Celia Cruz con las Estrellas de la Fania
Para conmemorar que el 16 de julio de 2003 murió la “Reina de la salsa”, recordamos el tránsito de la guarachera cubana por esta famosa agrupación musical.
Eduardo Márceles Daconte
La primera incursión de Celia en el ámbito de la salsa como tal llegó en forma de una ópera. Debutó en la llamada “salsópera” Hommy (basada en la triunfante ópera rock Tommy cantada por Roger Daltrey con el grupo The Who), compuesta por el pianista Larry Harlow y organizada por el sello Fania. Celia interpretó el personaje de Gracia Divina en la sala del Carnegie Hall de la ciudad de Nueva York el 29 de marzo de 1973. En ese mismo año Hommy se presentó en San Juan de Puerto Rico con igual aceptación de público.
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La primera incursión de Celia en el ámbito de la salsa como tal llegó en forma de una ópera. Debutó en la llamada “salsópera” Hommy (basada en la triunfante ópera rock Tommy cantada por Roger Daltrey con el grupo The Who), compuesta por el pianista Larry Harlow y organizada por el sello Fania. Celia interpretó el personaje de Gracia Divina en la sala del Carnegie Hall de la ciudad de Nueva York el 29 de marzo de 1973. En ese mismo año Hommy se presentó en San Juan de Puerto Rico con igual aceptación de público.
Todavía bajo contrato con Tico Records, Celia consiguió una dispensa para grabar en tiempo récord de 20 minutos Hommy, Hommy Gracia Divina/ No me importa Hommy lo que me pasó por ti, una canción que se hizo con base en un estribillo y la inspiración de la Guarachera de Cuba. Su participación en esta producción musical, organizada por la empresa Fania, la consagró como una de las favoritas de los melómanos, ayudándola a revitalizar su carrera que se encontraba en una difícil transición en aquel momento y ganarse una joven generación de admiradores.
La “salsópera” Hommy fue un hito que contribuyó al afianzamiento y la popularidad de la salsa en un momento crucial de su desarrollo. El artífice de la obra fue Larry Harlow, un pianista de origen judío nacido en Brooklyn en 1939, que creció en East Harlem, conocido como “El barrio”, por la masa de inmigrantes puertorriqueños que allí se establecieron desde que comenzó el éxodo isleño después de la Segunda Guerra Mundial; fue miembro fundador de las Estrellas de Fania (Fania All Stars) y participó en todas sus producciones discográficas hasta 1976. La “salsópera” fue escrita y coproducida por Genaro Heny Álvarez. Además de Celia Cruz, en ella participó una constelación de estrellas de la Fania, entre quienes se encontraban Cheo Feliciano, Adalberto Santiago, Justo Betancourt, Pete el Conde Rodríguez y Heny Álvarez como narrador.
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ubén Blades, El Cantante de AméricaCon la desintegración de los Beatles, la muerte de Elvis Presley, los excesos del rock pesado y la paulatina decadencia de las modas musicales que se sucedían en efímeras oleadas, a principios de la década del setenta los jóvenes latinos en Nueva York, Nueva Jersey, Miami y en las grandes ciudades industriales de Estados Unidos empezaron a interesarse por sus raíces y la salsa se volvió el símbolo musical que los identificaba y cohesionaba como comunidad étnica y cultural. El regreso pródigo de la música bajo el nombre genérico de salsa trajo cambios al estilo de bailar en Nueva York, Puerto Rico, Colombia, Venezuela y las regiones de América Latina, donde el ritmo ha tenido siempre un inmenso número de seguidores. De igual modo, contribuyó a terminar con la era del cabaré neoyorquino, orientado más hacia el espectáculo, y con ello el reinado de La Lupe tocaba a su fin.
Después de grabar 12 discos con Tico Records (sin contar las compilaciones) desde 1966, Celia solicitó a Morris Levy que la liberara de su contrato, así que volvió entonces a ser una guarachera independiente con un futuro incierto, aunque abierto a cualquier aventura que el destino tuviera para ella. Fue en esa coyuntura que Jerry Masucci, conociendo su carisma y su indiscutido talento, la llamó por teléfono de manera insistente a México, donde Celia y Pedro vivían en esa época, para invitarla a participar en el concierto de las Estrellas de Fania, que sería grabado en vivo en el Yankee Stadium de Nueva York el 24 de agosto de 1973, e incitarla también a firmar un contrato con Fania Records. A pesar de la promesa de Agustín Lara de organizar una orquesta exclusiva para ella en Ciudad de México, por fin ella accedió a la insistencia de Masucci y se mudó a Nueva York, comprometiéndose con la empresa discográfica. Comenzó así un capítulo de asombroso ascenso en su carrera musical como la única mujer vocalista de un proyecto de integrantes exclusivamente masculinos.
