Charles Manson: confunde y reinarás (Serie:psicópata)
Fue catalogado como uno de los más crueles asesinos de la historia. La vida de Charles Manson se fundó en el abandono, para después convertirse en uno de los líderes más convincentes de la historia de Estados Unidos. Su nombre se hizo célebre por el terrible asesinato de Sharon Tate, actriz norteamericana.
Laura Camila Arévalo Domínguez
Charles Manson decía que era todo y no era nada. Que no se arrepentía de lo que lo acusaban porque para él nunca había hecho nada malo. Decía que era libre a pesar de los muros en los que lo habían encerrado, que su libertad se hallaba en su mente y que ahí podía estar en todos lados, en donde eligiera y con quien quisiera. También se burlaba cuando le preguntaban sobre Dios, o sonreía, no se sabía, pero minutos después hablaba de la biblia y de lo pronto que se condenarían los que lo juzgaron.
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Charles Manson decía que era todo y no era nada. Que no se arrepentía de lo que lo acusaban porque para él nunca había hecho nada malo. Decía que era libre a pesar de los muros en los que lo habían encerrado, que su libertad se hallaba en su mente y que ahí podía estar en todos lados, en donde eligiera y con quien quisiera. También se burlaba cuando le preguntaban sobre Dios, o sonreía, no se sabía, pero minutos después hablaba de la biblia y de lo pronto que se condenarían los que lo juzgaron.
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Cuando lo encerraron, los psiquiatras y criminólogos lo vieron como una oportunidad: su perfil psiquiátrico, su liderazgo, los crímenes que ordenó, la forma en la que convenció a sus seguidores, sus justificaciones. Todo era demasiado extraño, demasiado perturbador. Ni con todos los años en los que estuvo en la cárcel lograron entenderlo. Ni los profesionales ni los periodistas ni la gente. Manson, a pesar de su sevicia, se proclamó como un dios y le creyeron. Lo siguieron, lo adoraron y le obedecieron.
De su padre se sabe muy poco. Es probable que nunca lo haya conocido, no sé sabe: sobre Manson todo es incierto. Cuando nació su madre tenía 16 en años. No tenía dinero, ni disposición para criar a nadie, solo tenía un hermano que al parecer, quería más a su hijo que ella. Según Manson, su madre lo vendió por una jarra de cerveza a una enferma que no podía tener hijos. El niño pudo regresar porque ese tío lo recuperó, pero la que él quería que lo quisiera jamás lo hizo. Intentó alejarlo de todas las maneras posibles, deshacerse de él, regalarlo, abandonarlo. En otra ocasión intentó dejarlo en un orfanato pero no lo recibieron: había muchos como él, no tenían espacio, el caso de Manson no era tan escaso como pensó ella, y como pensaría cualquier persona que hubiese dado por hecho el amor incondicional de una madre. No. Ella no lo amó y por eso lo apartó. Y como él había muchos, y algunos tuvieron suerte, otros, como él, tuvieron que distraer el abandono con alcohol, drogas y sexo.
Después del orfanato, a Manson lo mandaron para un colegio de niños sin hogar, el Gibault School for Boys. De ahí se fugó y se inició un extenso historial de crímenes que comenzaron con robos a mano armada de carros y tiendas. Los motivos por los que lo encerraban variaban, pero allá llegaba. Como cumpliéndole una cita a los barrotes, que más adelante se convertirían en su presente y futuro. En su eternidad.
Antes de comenzar con la familia Manson, la que creo él mismo, la única y la última que tendría, tuvo dos hijos con madres distintas, una de ellas enfermera y la otra prostituta. Los crímenes seguían robusteciendo su expediente y en uno de esos arrestos comenzó a moldear un discurso que más adelante lo convertiría en dios.
Según una el diario argentino Infobae, en marzo de 1967, “Manson conoció a Bruenner, una bibliotecaria con la que comenzó a convivir. Con prácticas esotéricas y espirituales como lema, la pareja incorporó a un par de mujeres más a su movimiento y formaron lo que luego se conocería como “la familia”.
