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“Somos el fruto de nuestra cultura, y si perdemos la memoria ya no queda nada”

Bogotá Auctions estará subastando el jueves 24 de noviembre más de 70 obras de arte moderno y contemporáneo de maestros como Alejandro Obregón, Fernando Botero, Débora Arango y otros.

Danelys Vega Cardozo
24 de noviembre de 2022 - 02:00 a. m.
Charlotte Pieri, directora de Bogotá Auctions, estudió derecho e historia de arte en la Universidad París I - Panthéon Sorbona.
Charlotte Pieri, directora de Bogotá Auctions, estudió derecho e historia de arte en la Universidad París I - Panthéon Sorbona.
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Bogotá Auctions se fundó en 2014 y para ese momento se convirtió en la primera casa de subastas en el país. El año pasado vendieron 3.500 millones. ¿Por qué este mercado ha despertado interés en los colombianos?

En general, a nivel internacional hay un interés en alza por las casas de subastas. Estos lugares vienen llamando la atención desde los años ochenta, pero en la actualidad ha crecido mucho más (a pesar de las diferentes crisis económicas). A través de las subastas nos damos cuenta de que el coleccionismo es cada vez más alto e importante. Pienso que el mecanismo de subasta en el mundo ha cogido fuerza por la confianza que genera en el público participar en ella; creo que nuestro recorrido lo demuestra: empezamos siendo en Colombia, en el 2014, la primera casa de subastas comercial, que trabaja para el mercado del arte y los objetos de colección (como no existían estos lugares antes, tocó fomentar esa confianza en ellos). Considero que hay elementos importantes que permitieron que los colombianos confiaran en el sistema, como la transparencia del proceso (en los catálogos de las subastas puedes ver cuáles son las piezas que se van a vender, sus estimados comerciales y si son vendidas o no). Otro aspecto a tener en cuenta es que las casas de subastas han logrado esa conversión a la era digital (nosotros también). Lo más importante es que la gente ha visto, sobre todo, a lo largo de nuestra trayectoria, el alto nivel de calidad de las piezas que ofrecemos a subastas que tienen a su vez un alto valor simbólico, artístico, patrimonial e histórico (eso genera interés por parte de los coleccionistas que sean más o menos especializados).

¿Qué tipos de obras ha notado que son las que más llaman la atención en el país?

Creemos que nuestro catálogo tiene en cuenta los intereses de las personas: ofrecemos piezas de artistas consagrados, de grandes maestros. Pienso que, tal vez, los maestros modernos son los que más interés despiertan en nuestro público (es un segmento más seguro para ellos porque están comprando artistas consagrados). Entonces, diría que este segmento es el que más acogida ha tenido, aunque también debemos mencionar a los artistas contemporáneos clásicos: Olga de Amaral, Beatriz González y Óscar Muñoz, entre otros.

Hablemos sobre la labor que cumplen las casas de subastas en cuanto a la accesibilidad a objetos de colección.

Hay un aspecto que me parece fundamental: las casas de subastas también tienen un aspecto cultural importante, en particular en Colombia, porque a través de estos lugares puedes rescatar algunos nombres de artistas que, si no fueran por las subastas, no los volverías a encontrar, artistas que de pronto no tienen representación en galerías o en el mercado secundario (y que nos parece importante rescatar por el papel cultural que tienen las casas de subastas). Luego nosotros ofrecemos una selección cuidadosa de piezas de calidad con alto valor simbólico, histórico, artístico y patrimonial (lo hacemos tanto con el arte como con los libros, documentos, mapas antiguos, artes decorativas, mobiliarios y objetos de colección). Creemos que esta selección es para ofrecer ese tipo de oportunidades y siempre a los precios más oportunos posibles.

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Con respecto a los precios, a veces las personas creen que las casas de subastas están dirigidas solo para un nicho específico: para gente con poder adquisitivo alto…