El inspirado cartel para el concierto en el Yankee Stadium incluía en las congas a Mongo Santamaría y Ray Barretto, en el piano a Larry Harlow, en la flauta el inimitable Johnny Pacheco, en el trombón a Lewis Kahn, el timbalero era Nicky Marrero, los trompetistas Ray Maldonado y Víctor Paz, en el cuatro el famoso Yomo Toro, el bongocero fue Roberto Roena y el bajista Bobby Valentín con los cantantes Justo Betancourt e Ismael Quintana. La invitada de honor fue Celia Cruz, ella entró a la tarima con un traje africano y un par de enormes candongas metálicas interpretando con el sabor y el carisma de siempre su inigualable Bemba colorá: Pa mí/ tu no eres ná/ tu tienes la bemba colorá… del compositor Horacio Santos, con arreglos estelares para la ocasión de Bobby Valentín. Celia cantó en aquella oportunidad con un coro de lujo integrado por Cheo Feliciano, Pete el Conde Rodríguez y Héctor Lavoe, cuyo nombre verdadero era Héctor José Pérez, natural de Ponce, Puerto Rico, quien tuvo allí una de sus primeras intervenciones con la Fania interpretando la canción que sería uno de sus himnos: Mi gente.
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Fania era en verdad dos entidades. Una fue el sello discográfico Fania, que reunió a los más jóvenes y talentosos artistas de la música latina en Nueva York y Puerto Rico, y las Estrellas de Fania, que era un conglomerado de destacados músicos e intérpretes que se contrataban para hacer gigantescos conciertos alrededor del mundo desde Estados Unidos, Europa y África hasta los países de América Latina y algunos de Asia. Los conciertos se utilizaban también para hacer documentales, programas de televisión y grabaciones en vivo. Con esta modalidad Fania contribuyó a sembrar la semilla de la salsa en millones de espectadores que fueron luego los clientes de sus discos: un negocio redondo. La idea de este fenomenal proyecto fue de Jerry Masucci (1934-1997), ex policía de origen ítalo-americano, graduado de abogado, y del músico dominicano Johnny Pacheco, y el día preciso fue el 23 de marzo de 1963 en casa de Masucci para celebrar el cumpleaños de Pacheco.
El nombre fue prestado de un son montuno titulado Fanía Funché (con acento en la í), del compositor cubano Reinaldo López Bolaños, de escasa difusión en la década del cincuenta, y grabado por Estrellas de Chocolate en 1958. El primer disco que lanzó Fania Records fue Cañonazo, de Johnny Pacheco, quien había pasado de su tradicional charanga con flauta y violines a un conjunto de trompetas que respondían mejor a los gustos y las necesidades del momento en los barrios latinos de Nueva York en 1964. Para llevar a cabo su plan de conquistar el mercado latino, Masucci contrató a tres orquestas para empezar: la del veterano Ray Barretto, la de los jóvenes Larry Harlow y Bobby Valentín, y más tarde a un conjunto de músicos con buen recibo en la comunidad latina comandado por la enérgica y creativa personalidad del trombonista Willie Colón. En 1968 Massucci y Pacheco tuvieron la brillante idea de convocar a los miembros de estas orquestas, que ya habían grabado algunos álbumes juntos, en una sola agrupación que se llamó Estrellas de Fania (Fania All Stars), en la que Pacheco se desempeñaría como su director artístico.
Las luminarias se presentaron por primera vez en el club Red Garter (1968), un semidesconocido lugar en los límites entre el sur del Bronx y el Harlem River Drive de Manhattan. Su dueño solo abría de seis de la tarde a dos de la madrugada, y de manera ocasional presentaba en su escenario agrupaciones populares del sector. Así, lo que en el futuro sería un acontecimiento histórico, esa noche pasó inadvertido y se salvó del olvido porque un acucioso ingeniero de sonido tuvo la precaución de registrar el primer acto público de la naciente agrupación Estrellas de Fania.
