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Nació un 12 de febrero de 1924 en Pamplona, Norte de Santander. Fue un destacado crítico literario y promotor cultural. Descrito como un hombre socialmente comprometido, que, a través de su poesía, expresó su preocupación por las condiciones de vida de los sectores vulnerables y siempre buscó concientizar sobre la realidad y la política de su tiempo.
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Fue editor de Alejandra Pizarnik, Marta Traba y Gabriel García Márquez y su influencia se extendió a través de su poesía y sus ensayos. Fundó el movimiento intelectual “Mito”, una plataforma que le permitió abordar ideas y promover un diálogo intelectual alrededor de temas nacionales, y que contó con la colaboración de escritores como Octavio Paz, Alfonso Reyes o Álvaro Mutis.
La obra de Jorge Gaitán Durán abarca varios géneros literarios, incluyendo prosa, ópera y crítica literaria. En su faceta de prosista, destacan obras como “Diario de Viaje” (1956), publicado en dos partes en la Revista Cultural Mito, así como “La duda” y “Serpentario”. En el ámbito de la ópera, escribió “Los hampones” (1961), con música compuesta por Luis Antonio Escobar y escenografía de David Manzur.
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Como crítico literario, Gaitán Durán realizó importantes contribuciones. Es conocido por sus análisis sobre la obra de Sade, como en “Sade contemporáneo (Diálogo entre un sacerdote y un moribundo)” (1955) y “Monsieur Le Six - Marqués de Sade” (1955), con prefacio de Gilbert Lely. También escribió sobre “La Celestina” en 1957. Además, compiló y seleccionó textos de Sade, precedidos por ensayos críticos, en “Sade, textos escogidos y precedidos por un ensayo: ‘El libertino y la revolución’”.
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A un siglo de su nacimiento, recordamos algunos de sus poemas:
“La tierra que era mía”
Únicamente por reunirse con Sofía Kühn,
amante de trece años, Novalis creyó en el otro mundo;
más yo creo en soles, nives, árboles,
en la mariposa blanca sobre una rosa roja,
en la hierba que ondula y en el día que muere,
porque solo aquí como un don fugaz puedo abrazarte,
al fin como un dios crearme en tus pupilas,
porque te pierdo, con la tierra que era mía.
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“El instante”
Ardió el día como una rosa.
Y el pájaro de la luna huyó
cantando. Nos miramos desnudos.
Y el sol levantó su árbol rojo
en el valle. Junto al río,
dos cuerpos bellos, siempre
jóvenes. Nos reconocimos.
Habíamos muerto y despertábamos
del tiempo. Nos miramos de nuevo,
con reparo. Y volvió la noche
a cubrir los memoriosos.