Algunos de los que pertenecieron a la familia Manson y se decidieron a hablar sobre lo que vivieron con el “líder”, como lo llamaban, hablaron de las dos partes en las se dividió la historia de su temperamento: la primera estuvo llena de gestos que fueron coherentes con el discurso de amor y fraternidad con el que Manson los convenció para que se sumaran a la comunidad. Todos, como él, estaban desesperados por dejar de sentirse abandonados y anhelaban la idea de ser parte de una familia o de algo que se asemejara. La segunda, según le contó Dianne Lake a Joaquín Cavanna de Infobae, estalló cuando Manson comenzó a frustrase por las negativas de los productores musicales para grabar sus canciones. Su comportamiento, que siempre había sido amigable y hasta dulce, primero se tornó agresivo para después develar el Manson capaz de prostituir a las que decía eran sus hijas, hermanas o esposas. Lake, durante esos días, intentó congraciarse para no irritarlo, a lo que Manson le respondía con golpes o frases como: “El hombre es la cabeza de la casa y nunca has tenido un hombre o un padre. Tendrás que aprender eso para ser una buena mujer”.
Los mensajes que supuestamente dios le enviaba a Manson, venían a través del Álbum blanco de The Beatles, sobre todo de la canción “Revolution 9”, en la que había una frase que sería el título de la revolución o la guerra que él quiso iniciar: “Helter Skelter”. Según Lake, Manson los obligaba a que escucharan el álbum al derecho y al revés por varias horas. Decía que en esos mensajes estaba claro que se desataría una guerra racial que, finalmente, ganarían los negros, y que, por esa razón, ellos debían esconderse. Cuando Manson creyó que el enfrentamiento se estaba tardando demasiado, decidió provocarlo, y fue cuando se iniciaron los entrenamientos para aprender a matar personas.
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El 9 de agosto de 1969, Estados Unidos y el mundo se estremecieron con los titulares que informaban sobre el asesinato de la actriz Sharon Tate y las personas que la acompañaban en la casa: Jay Sebring, Voytek Frykowski y Abigail Folger. Todos murieron a causa de varias puñaladas en el cuerpo. Los policías que atendieron el caso dijeron que la escena era traumática, y que además, en una de las paredes de la casa y con la sangre de las víctimas, los asesinos habían escrito la palabra “Pig”, el insulto que usaban algunos sectores negros que le habían declarado la guerra a los blancos.
Además de los asesinatos de Tate y sus acompañantes, esa noche más personas murieron. Todos apuñalados durante esa madrugada en la que Manson jamás estuvo. Las órdenes las dio él. Las órdenes aún las niega pero las diseñó él. Las órdenes salieron de la cabeza de un hombre que después dijo que él solo les dijo a sus hermanos que salieran a hacer algo malvado, pero nunca a matar. Las órdenes las dio alguien que mucho después de estas muertes, dijo en la cárcel qué él no era estúpido, y que jamás haría algo en contra de sí mismo porque eso sería desobedecerle a dios. Las órdenes salieron de alguien que disfrutaba confundiendo a quien se atreviera a cuestionarlo.
Profundizar en los asesinatos que Manson cometió puede ser mucho más sencillo que intentar razonar con sus respuestas. Puede ser hasta más fácil que concentrarse al ver una conversación que alguien haya sostenido con él. A veces se veía lucido, brillante y era inevitable darle crédito a los que decían que su coeficiente intelectual era superior. Después comenzaba a reirse, a responder con sofismas y contradicciones que remataba con carcajadas, que más bien le daban la razón a los que decían que se trataba de una esquizofrenia fuera de control.
Manson, después de varias entrevistas que le dio a la prensa, de muchas visitas de seguidores que siguieron adorandolo desde el otro lado de los muros en los que fue recluído, y de muchas investigaciones en las que intentaron comprender su cerebro, murió a los 83 años de un paro cardiorespiratorio. Un lector, en alguna de las notas de prensa que se hicieron sobre su vida, dijo que era injusto que hubiese muerte por causas naturales, que debía morir asesinado tal y como fallecieron las víctimas que él mató, pero es que con Manson nada nunca fue previsible, ni lógico, ni justo.