Chaco, una historia de incertidumbre y desolación
Chaco es una de las películas que participa en la sexta edición del Bogota International Film Festival (BIFF). En el contexto de la guerra entre Paraguay y Bolivia por el Chaco, la muerte de los soldados bolivianos no llega de la mano de balas y enfrentamientos, sino de la del hambre, la sed y la falta de liderazgo.
María José Noriega Ramírez
Unos soldados bolivianos, en su mayoría aymaras y quechuas, que en medio de la guerra con Paraguay por el Chaco recorren tierras desérticas y desoladas en busca de un enemigo que nunca encuentran, son los protagonistas de Chaco, una película que narra la degradación humana en un escenario que, aunque bélico, no presencia intercambio de balas. Por el contrario, la muerte llega de la mano de la falta agua, de la carencia de comida y de la ausencia de liderazgo de un Capitán alemán retirado, quien guía a su tropa hacia la destrucción.
Gracias por ser nuestro usuario. Apreciado lector, te invitamos a suscribirte a uno de nuestros planes para continuar disfrutando de este contenido exclusivo.El Espectador, el valor de la información.
Unos soldados bolivianos, en su mayoría aymaras y quechuas, que en medio de la guerra con Paraguay por el Chaco recorren tierras desérticas y desoladas en busca de un enemigo que nunca encuentran, son los protagonistas de Chaco, una película que narra la degradación humana en un escenario que, aunque bélico, no presencia intercambio de balas. Por el contrario, la muerte llega de la mano de la falta agua, de la carencia de comida y de la ausencia de liderazgo de un Capitán alemán retirado, quien guía a su tropa hacia la destrucción.
Miradas perdidas, cuerpos exhaustos y rostros desesperanzados son el común denominador entre los solados bolivianos. En cada terreno en el que se asientan, la tropa iza la bandera de Bolivia, pero prácticamente sin fuerzas. Los soldados parecen caminar casi que por inercia, pues la poca motivación que tienen la pierden conforme pasan los días y avanzan hacia la nada. La lluvia o un pozo de agua son los únicos que provocan un cambio de expresión en ellos. Miradas al cielo con una sonrisa que hace que los ojos se vean chiquitos de la emoción se ven únicamente en las primeras escenas de la película, cuando la lluvia interrumpe su recorrido. Los solados estiran sus brazos para sentir el agua caer sobre ellos y se apresuran a llenar sus cantimploras con el poquito de agua que logran recoger en sus manos para envasar. Lo mismo pasa cuando encuentran un pozo de agua. Quizás, esos son los únicos escenarios en los que la tropa disfruta de igualdad de condiciones, pues los soldados tienen a su disposición un mismo espacio, un mismo recurso, para su uso. Sin embargo, el goce no dura mucho y se tardan más en encontrar estos espacios que en disfrutarlos.
Le sugerimos leer Encontrarse por medio de las mentiras
Mientras que el Capitán les recuerda que son militares, y que como tal deben de guiarse y comportarse según los valores de la guerra, la tropa está desmoralizada. Ante ello, el líder crea una escena en la que acusan a un soldado de desertar, aun cuando la orden dada por él fue la de explorar el terreno alrededor. El maltrato hacia el soldado, y el montaje de toda la situación, pretendía dejar un mensaje claro: no hay posibilidad de abandonar la lucha, el encuentro con los paraguayos, aunque nunca ocurre, seguía siendo la meta. Así, bajo la coacción y la manipulación de su líder, los soldados bolivianos se adentran en el terreno desértico, mientras que el hambre y la sed, poco a poco, acaban con ellos y los guía hacia el punto máximo de sus capacidades de subsistencia.
-Mira, Liborio se escapa.
-Deja que se vaya, igual morirá.
-¿De verdad?
-Y nosotros moriremos aquí.
Unas horas después dicen: “Todos hemos terminado en el mismo pozo, hay que salir de aquí”. “Es tarde”, contesta uno de ellos.
“Será el llanto de mi madre que convertida en lluvia viene”, es el canto de fondo que se escucha en lengua nativa, mientras que uno a uno los soldados mueren en el desierto del Chaco. Nunca se encontraron con los paraguayos. Sus enemigos, en terreno, nunca fueron los soldados del otro bando. El hambre, la sed, y la falta de liderazgo de un Capitán sí lo fueron.
Diego Mondaca, director de la película, se inspiró en su abuelo Pastor Gutiérrez, quien luchó en la guerra del Chaco y aunque “acudió a la batalla cautivado por una colectiva fiebre patriótica, quedó profundamente decepcionado por la realidad y las consecuencias a las que se había entregado”. Así, para el director, el silencio y el dolor que causó la guerra en su abuelo se traducen en la incertidumbre y la desolación que se transmiten en su película.