Christine de Pizan: feminismo, cultura y crítica (Plumas transgresoras)
La escritora puso en duda muchas afirmaciones sobre variados temas, entre ellos la existencia de la Edad de Oro; también satirizó a escritores como Boccaccio y criticó a algunos gobernantes.
Mónica Acebedo
“Me preguntaba cuáles podrían ser las razones que llevan a tantos hombres, clérigos y laicos, a vituperar a las mujeres, criticándolas bien de palabra, bien en escritos y tratados”.
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“Me preguntaba cuáles podrían ser las razones que llevan a tantos hombres, clérigos y laicos, a vituperar a las mujeres, criticándolas bien de palabra, bien en escritos y tratados”.
La pluma de Christine de Pizan (1363-1431) es una de las más transgresoras de la historia de la literatura universal. Su libro más conocido es La ciudad de las damas (1405), un texto cargado de simbolismo que presenta una ciudad habitada exclusivamente por “damas ilustres y mujeres dignas, porque aquellas que estén desprovistas de estas cualidades tendrán cerrado el recinto de nuestra Ciudad”.
Dice Ana Vargas sobre la escritora medieval: “Con sólidos y lúcidos argumentos, denunció e hizo explícita la misoginia presente en su época, y decidió tomar la palabra pública en defensa de su sexo, dando un giro trascendental al debate histórico conocido como la querella de las mujeres. La obra plantea un nuevo modelo de pensamiento que se convierte en emblema de la experiencia de la mujer como fuente del conocimiento” (La ciudad de las damas de Christine de Pizan: obra clave de la querella de las mujeres en Mujeres y espacios urbanos: homenaje a Christine de Pizan en el VI Centenario de la primera edición de La ciudad de las damas, 2010, p. 22).
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Adicionalmente, su pluma es transgresora por pretender vivir de la literatura, situación que se adelanta muchos siglos, sobre todo teniendo en cuenta que no había imprenta en ese entonces. Dice en su libro El tesoro de La ciudad de las damas, otro libro escrito en el mismo año, en el que da consejos de todo tipo a las mujeres: “Pensé que multiplicaría esta obra difundiendo copias en el mundo entero, cueste lo que cueste, ofreciéndola a reinas, princesas y nobles damas, para que, gracias al esfuerzo de esas honorables damas tan dignas de elogio, circulara mejor entre las mujeres de toda condición. Ya he iniciado el proceso para que este libro, pese a estar escrito en lengua francesa, sea examinado, leído y publicado en todos los países”. Logró pues convertir la actividad de escribir en una profesión lucrativa que le permitió sostener a sus hijos después de quedar viuda, sin recibir ayuda de ningún mecenas.
Pero también se trata de una escritora atrevida en otros temas, ya que en otro libro, Epístolas (1400), se atreve a criticar a los doctores de la Sorbona e incluso le hace reproches a la reina Isabel de Baviera, porque, a su juicio, ella es la culpable de la división entre los franceses que los ha llevado a la guerra. Se sabe que en Inglaterra se le negó la autoría de Epístola de Othea por ser mujer. Se trataba de un libro del estilo espejo de príncipe, en el que le daba consejos a Othea (Héctor), el delfín de Francia. Dice el traductor y editor inglés: “El libro fue compuesto en realidad por doctores de la Universidad de París que tuvieron a bien hacer ese favor a la gentil dama Christine de Francia”.
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Christine de Pizan nació en Venecia en 1363. Su padre fue médico y astrólogo de la corte de Carlos V de Francia y por eso creció entre familias nobles, tuvo la oportunidad de recibir una educación de buena calidad, a diferencia de la mayoría de la población, que no sabía leer ni escribir. Tuvo acceso a la Biblothèque Royale, aprendió griego y latín clásico, hablaba y escribía en francés e italiano. Su padre era un hombre de ciencia y despertó en ella el interés por los libros, a pesar de que su madre no estaba de acuerdo, como lo describe Christine en uno de sus libros autobiográficos con la voz de un personaje: “Tu padre, gran sabio y filósofo, no pensaba que por dedicarse a la ciencia fueran a valer menos las mujeres. Al contrario, como bien sabes, le causó gran alegría tu inclinación hacia el estudio. Fueron los prejuicios femeninos de tu madre los que te impidieron durante tu juventud profundizar y extender tus conocimientos, porque ella quería que te entretuvieras en hilar y otras menudencias que son ocupación habitual de las mujeres”. Se casó a los quince años con el notario del rey, tuvo tres hijos y quedó viuda con solo veinticinco años y, posiblemente, esta situación de necesidad fue lo que le permitió profesionalizar su pasión por la escritura. Escribió novela, poesía, canciones e incluso una biografía del Carlos V.
En resumen, la escritora medievalista Christine de Pizan puso en duda muchas afirmaciones del colectivo sobre variados temas, entre ellos la existencia de la Edad de Oro; satirizó a escritores (Boccaccio, por ejemplo), criticó a gobernantes; alabó la vida urbana y la fundación de ciudades, porque, a su juicio la urbe generaba más cultura, conocimiento y rompía con el primitivismo; recomendó a las mujeres muchos aspectos cotidianos y prácticos para vivir mejor; denunció el maltrato a las mujeres: “No es a las mujeres a las que hay que acusar si hay locos que abusan de ellas” y es pionera del feminismo.
Cierro con una de las citas más populares de La ciudad de las damas: “Las razones que han llevado y aún siguen llevando a los hombres a acusar a las mujeres son varias y numerosas, como es el caso de los autores a los que has leído. Algunos lo hicieron con buenas intenciones, para volver a poner en el buen camino a hombres encaprichados con mujeres lascivas e impedir que errasen frecuentándolas. Para que todos los hombres rehúyan la lujuria han condenado a las mujeres sin excepción”.