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Para superar el fiasco de esa primera presentación se asociaron al empresario Ralph Mercado, con el fin de hacer un concierto más popular el jueves 26 de agosto de 1971 en el club nocturno Cheetah, sobre la calle 52 y Broadway en Manhattan, que convocó a más de cuatro mil personas. Los volúmenes 1 y 2 de las Estrellas de Fania que se grabaron esa noche han sido los álbumes de salsa más vendidos de un concierto en vivo en la historia de la música tropical, y el documental que se hizo de manera simultánea se volvió famoso con el título Our Latin Thing, estrenada el 19 de julio de 1972. Producido por Masucci, el documental se realizó con la dirección de Leon Gast, quien también filmó después el concierto de las Estrellas de Fania, esta vez con Celia Cruz, en el estadio de Kinshasa (Zaire), distribuido como Live in Africa en 1974.
El éxito del proyecto llevó a Fania Records a organizar el siguiente concierto en el Yankee Stadium el 24 de agosto de 1973. El evento desbordó todas las expectativas con una audiencia de más de 45.000 espectadores que, emocionados hasta el paroxismo, invadieron la grama abrazando y besando a los músicos e intérpretes. Por esta razón, la más emotiva fiesta latina que se recordara hasta aquella fecha tuvo que suspenderse cuando despuntaba en el horizonte uno de los géneros musicales que más discos y conciertos ha producido.
A raíz del impresionante éxito que tuvo con las Estrellas de Fania en el concierto del Yankee Stadium, Celia suscribió un contrato con el sello discográfico Vaya, filial de la compañía Fania, cuyos dueños eran Masucci y Pacheco. El verano de 1974 vio el lanzamiento del álbum Celia y Johnny, el cual con Toro mata y Químbara tuvo un éxito instantáneo. Fue la primera grabación de la reina del ritmo cubano y el exrey de la charanga, ahora convertido en salsero de tiempo completo, Johnny Pacheco.
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En su exitosa trayectoria como músico, Johnny Pacheco había sido antes baterista, pero se cansó de estar cargando esos pesados instrumentos y se cambió a la flauta, con la cual se hizo un distinguido maestro. Nacido en Santiago de los Caballeros, República Dominicana, el 25 de marzo de 1935, llegó a Nueva York a los 12 años de la mano de sus progenitores, cuando su padre, que era director de una popular orquesta en Santo Domingo, tuvo que abandonar la isla a causa de la temeridad del dictador Rafael Leonidas Trujillo, quien insistió en que el conjunto musical llevara su nombre. En aquella época negarse a cumplir una orden del Generalísimo era equivalente a la pena de muerte. En Nueva York, después de terminar la escuela secundaria, cursó estudios de composición e instrumentación musical en la prestigiosa Julliard School of Music. Después de graduarse se integró a famosas agrupaciones musicales, como la de Dámaso Pérez Prado, Tito Puente, Stan Kenton, Tito Rodríguez y el catalán Xavier Cugat.
Su primer álbum, Pacheco y su Charanga, con el ritmo de la pachanga, alcanzó un éxito sin precedentes y consolidó el fenómeno de las charangas en los clubes de la ciudad. A partir de entonces Pacheco se estableció como uno de los pilares del novedoso movimiento musical que se perfilaba en Nueva York, y en él se mantuvo durante cuatro décadas.
En una entrevista Celia declaró que de todos los álbumes que había grabado en su vida, de los que más orgullosa se sentía era el llamado Reflexiones, con la Sonora Matancera, que incluyó canciones clásicas como Marcianita, No me mires más, Caramelos, Mi cocodrilo verde, Ya te lo dije, Mágica luna, Suena el cuero, Pregones de San Cristóbal y el titulado Celia y Johnny, que grabó para Vaya Records con el flautista dominicano en 1974, que incluyó rotundos éxitos como Toro mata, Lo tuyo es mental, Canto a La Habana, El pregón del pescador y Químbara, entre otros, “porque -según dijo- fue un disco con el cual se me pegaron cinco o seis números”.
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Ella se mantuvo con las Estrellas de Fania hasta su última gira en marzo de 2001 para volverse solista con diferentes conjuntos musicales hasta su deceso en Fort Lee (NJ) en 2003.