que este es un valor en vía de extinción, los amantes del arte han entrado a conocer el portafolio donado por 46 artistas que quieren apoyar a Ceci. El arte se convierte en una herramienta de conexión y solidaridad que resulta muy estimulante”, sostuvo Pilar Cabrera, quien lidera la causa en favor de la modelo. De igual manera, esta iniciativa busca destacar una labor indispensable para la formación de artistas, que muchas veces pasa desapercibida.
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Ceci fue enfática en afirmar que jamás fue objeto de algún tipo de irrespeto o incomodidad por su trabajo: “Adoro a mis estudiantes y a los artistas con los que he trabajado, y ellos me quieren mucho. Esta experiencia únicamente ha sido motivo de gratificación”, recalcó.
Recordó que en la década de los 80, David Manzur volvió a contactarla y, en simultánea, trabajó con Augusto Ardila y con artistas como Rosa Álvarez, Elma Pignalosa, Augusto Rendón, Manuel Estrada, Jorge Herrera, Nicolás Uribe y Camilo Calderón. Dijo sentirse honrada de haber sido dibujada y pintada por talentos de esta magnitud. “Con los artistas, me siento bien, me siento halagada. Todavía trabajo. A mis 70 años no me canso. Llego a la casa y sigo haciendo oficio. No puedo quedarme quieta. En la pandemia me dediqué al tejido de cobijas, que fueron adquiridas por los profesores de arte. Los tiempos de Dios son perfectos”, agregó.
El regreso de la Gorda
En el taller de David Manzur se hicieron grupos de señoras: “Fui, pero no volví porque las otras modelos eran delgaditas, entonces me sentí mal”, relató Poveda. Uno de esos días, una de aquellas modelos delgadas no pudo asistir, entonces la reemplazó. Al llegar, recibió un regaño como saludo: “Gorda jijuepuerca, ¿por qué no volvió? No hemos hecho sino mandarle razones con su amiga”. Sin embargo, Ceci no sabía que la estaban buscando. Hoy cree que su amiga, con quien hablaba casi a diario, se guardó la información por envidia. Cuando regresó al taller las señoras estaban felices y gritaban: “¡Llegó Cecilia, llegó Cecilia, llegó la Gorda!”.
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También fue modelo en la Facultad de Moda de la Escuela Arturo Tejada y en la escuela Artes y Letras. En esa época la empezaron a contratar artistas para posar en sus talleres.
Simultáneamente trabajó en pastelerías y restaurantes como Joyce, Cirano, El Cometa, el antiguo Whopper King y atendió primeras comuniones, además de planchar en algunas casas de familia. Así fue como sostuvo a sus dos hijos, Héctor Hernando y Luz Yanira, sin ayuda del padre, quien se fue cuando los niños eran pequeños.
Hoy, Ceci, a quien no le gusta dibujar, pero reconoce tener muy “buen ojo crítico”, vive con su mamá, que está próxima a cumplir 96 años, quien siempre ha apoyado su trabajo, pues reconoce su valor para el arte. “Mi mamá es muy culta. Recuerdo que una amiga de Cajicá me rogó que la presentara en la universidad para trabajar de modelo, y una señora de la vereda se escandalizó. Mi mamá le pegó tremendo regaño: ¡inculta, ignorante, eso es un trabajo muy digno!”.
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Aventuras laborales
Como anécdota curiosa, Poveda recordó que, cuando comenzó a trabajar en la Universidad de los Andes en 1982, existía una cabra llamada Séneca, que era el símbolo de la institución. La cabra andaba por toda la universidad y la tuvieron que sacar porque se comía todos los papeles. Un día, el animal entró al salón donde Cecilia estaba posando, se subió a la tarima y se quedó quieta. Cuando ella cambió de pose, Séneca siguió sus movimientos y se pasó para el otro lado. Por un momento, el aula se convirtió en un pequeño circo.
En 2008, posó para un documental sobre Fernando Botero realizado por la BBC de Londres. “Me buscaron hasta que lograron localizarme y me pagaron muy bien. Fue con intérprete porque ellos eran italianos. La toma tan solo duró dos minutos y luego me enviaron la película”, contó.
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Así como el arte la ayudó a sacar a su familia adelante, espera que también le ayude a conservar su casa. “Le pedí tanto a Dios una ayuda, que encontrara una ventana, una luz y de repente se me ocurrió que los artistas podían colaborar mediante la donación de sus obras. Nunca lo había pensado. Todos me han dicho que sí, han sido muy generosos”. Por ahora, la meta está cubierta en una tercera parte, comentó Pilar Cabrera, pero es necesario que más personas se unan a esta labor en la que, además del dinero, se resalta el valor de una modelo como Cecilia Poveda, quien ha posado por ocho lustros con dignidad y hoy cosecha los frutos que ha sembrado entre esos artistas a quienes sirvió.
En 1982, Blanca Cecilia Poveda perdió su trabajo como empleada doméstica. A través de una amiga se enteró de una vacante de modelo en la Escuela de Bellas Artes del distrito, bajo la tutela del profesor Francisco Perea. El trabajo consistía en posar durante horas para los estudiantes de las clases de dibujo, pintura y escultura. Se presentó a una entrevista y fue contratada.
Aún recuerda su primera sesión: los estudiantes se sentaron delante de sus caballetes con pliegos de papel dispuestos a dibujarla en diferentes poses. Ella entró al estudio, tímidamente se quitó la ropa para posar desnuda y el profesor le indicó la forma de posar. Blanca Cecilia siguió las instrucciones. “Las primeras veces yo sudaba de la pena”, confesó. Más adelante fue necesario ubicar un calentador cerca al lugar de trabajo para menguar el frío de una ciudad como Bogotá.
