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Centenario de Jack Kerouac: la Generación Beat y el tintero de la locura

Hace 100 años nació Jack Kerouac, uno de los mayores exponente de la Generación Beat. Sus palabras irreverentes y sus personajes con hambre de libertad lo lanzaron a la fama, pero también dificultaron que se constituyera, en el mundo de la literatura y los medios, como un escritor serio.

Daniela Cristancho Serrano
12 de marzo de 2022 - 08:28 p. m.
Centenario de Jack Kerouac: la Generación Beat y el tintero de la locura
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Cerca de las doce de la noche del 4 de septiembre de 1957, Jack Kerouac y su novia, la también escritora Joyce Johnson, esperaban bajo una farola en Manhattan. Era la mañana que saldría la reseña de En el camino, el segundo libro de Kerouac, en el New York Times. Cuando llegó el diario, leyeron las palabras de Gilbert Millstein en el puesto de periódicos en la intersección entre la calle 66 y Broadway: “La novela es la expresión más bellamente ejecutada, la más clara e importante hecha hasta ahora por la generación que el propio Kerouac denominó como “beat” y cuyo avatar principal es él”. Cuando salió el sol, era famoso. Otro crítico llamó su obra “un grito de guerra para el escurridizo espíritu de rebeldía de estos tiempos”.

En el camino fue considerado el libro que definía a una nueva generación y su estilo de vida. Millstein afirmó que la obra de Kerouac era para la Generación Beat lo que años antes había sido Fiesta de Ernest Hemingway para la Generación perdida. En este, se cuentan los viajes del escritor por Norteamérica, en compañía del otro gran exponente beat, Neal Cassady. Bajo los nombres Sal Paradise y Dean Moriarty, dos jóvenes recorren el país en busca de respuestas, experiencia y libertad.

Aunque sus travesías duraron siete años, para escribir el manuscrito original, Kerouac se tomó tres semanas. Este fue uno de los puntos que suscitaron críticas en el mundo literario. ”Eso no es escribir, eso es teclear”, afirmó Truman Capote, el autor de A sangre fría.

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De acuerdo con Ann Charters, profesora de literatura estadounidense y académica de la Generación Beat que escribió una introducción para En el camino, en general fue difícil para Kerouac consolidar su imagen como escritor. “A los reporteros no les importaba quién era él o cuánto había trabajado en su libro, o lo que estaba tratando de lograr como escritor. [...] La respuesta de los medios fue tan implacable que crecería otra generación antes de que Kerouac fuera aceptado como un escritor serio con un estilo de prosa único y una visión cautivadora de la vida. En el camino se convirtió en un clásico americano mucho antes que él”, escribió.

Sobre todo, los medios de comunicación hallaron en él el vocero de una generación, aquella caracterizada por la irreverencia y el realismo degradado. Más aún, a Kerouac se le asoció con su personaje Dean Moriarty, un hombre obsesionado con la libertad, las mujeres y el camino. La vida del protagonista era tan emocionante que, según Charters, los periodistas esperaban que su creador viviera a la altura. Esto, a pesar de que Moriarty fue inspirado en Neal Cassady y el personaje de Sal Paradise en el escritor de Massachusetts.

Más allá de Kerouac, la literatura de la Generación Beat fue objeto de discusiones en los medios y en los juzgados. En 1957, Allen Ginsburg publicó Aullido, un poema que le dedicó a sus amigos Jack Kerouac, Carl Solomon, William Burroughs y Neal Cassady, y que fue juzgado por obscenidad en San Francisco. El poema empieza así:

Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura,

hambrientas histéricas desnudas,

arrastrándose por las calles de los negros al amanecer en busca de un colérico pinchazo,

hípsters con cabezas de ángel ardiendo por la antigua conexión celestial con el estrellado dínamo de la maquinaria nocturna,

que pobres y harapientos y ojerosos y drogados pasaron la noche fumando en la oscuridad sobrenatural de apartamentos de agua fría,

flotando sobre las cimas de las ciudades contemplando jazz [...]

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La narrativa de Jack Kerouac estuvo caracterizada por la contracultura de los años cincuenta. Sus personajes, ávidos de experiencias nuevas, y sus historias estaban cargadas de elementos que también acompañaron al escritor en vida: el sexo, las drogas, el alcohol, las peleas. Su obra, como sus intereses, estuvieron ligados a una fijación por la locura y a la transgresión de los valores de un mundo que justamente empezaría a buscar los límites de su condición en sus pasiones y adicciones.

“La única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas.”, afirmó Kerouac en En el camino.

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Por Daniela Cristancho Serrano

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