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La periodista mexicana María Cortina, amiga y confidente de la cantante mexicana Chavela Vargas, con quien escribió en 2009 Las verdades de Chavela, ha vuelto al “universo” chaveliano con un libro inédito que se propone afianzar la “memoria del futuro”. Así definía la cantante mexicana sus ansias de ser recordada, algo que parece garantizado y no solo en el caso de Cortina, quien responde afirmativamente, sin dudar, cuando se le pregunta si Chavela Vargas: entre García Lorca y Pedro Páramo es fruto de la añoranza.
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Cortina ha escrito un libro sobre sus conversaciones y anécdotas con Chavela Vargas, a la que conoció en España en la recta final de su vida, cuando la cantante de La llorona y Macorina dejó el alcohol y reinició su carrera con “más sabiduría”. Su segundo libro sobre Chavela Vargas es una obra que Cortina define como “un dique contra el olvido” y un tributo a su “maestra de vida”.
Almodóvar y José Alfredo Jiménez, los amigos más fieles
Por sus páginas transitan personas muy conocidas, entre ellas el director de cine español Pedro Almodóvar y el cantante mexicano José Alfredo Jiménez, los cuales, según Cortina, fueron los amigos más grandes de la cantante nacida en Costa Rica, pero afincada en México desde los 17 años (el 17 de abril cumpliría 102 años).
De Almodóvar, que alguna vez dijo que “Chavela Vargas no va a reencarnar porque ya es la reencarnación de Chavela Vargas”, Cortina ha tomado la idea de que la cantante tuvo tres momentos decisivos en su vida de los que surgió distinta cada vez. Esas “reencarnaciones” fueron su viaje a México a los 17 años, su regreso a los escenarios a los 72, tras una ausencia de más de una década en la que se perdió en el alcohol, y a los 93 años, poco antes de que su corazón dejara de latir.
El libro lleva el antetítulo de “Conversaciones con María Cortina”, porque conversar, además de acompañarla en su etapa triunfal en España, es lo que Cortina (quien era agregada de prensa de la embajada de México en Madrid por aquellos años) más hizo con la “Dama del poncho rojo”, como la apodó el cantante Joaquín Sabina. También la visitaba una vez a la semana en la casa de Cuernavaca, donde pasó los últimos años de su vida, después de su último viaje a España, que hizo con 93 años.
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“Estaba muy sola, la mayor parte del tiempo solo con sus enfermeras”, dice Cortina, quien destaca que a la vez su página oficial en internet cada día tenía más seguidores. Después de su muerte, el 5 de agosto de 2012, se llenó aun más de personas jóvenes que decían en sus mensajes cuánto les hubiera gustado conocerla en vida.
García Lorca y Juan Rulfo
Chavela tampoco conoció nunca al poeta español Federico García Lorca, pero lo “hizo tan suyo como una canción de José Alfredo”, dice Cortina al explicar el título de su nuevo libro. Cuando iba a Madrid, la cantante se alojaba en la Residencia de Estudiantes, una institución que tuvo como alumnos a García Lorca, Salvador Dalí y Luis Buñuel, entre otros. Tomaba siempre la habitación del poeta granadino, asesinado en 1936 durante la Guerra Civil Española, y decía “con total naturalidad que por la noche había escuchado sonar el piano y había bajado para conversar con Federico”, recuerda Cortina. Tanto se identificaba con el autor de Romancero gitano, que su último disco se lo dedicó a él.
El mundo de Pedro Páramo, la novela del escritor mexicano Juan Rulfo, forma también parte del universo de Chavela Vargas, a quien encantaba esa novela de un pueblo, Comala, cuyos habitantes están todos muertos. Cortina cuenta que un día una gitana en Madrid le dijo que alguien le había echado mal de ojo y ella se lo contó a Chavela, quien le pidió que no se preocupara pues iba a hablar con “Don Juan”, en referencia a Rulfo (que llevaba años muerto), para arreglarlo. Después le dijo que no se espantara si por la noche, en su habitación, escuchaba el ruido de un sombrero al caer al piso. “Así lo sentí, igual que siento la presencia de Chavela ahora”, dice Cortina, quien, sin embargo, afirma no creer en parapsicología ni espíritus.
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En su última conversación con ella, la cantante, que “veía cosas que los demás no veían” y era famosa por sus “frases contundentes”, le dijo que no tenía miedo a morir y aceptaba que se iba ir, pero también que “seguiría por aquí”. “Minutos después de aquella confesión, me pidió que llevara a la habitación del hospital donde se encontraba internada el medallón que los chamanes de la comunidad huichola le entregaron cuando la nombraron Gran Chamana. Lo tuvo puesto hasta el final”, recuerda.
“Quienes todavía lloramos al escuchar su canto, quienes pensamos en ella cuando nos duele el alma, los que nos empeñamos en deshilvanar sus verdades, los que la invocamos cuando nos urge un trago de coraje, sabemos que desde el 5 de agosto de 2012 Chavela vive su tercera vida”, dice la periodista en el libro. Sobre el arte de su maestra, Cortina afirma que “cuando Chavela canta frente al que sabe escucharla, no desnuda el alma. Lo que en realidad hace es que consigue que el intruso la deshabite para que solo quede uno mismo”.