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Cerrando página, abriendo eternidad (sobre “Todas mis cosas en tus bolsillos”)

“Todas mis cosas en tus bolsillos” se dio a conocer en 1997 y en 2019 fue reeditado por Seix Barral. En el Día del poeta en Colombia, presentamos una semblanza y algunos poemas de Fernando Molano Vargas.

Estefanía Trujillo
04 de octubre de 2021 - 04:32 p. m.
Con el cuento "La Boca", Fernando Molano obtuvo en 1987 el primer concurso de cuento convocado por Pro-Artes en Cali.
Con el cuento "La Boca", Fernando Molano obtuvo en 1987 el primer concurso de cuento convocado por Pro-Artes en Cali.
Foto: Archivo Particular
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Intentos fallidos de ser arquitecto y luego ingeniero electrónico dieron oportunidad para que Fernando Molano Vargas, nacido el 9 de julio de 1961 en Bogotá, entendiera que su amor por las letras no era sólo un frívolo sentir o pensar sino su razón de existir. Molano Vargas culminó estudios de Lingüística y Literatura en la Universidad Pedagógica, y Cine y Televisión en la Universidad Nacional.

Un beso de Dick, su primer escrito y ganador del premio de la Cámara de Comercio de Medellín de 1992, fue el que ató en definitiva y para siempre al que luego se convertiría en un reconocido poeta, novelista y crítico literario, al mundo editorial. En 1995 ganó una beca para terminar Vista desde una acera, un segundo texto que permaneció inédito entre los archivos de la Biblioteca Luis Ángel Arango durante casi 15 años, hasta que Seix Barral, con apoyo de una cercana amiga del difunto, decidió publicarlo en 2012.

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El poemario Todas mis cosas en tus bolsillos se dio a conocer por primera vez en 1997 gracias al trabajo del maestro antioqueño Héctor Abad Faciolince. Una nueva edición con prólogo de la escritora y docente Carolina Sanín, quien hace un recorrido particular y muy preciso a través de los escritos de Molano Vargas, cautivando incluso desde su primera página al lector, llega a las librerías en 2019.

La inclusión y actualidad con la que el autor rolo describía y mezclaba la sexualidad con la muerte es alucinante. El mundo cambia y con él uno asumiría que los libros y sus renglones se quedan en el pasado, pero ésta antología poética demuestra todo lo contrario. El amor imperecedero hacía Diego Molina (Hugo) quién fue su todo hasta después de su partida y el conjunto de lo que eso involucraba: familia, sociedad y rechazos se captan en cada una de las páginas.

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Sentado en la mitad de un cúmulo emotivo es donde quedará el espectador, pues todos los seres humanos buscamos constante aprobación y amor y la gráfica textual que brinda este título argumenta exactamente eso. Un “tabú” para ese entonces debió ser que un hombre se atreviese a decir que amaba a otro hombre, que quería aceptación de sus más cercanos pero que no lo entendían y que tampoco intentaban hacerlo, que a pesar de su irrefrenable y horada condición médica quería vivir y explotar su deseo carnal. Por todo eso y detalles que lo hacen invaluable, este libro no tiene fecha de caducidad.

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***

Algunos poemas de Todas mis cosas en tus bolsillos:

Con estos deseos de verte

Ese bus que va para tu barriolas monedas que no tengo en mi bolsillo                                     

por consiguiente

las calles que hoy no caminaremos

los besos que no te daré entretanto

-la vida en sí               

en cada miseria

***

Por qué he de mirarte una vez más

amor mío

antes de que resulte repugnante hacerlo

con esta tristeza que             

no puedo evitarlo

es en fin un miserable alivio:

como si no fuese la parte muerta

justamente el todo

***

En un bar mirar parejas, solo

Porque uno los ve bailar

y es como si en otro lugar

estuviesen quietos

porque

giran hermosamente sus cuerpos

sobre sus pechos lentos

y entonces es como si la alegría

En algún giro

distraídos te miran

sinceramente parada

y en el siguiente de ti se olvidan

-pero tu mirada persiste

en ellos

En la jovial frescura de un trago

sientes perfectamente

toda alegría como una traición

ahora

y no entiendes esta sonrisa en tus labios

tu amigo muerto

esa cerveza fría en tu mano

***

Tanto decir que sería                       

de todos modos

una dicha el recordarte

para descubrir

puesta la mejilla en la almohada                       

cada noche

que es tan poca la memoria                       

tan frágil                       

tan inútil

incapaz la pobre

de esbozar siquiera

los contornos de tu vacío.

Por Estefanía Trujillo

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