Sí, pero de hecho no es cierto: nuestras subastas son especializadas. Hemos tenido subastas especializadas en artes decorativas (mobiliarios y objetos de colección que puedes poner en tu casa). Nuestra última subasta tuvo una colección particular: objetos de la época art decó de Philippe Montanari (el año pasado tuvimos objetos de la residencia de la señora Alma Byington de Arboleda). En estas subastas encuentras objetos con precios, a veces, desde $100.000; nosotros contamos con un abanico de precios que permiten que el público, que no tiene un poder adquisitivo, pueda acercarse y comprar. Se me viene a la cabeza unos documentos importantes para la historia de Colombia que subastaremos, a través de nuestra subasta de libros, desde $80.000 o $100.000. En arte tenemos subastas especializadas en el medio del grabado y los múltiplex, entonces puedes acceder al grabado desde $800.000 o $1.000.000. De pronto hay que romper un poco con esa imagen de que las subastas solo se dirigen al público con mayor poder adquisitivo (depende de lo que vayas a haber en la subasta). No creemos que la subasta sea excluyente, tal vez lo es en cuanto al tipo de objeto u obra de arte que vas a buscar. No estamos ni siquiera dirigidos solo a los coleccionistas especializados, sino también a los compradores ocasionales, a quienes buscan oportunidades, porque las subastas son ocasiones irrepetibles.

¿Por qué cree que la gente se interesa por coleccionar?

Colombia, a diferencia de otros países, no tiene la tradición del coleccionismo. Obviamente, en las zonas geográficas donde hay una mayor tradición del coleccionismo es porque también hubo circunstancias que permitieron su desarrollo: una coyuntura económica y política favorable, en donde se les brindó apoyo al arte, a la creación artística, a mayor difusión de las artes en general y mayor acceso de las personas a los museos. Cuando miras las plazas tradicionales, por ejemplo, del mercado del arte, te das cuenta de que hay una fuerte tradición porque a lo largo de la historia se pudo desarrollar su comercio, porque también se desarrollaron todas estas circunstancias favorables. En Colombia hay menos tradición del coleccionismo y, obviamente, desde que nacimos en 2014, nuestro objetivo ha sido fomentar toda esta cultura del coleccionismo, que uno mismo también, de forma sui géneris empiece a interesarse por algo en específico (sea el grabado, un artista o una corriente artística) y desarrolle ese interés y lo nutra. Me interesa que la gente confíe y acuda a nosotros cuando quieran comprar algo, porque busco que compren bien y a un buen precio. Rodearse de piezas únicas creo que es lo que quiere cualquier persona que empieza a rodearse de estos bienes en nuestra vida cotidiana. El coleccionismo ha existido desde siempre y seguramente es parte del hombre, sobre todo del moderno (que supone una necesidad de conservar y ordenar, además de una voluntad, tal vez un poco menos noble, de poseer).

Mencionaba la labor formadora de públicos de la casa de subastas. ¿Para qué formarlos?

Es muy importante que las personas puedan valorar ellas mismas los símbolos de su propia cultura, lo que representa su patrimonio, que al menos tengan esta sensibilidad y después miren si les interesa o no. Creo que es relevante acompañar a toda la gente que por lo menos lo desea y demuestra, simplemente este impulso de tener conciencia de lo importante que pueden ser los bienes culturales que representan un país. Sin ningún tipo de arrogancia, creo que lo que estamos haciendo es crear cultura, creando interés, conocimiento, contenidos (no solo tenemos una obra para la venta, sino que explicamos quién es el artista y por qué una obra es importante). Pienso que es importante crear cultura, porque “el hombre no vive solo de pan”; considero que existen necesidades de belleza, espirituales y de dar sentido e identidad, y todo esto lo proporciona la cultura. Una óptica netamente materialista no satisface estas necesidades del ser humano que van más allá del solo hecho de poseer.

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A pesar de eso que menciona, quizás en Colombia se le presta poca atención a lo referente con cultura en comparación con otros países…

Es verdad. Creo que en Colombia hay muchas cosas que caen en el olvido. Hay un artista que se llama Montoya, quien fue muy importante en los años setenta, pero que por razones personales le tocó irse del país, entonces lo olvidaron un poco. Estoy muy feliz de que en esta subasta haya una obra de él, porque hay mucho por recordar y valorizar. Considero que Colombia ha producido muchas cosas valiosas y es necesario mostrarlas, difundirlas. Hay que hablar de un artista como Montoya, como también habría que hablar de Samudio; recuerdo que, cuando empezamos las subastas, hablábamos de él y del artista Gustavo Zalamea, quienes no sonaban mucho (ahí está el trabajo de recordar la historia). Se trata de rescatar la historia, por eso lo que hacemos va más allá de lo comercial, porque, de hecho, hacerlo es como una apuesta: no es lo que funciona a nivel comercial, pero desde nuestra casa de subastas creemos mucho en esa función cultural.

