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Un conjunto de obras nuevas o inéditas del artista chino Ai Weiwei componen una muestra en el Museo del Diseño de Londres, que explora ese concepto a través del arte, la artesanía y la arquitectura. Lo primero que aclaró el comisario de la exposición “Ai Weiwei: Making Sense”, Justin McGuirk, al presentarla este miércoles a la prensa es que no se trata de presentar al autor como “un diseñador”, sino de utilizar sus creaciones para ofrecer otro punto de vista.
La muestra, en el Museo del Diseño de la capital británica, recoge cientos de miles de objetos coleccionados por Ai desde los años 1990, desde herramientas prehistóricas hasta piezas de Lego, y se inspira en su amor por la artesanía tradicional. Hijo de un poeta que fue venerado por los dirigentes comunistas, Ai es quizá el artista moderno más conocido de China y ayudó a diseñar el famoso estadio “Nido de Pájaro” para los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Pero cayó en desgracia tras criticar al gobierno chino y fue encarcelado durante 81 días en 2011, para acabar marchándose a Alemania cuatro años después.
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El propio Ai Weiwei, uno de los artistas vivos más célebres y reconocidos del mundo, aclaró en el encuentro con los periodistas que la distinción entre arte y diseño, así como entre arte y activismo, “son ideas occidentales muy limitadas”. “En China, ni siquiera tenemos esas palabras”, afirmó el creador de 65 años, que también considera “limitante” que le califiquen de “disidente” por su denuncia del régimen chino. “Puedo ser un disidente de la inconsciencia y la injusticia humanas, pero eso no tiene por qué pasar en un Estado, sino en cualquier lugar del mundo”, declaró.
Entre los objetos de la exposición hay miles de fragmentos de sus esculturas de porcelana que fueron destruidas cuando las excavadoras entraron a desmantelar su estudio en Pekín en 2018. En la presentación de la muestra, que se podrá visitar desde el viernes hasta el 30 de julio, el artista consideró que China “no se está convirtiendo en una sociedad más civilizada, sino que se ha vuelto bastante brutal con cualquiera que tenga ideas diferentes”.
Su relación personal con la transformación industrial y arquitectónica del paisaje chino, su propia historia de exilio y su fascinación por coleccionar objetos que otras personas desechan centran la exposición, la mayor en ocho años en el Reino Unido. ”Naturaleza muerta” ordena armónicamente 1.600 herramientas de finales de la Edad de Piedra recopiladas durante años por Ai Weiwei, en un recordatorio de que “el diseño” tiene sus raíces en la supervivencia.
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Miles de fragmentos de sus esculturas de porcelana destruidas cuando el Estado chino derrocó su estudio en 2018 forman otro espacio, junto a unos 200.000 pitorros procedentes de teteras de porcelana hechas a mano en la dinastía Song (960-1279). De esa misma época son miles de bolitas de cañón también de porcelana extendidas como una alfombra especialmente para esta muestra, mientras que otra de las zonas expone piezas de Lego que el artista recibió de sus simpatizantes después de que la empresa dejara de proporcionárselas en 2014, a raíz de unos retratos que hizo de prisioneros políticos.
Estos objetos, coleccionados a lo largo de los años, representan “un conjunto de pruebas sobre diferentes historias, diferentes momentos culturales de la historia de China” que “quizá fueron olvidados o no se pensó lo suficiente en ellos”, consideró el comisario de la exposición, Justin McGuirk.
Esta exposición tiene múltiples focos de interés, entre ellos dos grandes serpientes elaboradas con mochilas y chalecos salvavidas, dedicadas a las víctimas de la crisis de refugiados en Europa y las del terremoto de Sichuan de 2008 en China. “La tensión entre China y Occidente es muy natural”, añadió el artista, que vive en Europa desde 2015. “China siente que tiene su propio poder y derecho a redefinir el orden mundial”, subrayó. Sus dirigentes “piensan que China puede convertirse en un factor importante para cambiar las reglas del juego, diseñadas básicamente por occidente”, agregó.
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Ocupando toda una pared figura además su versión en Lego de "Los nenúfares" del impresionista francés Claude Monet, con una parte oscura a la derecha que representa la entrada de la cueva en la que vivió con su padre, el poeta Ai Qing, como exiliados forzosos en Xinjiang en los años 60.
Ai Weiwei admitió que esta dura experiencia en su infancia se incorpora en su narrativa artística y explica, dice, que no tenga “una idea fija de lo que es un hogar”. “Me traslado tranquilamente de un lugar a otro fuera de China”, contó, para revelar que ahora vive en Portugal tras haber residido en el Reino Unido, Alemania y Estados Unidos. A su país volvería si no le quitan “sus libertades personales”, afirmó.
“Soy un forastero, es un hecho”, reconoció, al ser preguntado sobre su aparente desarraigo. Pero añadió: “Aunque en la Tierra, nadie es forastero”. Durante la presentación de la exhibición, Ai mencionó su visión frente a la posición del gobierno inglés, al mando del primer ministro Rishi Sunak, sobre la migración y los migrantes que ingresan al Reino Unido, según le dijo a The Art Newspaper, “es un crimen [contra] la humanidad. Es evidencia que define [al] Reino Unido en la situación política actual. Hablemos de nuestra humanidad y nuestra compasión. No se trata realmente de refugiados, se trata de nosotros, quiénes somos. Quiénes somos se define por cómo tratamos a las personas”.