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Cuando se rompió el hielo, Ceci, el diminutivo con el que la conocen en el medio, comprendió el impacto positivo de su labor en la que contribuía al estudio de la figura humana, indispensable para la formación de los artistas. Contó que hubo poses en las que podía durar un minuto, pero otras que requerían de hasta tres horas: “En las poses largas, me duermo. A veces, el profesor me dice cómo ubicarme o yo misma voy cambiando. Hago desnudo, semidesnudo y en ocasiones trabajo vestida”, contó.
El domingo 10 de marzo, en el Parque Nacional de Bogotá, el profesor de dibujo Diego Benavides, el modelo Jorge Eliécer Ochoa, Cecilia Poveda y la gestora cultural Pilar Cabrera posaron para recrear la obra Almuerzo sobre la hierba, de Édouard Manet. Este ejercicio, captado por el lente de la artista Susana Carrié, tenía como objetivo destacar la importancia del trabajo de Ceci durante las últimas cuatro décadas. Allí, rodeada por compañeros de trabajo de la Universidad Javeriana, se resaltó el rol de la modelo como fuente de inspiración para las obras de arte o para recrear algunas muy reconocidas, como el caso de esta famosa pintura del artista francés. Así lo contó Pilar Cabrera.
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Ceci también trabajó en el taller de David Manzur, que estaba ubicado en la calle 59 con carrera sexta en Bogotá. Durante varios años, ese lugar se popularizó por ser la escuela que acogió a una generación de artistas que quiso formarse con el maestro. Su periplo como modelo continuó en las facultades de artes plásticas. Durante este camino, conoció a Beatriz González, uno de los íconos de la plástica colombiana, así como a Freda Sargent.
Poveda contó con orgullo la larga lista de artistas que conoció y vio crecer en los lugares donde trabajó. Hoy, esos mismos artistas la están apoyando con obras donadas para ser vendidas con el objetivo de recaudar el dinero suficiente para pagar una deuda que tiene en riesgo la tenencia de su casa en la Sabana de Bogotá.
Movimiento artístico en favor de Ceci
“Ha sido muy gratificante ver la confianza que ha generado esta iniciativa de carácter social que fue anunciada en Facebook. En tiempos en los que este es un valor en vía de extinción, los amantes del arte han entrado a conocer el portafolio donado por 46 artistas que quieren apoyar a Ceci. El arte se convierte en una herramienta de conexión y solidaridad que resulta muy estimulante”, sostuvo Pilar Cabrera, quien lidera la causa en favor de la modelo. De igual manera, esta iniciativa busca destacar una labor indispensable para la formación de artistas, que muchas veces pasa desapercibida.
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Ceci fue enfática en afirmar que jamás fue objeto de algún tipo de irrespeto o incomodidad por su trabajo: “Adoro a mis estudiantes y a los artistas con los que he trabajado, y ellos me quieren mucho. Esta experiencia únicamente ha sido motivo de gratificación”, recalcó.
Recordó que en la década de los 80, David Manzur volvió a contactarla y, en simultánea, trabajó con Augusto Ardila y con artistas como Rosa Álvarez, Elma Pignalosa, Augusto Rendón, Manuel Estrada, Jorge Herrera, Nicolás Uribe y Camilo Calderón. Dijo sentirse honrada de haber sido dibujada y pintada por talentos de esta magnitud. “Con los artistas, me siento bien, me siento halagada. Todavía trabajo. A mis 70 años no me canso. Llego a la casa y sigo haciendo oficio. No puedo quedarme quieta. En la pandemia me dediqué al tejido de cobijas, que fueron adquiridas por los profesores de arte. Los tiempos de Dios son perfectos”, agregó.
El regreso de la Gorda
En el taller de David Manzur se hicieron grupos de señoras: “Fui, pero no volví porque las otras modelos eran delgaditas, entonces me sentí mal”, relató Poveda. Uno de esos días, una de aquellas modelos delgadas no pudo asistir, entonces la reemplazó. Al llegar, recibió un regaño como saludo: “Gorda jijuepuerca, ¿por qué no volvió? No hemos hecho sino mandarle razones con su amiga”. Sin embargo, Ceci no sabía que la estaban buscando. Hoy cree que su amiga, con quien hablaba casi a diario, se guardó la información por envidia. Cuando regresó al taller las señoras estaban felices y gritaban: “¡Llegó Cecilia, llegó Cecilia, llegó la Gorda!”.
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También fue modelo en la Facultad de Moda de la Escuela Arturo Tejada y en la escuela Artes y Letras. En esa época la empezaron a contratar artistas para posar en sus talleres.
Simultáneamente trabajó en pastelerías y restaurantes como Joyce, Cirano, El Cometa, el antiguo Whopper King y atendió primeras comuniones, además de planchar en algunas casas de familia. Así fue como sostuvo a sus dos hijos, Héctor Hernando y Luz Yanira, sin ayuda del padre, quien se fue cuando los niños eran pequeños.
Hoy, Ceci, a quien no le gusta dibujar, pero reconoce tener muy “buen ojo crítico”, vive con su mamá, que está próxima a cumplir 96 años, quien siempre ha apoyado su trabajo, pues reconoce su valor para el arte. “Mi mamá es muy culta. Recuerdo que una amiga de Cajicá me rogó que la presentara en la universidad para trabajar de modelo, y una señora de la vereda se escandalizó. Mi mamá le pegó tremendo regaño: ¡inculta, ignorante, eso es un trabajo muy digno!”.
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En 2008, posó para un documental sobre Fernando Botero realizado por la BBC de Londres. “Me buscaron hasta que lograron localizarme y me pagaron muy bien. Fue con intérprete porque ellos eran italianos. La toma tan solo duró dos minutos y luego me enviaron la película”, contó.
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