Changua Teatro, entre la crisis y la celebración
La compañía Changua Teatro celebra sus primeras dos décadas en medio de una crisis por problemas estructurales y de salud.
Carlos Moisés Ballesteros P- artista
Que estudiar arte no es para todos, que no se podrá vivir de ello, que nunca habrá un lugar de llegada. Muchas son las cosas que se pueden decir sobre la decisión de buscar el arte en nuestro trabajo. En teatro, particularmente en Colombia, la situación se convierte casi que en una tarea altruista. Las oportunidades suelen ser reducidas. Si bien las academias cada día aumentan, no garantizan una alternativa profesional. Tomar la decisión de ser “tu propio jefe”, de montar una “obrita”, poner en marcha tu propio grupo, es tarea de todos los días. Te decides y esa decisión tiene que echarse a andar cada mañana: al levantarse, siempre preguntarse lo mismo y casi siempre, intentar encontrar los argumentos para responderse “sí, hay que hacerlo, hay que seguir haciéndolo”. El camino, si es que existe, es largo. Un navío cruzando una ruta invisible, en un mar traicionero. No son golpes de pecho o palabras que quieran parecer el látigo que castiga nuestras espaldas. ¿Se puede vivir de lo que hacemos? sí, pero no es una realidad de todos los que crean el mundo sobre un escenario.
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Que estudiar arte no es para todos, que no se podrá vivir de ello, que nunca habrá un lugar de llegada. Muchas son las cosas que se pueden decir sobre la decisión de buscar el arte en nuestro trabajo. En teatro, particularmente en Colombia, la situación se convierte casi que en una tarea altruista. Las oportunidades suelen ser reducidas. Si bien las academias cada día aumentan, no garantizan una alternativa profesional. Tomar la decisión de ser “tu propio jefe”, de montar una “obrita”, poner en marcha tu propio grupo, es tarea de todos los días. Te decides y esa decisión tiene que echarse a andar cada mañana: al levantarse, siempre preguntarse lo mismo y casi siempre, intentar encontrar los argumentos para responderse “sí, hay que hacerlo, hay que seguir haciéndolo”. El camino, si es que existe, es largo. Un navío cruzando una ruta invisible, en un mar traicionero. No son golpes de pecho o palabras que quieran parecer el látigo que castiga nuestras espaldas. ¿Se puede vivir de lo que hacemos? sí, pero no es una realidad de todos los que crean el mundo sobre un escenario.
Tomar la decisión es un salto al un vacío que genera muchos regalos, muchas experiencias maravillosas. Está el caso de Marcela Mora, cofundadora del grupo Changua Teatro, junto con Piafante Nefelibata y William Quiroz. La tarea ha sido una labor de largo aliento. Hoy, veinte años después, la agrupación Changua celebra sus dos primeras décadas en medio de la incertidumbre que traen los golpes de la vida.
Veinte años atrás, tres jóvenes estudiantes de arte dramático, inspirados por compañías como el teatro Matacandelas y La Candelaria, se arrojaron al vacío emprendiendo el montaje de la obra Los irreverentes, del argentino Claudio Gotbeter, financiada por uno de sus integrantes. Una función de estreno que “salió pésimo. No lanzaron tomates porque no había”, contó Mora. Esta sería su primera prueba. Tiempo después, a esta obra la reestructurarían y con ella se ganarían el primer estímulo de cultura que les haría pensar que si era posible.
Piafante Nefelibata y Marcela Mora han continuado su proyecto transitando entre la frontera del teatro, el audiovisual y otros lenguajes, en una búsqueda permanente entre las artes y la ciencia, que los ha llevado a ser reconocidos dentro del medio por una labor llena de riesgo. Obras como Obra de interés social, La pataformosis o Evohé robustecen una búsqueda incansable por un trabajo artístico de valor y lleno de saltos al vacío. Veinte años que han venido con sus reveces y sus caricias, hoy por hoy no solo la compañía, sino también la sala de Changua (fundada hace siete años), son parte del trabajo de un equipo que no se ha cansado de tomar la decisión a diario.
Han sido dos décadas desde ese atropellado estreno y, después de este, han sido más los motivos para inspirar a otros. Hoy por hoy, la compañía pasa por una de sus temporadas de incertidumbre más grandes: situaciones de orden estructural en la sala y problemas de salud al interior del equipo han puesto en crisis la continuidad de su incansable búsqueda, que es sinónimo de resistencia. Estamos seguros de que habrá más Changua Teatro en el futuro. Hoy, nos unimos a la celebración de sus veinte años apostando por la camaradería que debería rondar los ambientes de creación en un país tan hostil, pero tan lleno de esperanza. No queremos dejar de hacer arte, nos negamos a dejar de hacerlo. Somos muchos, estamos juntos y aún caben muchos más.
La construcción del país nace en la intimidad de compañías que como Changua Teatro no dejan de pensar en el ejercicio de la creación, en la manera de construir audiencias nuevas y en cómo enamorarlas de una disciplina artística que ha tenido difícil acceso en algunos sectores. Su labor, sin duda, merece una ovación de pie y una clara invitación a entender la camaradería en nuestro oficio como el único norte posible cuando se trata de construir la cultura de nuestro territorio.
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