Este jueves 24 de noviembre estarán subastando más de 70 obras de arte moderno y contemporáneo, entre ellas “Genocidio”, pieza de Alejandro Obregón…

Sí, es muy interesante porque en esta subasta hay dos piezas de Alejandro Obregón, una de ellas es la que tú dices: Genocidio, una obra histórica que trata el tema de la violencia, en donde hay un bulto de cuerpos muertos amontonados, que se confunden con el paisaje y la línea de horizonte; tú ya no sabes si la muerte es el paisaje o él es la muerte (esta obra es el preludio de lo que sería su gran hito: el cuadro la Violencia, en donde ves muerta a una mujer embarazada). Creo que el alto valor artístico e histórico que les estamos tratando de dar a estas piezas es porque tienen un significado: son importantes para entender también el proceso creativo de un artista. Entonces, de Obregón también tenemos unas de sus últimas obras: un acrílico sobre lienzo que se llama Marina, que es mucho más representativo de lo que la gente reconoce de él. De hecho, hay otro artista, que es Carlos Rojas, de quien tenemos una pieza histórica de los años sesenta muy cubista e interesante, y al mismo tiempo una pieza posterior (más reconocida).

Bogotá Auctions no solo comercializa obras de arte, sino también vinos, esferos, antigüedades, moda y libros…

Sí, tenemos varios departamentos especializados como cualquier casa de subastas en el mundo, que ofrecen obras de artes u objetos de colección (encuentras diferentes nichos dentro de los que ameritan coleccionar). Nuestro departamento de libros, documentos y mapas antiguos es el segundo más importante aquí en cuanto a volumen de lotes seleccionados, catalogados y ofrecidos a subastas. Tenemos también subastas en artes decorativas: mobiliarios y objetos de colección. Además, hacemos subastas en un medio: el grabado, y de moda vintage (en ediciones pasadas hemos hecho subastas de juguetes antiguos y vinos). Los bienes coleccionables con un valor importante no son solo las obras de arte. El papel de las casas de subastas es permitir a los dueños de las piezas, —porque somos un intermediario—, ofrecerlas para la venta. Finalmente, damos un servicio que también hacía mucha falta, porque somos un canal de comercialización, que permite que los dueños de las piezas puedan vender sus bienes muebles que tienen un valor cultural, histórico y artístico.

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¿Por qué cree que es importante salvaguardar el valor histórico y patrimonial de una pieza artística?

Es muy difícil, porque es como si me preguntaras: “¿Por qué hacemos museos?”. Hay que salvaguardar porque es la memoria de tu cultura y un reflejo de tu identidad como miembro de una nación, no solo como individuo. Creo que es un tema de memoria y si hablamos de ella también hablamos de responsabilidad colectiva. Somos el fruto de nuestra cultura, y si perdemos la memoria ya no queda nada.

Me gustaría escuchar su opinión acerca de los distintos “ataques” recientes a obras de arte por parte de activistas que combaten el cambio climático.

Están logrando lo que quieren; me estás haciendo una pregunta sobre eso (el hecho mismo de que nos hagamos eco sobre estos incidentes es permitir que hayan logrado hacer pasar su mensaje). La verdad no sé muy bien qué pensar, pero creo que son actos muy simbólicos, entonces hay que mirar cuáles son esas obras que tratan de manchar o de intervenir para hacernos reaccionar, sino estoy mal se tratan de piezas que demuestran la naturaleza, el campo y las flores. Por ejemplo, hace algunas semanas lanzaron una sopa sobre el cuadro Los girasoles de Van Gogh, habría que mirar que simbolizan estas plantas. La verdad, para mí, no son tan graves estos actos teniendo en cuenta su simbolismo, pero es interesante en cuanto estamos hablando del patrimonio, así que una obra de arte puede representar la universalidad y finalmente este problema que nos concierne a todos: el calentamiento global (es interesante que usen el arte como representación de eso, como representación de lo que más nos toca a todos, que es el porvenir de nuestra tierra). Ellos usan el arte como un canal para expresar sus inquietudes, en eso es en lo que debería conducir las reflexiones de estas acciones. Aquí no estamos hablando de un tema de mercado, sino de lo que representa o simboliza una obra y por qué a todos nos aterra que puedan tocar esas obras de arte que parecen intocables. No tiene nada que ver con el precio o con la denuncia, va más allá.

Danelys Vega Cardozo

Por Danelys Vega Cardozo

Comunicadora social y periodista de la Universidad de La Sabana con énfasis en periodismo internacional y comunicación política, y un diplomado en comunicación y periodismo de moda. Perteneció al semillero de investigación Acción social y Comunidades, bajo el proyecto Educaré.danelys_vegadvega@elespectador.com

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