La leyenda de María Callas (El arte y la cultura)
Si hay una leyenda en el mundo de la ópera del siglo XX, sin duda es María Callas. Hoy se cumple el centenario del nacimiento de la insigne soprano.
Ella nació en un hospital neoyorquino un día de 1923 y su nombre de pila era María Anna Cecilia Sofía Kalogeropoulos, que ella sabiamente cambió por María Callas como nombre artístico.
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Ella nació en un hospital neoyorquino un día de 1923 y su nombre de pila era María Anna Cecilia Sofía Kalogeropoulos, que ella sabiamente cambió por María Callas como nombre artístico.
Como buena figura de leyenda, combinaba unas dotes interpretativas de un dramatismo que arrojaba luz sobre los personajes que cantaba con una voz de un rango increíble, que le permitió cantar desde papeles de coloratura como la Rosina de El barbero de Sevilla hasta roles dramáticos como Turandot en la ópera de ese nombre y hasta partes wagnerianas, ya que alcanzó a cantar a Isolda y Brunilda, aunque en su carrera triunfal dejó de lado estos para concentrarse en el repertorio italiano. Pero basta recordar que ella dominaba más de cuarenta títulos que tenía en su repertorio para darse cuenta de que fue una intérprete proteica con pocos parangones en el mundo del arte lírico.
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Yo tuve la oportunidad de oírla en vivo una vez en el papel de Norma, en la ópera de Bellini y a uno lo impresionaba el dominio absoluto que tenía del personaje tanto desde el punto de vista dramático como el vocal. Hay que decir, sin embargo, que su voz tenía ocasionales tonos metálicos (que también se pueden oír en algunas de sus grabaciones) que se olvidaban en gracia a sus inmensas dotes interpretativas.
La suya no fue una vida feliz. Su primer marido la explotó y al separarse de él para unirse al también legendario Aristóteles Onassis, tuvo que soportar la humillación de que este la desechara para su celebrado matrimonio con Jacqueline Kennedy. Tanto daba de sí que su voz se fue deteriorando a lo largo de los tiempos, que fueron pocos, hasta el punto de que una proyectada gira de despedida al lado del tenor Giuseppe di Stefano tuvo que cancelarse porque ya sus capacidades vocales se habían reducido al mínimo. Se retiró a vivir sola en un apartamento de París, donde dicen que buscaba compañía invitando a tomar el té a cualquiera que la llamara a presentarle sus respetos.
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Quizás esa vida accidentada y lamentable de sus últimos años contribuyó a la leyenda de María Callas, una cantante única en la historia del arte lírico, de la cual afortunadamente quedan decenas de grabaciones oficiales y otras en vivo, todas las cuales ayudan a mostrar qué gran artista tuvo el mundo en esa inmensa intérprete a quien con justicia apodaban la Divina.